¿Qué está pasando con la salud en general de la democracia? Precisamente, un documento elaborado por los expertos del Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona (CIDOB) ubican el riesgo de la involución democrática como una de las premisas a las que habrá que seguir poniendo atención a lo largo de 2023.
Hace unos días hablé con Carme Colomina y Anna Ayuso, ambas destacadas investigadoras de CIDOB; la primera especializada en Unión Europea (UE), desinformación y política global; y la segunda, en América Latina.
En la opinión de Colomina ya hace tiempo que se viene advirtiendo y hablando de esta involución democrática e incluso cada vez hay más estudios que demuestran cómo la calidad democrática a nivel global ha ido perdiendo avances en los últimos años.
“De hecho, se calcula que el nivel de calidad democrática que disfrutan los ciudadanos del mundo en este momento está a la altura de lo que disfrutábamos en 1989; es decir, hemos casi borrado de un plumazo treinta años de avances democráticos a nivel global porque estamos en plena regresión”, afirma convencida.
Desde su perspectiva, es muy difícil señalar uno, dos o tres argumentos concretos porque hay una confluencia de cambios radicales y de paradigmas. Si nos centramos en estos casi treinta años en el tema de la involución, ha cambiado muchísimo el mundo… por ejemplo, la globalización lo que hace es ir promocionando, reforzando la interconectividad global pero a la vez también probablemente restando capacidad de influencia, de gestión y de poder a los estados en pro de una gobernanza global que también se ha demostrado que es débil.
Para Colomina, primero hay un debilitamiento del papel de los estados. Aunque desde luego no puede obviarse todo el proceso de digitalización con la llegada de internet que está jugando un papel esencial.
“Nos ha sumido en un proceso de desintermediación… todos aquellos que durante siglos tuvieron el monopolio de la interpretación de la realidad y la palabra escrita bien sean los académicos, los partidos políticos, los sindicatos o los medios de comunicación tradicionales acabaron perdiendo ese monopolio porque el usuario y el ciudadano tiene otras maneras de acceder a la información. Si bien muchas veces hay menos capacidad de discernir qué información es veraz”, añade la también académica del College of Europe en Bélgica
Y desde luego no podemos obviar el peso del factor económico en la población, precisamente Colomina trae a colación el término permacrisis para referirse a cómo, de alguna forma, se ha ido solapando una crisis con la otra. Hablamos desde la gran crisis financiera y económica desatada entre 2008 y 2009 que ha sido larga, desgastante –sobre todo en Estados Unidos y en Europa- y que, sin salir completamente de ésta, se le añade el frenazo de la pandemia y desde hace casi un año la invasión de Rusia a Ucrania.
Le pregunté a la investigadora si cree que estamos, de alguna forma, viviendo nuestro invierno democrático; para ella hay un cierto malestar social, una extrema derecha mejor organizada, una hiperconectividad que ha creado una determinada exposición y partidos políticos radicales con cierta capacidad de aprendizaje que están organizándose mejor. Me parece muy interesante esa tesis que sostiene cierta línea conductual (a partir de conexiones predeterminadas) entre los movimientos del asalto al Capitolio, lo que ha pasado en Brasil recientemente y lo que se abortó en Alemania hace unas semanas.
A COLACIÓN
Para Anna Ayuso, el panorama perfila una época convulsa no solo para América Latina. En voz de la experta de CIDOB, Brasil es un país muy importante en la región con mucha influencia y que determina en buena medida cuáles son las dinámicas que se dan sobre todo en Sudamérica.
“Lo que pasa tiene efectos en la región. En parte lo que está sucediendo no solo tiene que ver con la propia región sino también con aquello que acontece en el mundo. Por otro lado, tiene sus peculiaridades internas es un país muy grande, diverso y con un peculiar sistema político muy fragmentado con muchos balances de poderes y con desigualdades. Lo que vemos es el fruto de dos décadas, en las que se ha producido una polarización política dentro de las instituciones y por otra parte, una desafección no solo en Brasil respecto a las instituciones. Eso está afectando a la calidad de la democracia”, remarca.
Le he dicho a Ayuso si ella está totalmente convencida de que la mano de Bolsonaro está agitando todo esto y la académica no duda de que él ha sido el canal y el catalizador de movimientos que ya existían.
Para Lula está en riesgo la gobernabilidad de Brasil y la viabilidad del estado, un aspecto muy preocupante si no logra rápidamente cohesionar a las fuerzas políticas, sociales y económicas.
“Hay que generar consensos y esos consensos basarse en un pacto social que abarque lo más amplio posible. Si tratas de imponer las posiciones más radicales entonces se polariza todavía… más en las pasadas elecciones y en las anteriores, ya mucha gente no votaba por un candidato, sino contra otro candidato”, refiere la también profesora de derecho internacional público de la Universidad Autónoma de Barcelona.
@claudialunapale