La exposición al riesgo evidenciada por un virus de alta propagación que no conoce de fronteras, ni de condición socioeconómica, ha dejado al descubierto no solamente dos visiones al respecto de cómo gestionar y atajar la propagación del coronavirus sino fundamentalmente los mecanismos que serán usados como pivotes para remontar el cisma económico.
Hay un mundo a dos velocidades: para China, el túnel de salida pasa por el libre comercio, por ser un mayor artífice económico global; por apostar fuerte por la economía verde como sinónimo de progreso y cumplir con los compromisos de cero emisiones de carbono.
Para Europa y Estados Unidos, en los últimos años el libre comercio se ha visto empañado por el proteccionismo y políticas como el Brexit que implican dar un paso atrás en la suma de un todo para virar hacia el unilateralismo y el nacionalismo.
China cree en el comercio como respuesta a la crisis, con un intercambio comercial libre de aranceles aplicado en amplias zonas geográficas que generan grandes bloques dinamizadores del flujo de los bienes, productos y mercancías.
La reciente firma de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) por parte del gigante asiático, en compañía de otros 14 países más, tendrá como resultado la formación del bloque comercial más vigoroso del mundo.
El pasado 15 de noviembre, en una reunión telemática, los dignatarios de las naciones involucradas y sus respectivos representantes comerciales dieron a conocer la conclusión de las pláticas para la creación de la RCEP, tras ocho años de arduas negociaciones que, finalmente, darán sus frutos antes de veinticuatro meses con la entrada en vigor del mayor tratado -hasta ahora conocido- porque significará el 30% del PIB global.
No está India, momentáneamente, pero los firmantes son: China, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda, Birmania, Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam.
Desde que China ingresó en la Organización Mundial del Comercio (OMC) el 11 de diciembre de 2001, luego de 15 años de arduas negociaciones para ser admitido, su expansión comercial ha sido imparable; ha logrado además amacizar su crecimiento económico, adquirido un rol de contrapeso de Estados Unidos y se ha convertido en un actor fundamental en el renglón de la defensa y de la seguridad.
Mientras la política económica, comercial e internacional del presidente saliente de la Unión Americana implicó dar un paso atrás en el multilateralismo, la globalización y el libre comercio en aras de una posición mucho más arisca a favor del unilateralismo, el proteccionismo y los aranceles, allá en cada esfera y espacio en el que Estados Unidos ha dado un paso atrás, China se alzó como protagonista dando dos pasos hacia delante.
Para Donald Trump, la estrategia desde la Casa Blanca debe consistir en frenar el avance comercial y económico chino mediante sanciones, regulaciones, prohibiciones y vetos mientras se fortalece con políticas de estímulos fiscales y de subsidios a los productores locales.
Estos cuatro años de ostracismo norteamericano podrían salirle bastante caros a los estadounidenses de cara a un futuro no tan lejano: si con Trump se ha menospreciado a los organismos internacionales e incluso se han violado los acuerdos firmados previamente por administraciones pasadas (el caso de Tratado Nuclear con Irán), China anuncia en los foros más recientes que es menester ir a un nuevo multilateralismo en que salgan reforzados organismos como la Organización Mundial de la Salud.
A COLACIÓN
En el recién concluido, París Peace Forum, Xi Jinping reafirmó un rol de liderazgo económico y comercial por parte de su país; y desde luego camina hacia esa meta, no queda ninguna duda, menos después de tan relevante tratado comercial que dejará libre de aranceles al 90% de los productos para un universo de consumidores cercano a los 2 mil 500 millones de personas.
Tengo la impresión de que China y Asia van como una bólido desplazando el eje del poder económico de Occidente a Oriente de forma acelerada y más acuciosa todavía será, sin duda, en la pospandemia; mientras en Occidente, Trump está pensando en bombardear a Irán, y Europa y Reino Unido, están en pañales en su acuerdo comercial. No solo estamos gestionando mal la pandemia respecto de Asia, sino que estamos dejando el futuro al aire… habrá que aprender chino, coreano, japonés, ruso e hindú.