Tenemos en México en feo vicio de ningunear al ciudadano y su sentir en los análisis políticos y artículos de opinión. Se prima al actor político y se reduce al ciudadano, indebidamente. Algunos trabajamos para evitarlo, otros no. Es que o se le atribuyen condiciones que no necesariamente existen o afrontan –vota por miedo, no supo, mil pretextos o descripciones más– por dar por hecho muchas cosas al desconocerlas o a saber de dónde se sostengan otras tantas o de plano, al ciudadano se le invisibiliza en los análisis, de tal suerte que no es parte de ellos y tampoco de los resultados de cualquier proceso analizado. Sume si tal o cual político no le cuadra al autor de un análisis. El resultado es una constante: análisis sumamente incompletos. Puede ser producto de la cultura priista que cancelaba al ciudadano y que pudría la ciudadanía.
Grave, porque ello contribuye a generar análisis y diagnósticos equivocados en el sentir social. Y ¿por qué sucede así? Pues porque es una variable que convendría no negar. Al hacerlo, incluir y negando a los ciudadanos como factor, evitaríamos dejar incompleto el resultado de una reflexión.
Partamos de tres ejemplos. Tres premisas expresadas por analistas o por políticos: A) los ciudadanos se equivocaron en votar por López Obrador en 2018. B) “Después de Peña, Kuribreña” (priistas dixit en 2017) y, C) Morena se quedará 3 sexenios (senador Monreal).
Los tres ejemplos no consideran lo que el ciudadano piensa. Y los analistas que replican las premisas acaban eliminándolo. Las aseveraciones formuladas cancelan su existencia, su peso, su sentir. En automático. En el primer caso se revela una actitud de no ponderar el sentir ciudadano, su capacidad de discernir, de decidir, de objetar y de defender sus intereses reflejados en nombres y lemas, siglas y propuestas que le endulcen el oído como votante o le provoquen una determinación; así, decide y asume ante tal o cual partido político: en libertad, no a juicio del analista ni del político. Pero no le vale a los analistas como elemento suficiente y demeritan su capacidad de decisión.
Mas equivocan su veredicto. Decir que se equivocaron los ciudadanos es ningunear su derecho a decidir, aunque no le cuadre al analista –ya no digamos si usa el tono ridículo de voz en plan regaño por votar López como fanfarronea Martín Moreno regañando a esa ciudadanía libre sin tener ningún derecho a regañarla– es minimizar su derecho y cuestionar su privilegio de decidir votando lo que consideren adecuado. Independientemente de que votaron por López y hacerlo al doble respecto a los electores de 2012 y fue un voto transversal. ¿Equivocados? No, nunca se está si es echar del gobierno al PRI cuando va demostrando su peor calaña como en el sexenio pasado. No hay error. El acto fue certero al rechazar masivamente las otras opciones y es digno de celebrarse.
En el segundo ejemplo los priistas pensaban legítimamente que en 2018 repetirían. Independientemente de que su desastrosa y perjudicial manera de gobernar y atender los temas públicos determinaran el sentido del voto. Esa frase creada cuando se sondeaba si Meade podría calar en los ciudadanos, no consideraba la realidad de lo que aquellos querían. Es no solo un estribillo mediocre de campaña, sino que es, además, un estribillo muy priista de imposición del candidato. “Primero Peña y luego Kuribreña” –segundo apellido de Meade– omite la pregunta clave, obligada, necesaria: ¿y los ciudadanos estarán de acuerdo? ¿repetir sin más? ¿sin valorar desempeños? cuando esta frase la he comentado en distintos ámbitos priistas obtengo una respuesta: ¡bueno…el voto es mero trámite! Grave, ya que es nulificar el derecho ciudadano. Es el PRI, lo normal.
Cuando el senador Monreal dio una entrevista hace ya tiempo y sostenía que el proyecto morenista sería de tres sexenios (al menos) uno debe preguntarse sí esto será así solo si los electores lo desean ¿o no? que no es ni a fuerzas ni por decreto quedarse tres sexenios. Pero entonces… el derecho ciudadano si importa y nadie lo considera. ¿Y si los ciudadanos les niegan el voto en 2024? Aunque Monreal quiera tres sexenios. Si daba por hecho que lo harían estupendo como para que los ciudadanos no les negaran el voto, mejor haberlo expresado. Pero realmente deja muchas dudas en torno a si las cosas serán de esa manera y si importara la ciudadanía.
Ni políticos ni analistas políticos tienen por primer mandamiento poner al ciudadano en el radar, en el análisis. Aseveran escenarios y conclusiones no en función de tales sino en función de los actores políticos, únicamente. No enlazan una cosa con la otra y debieran. No considerar la elemental lógica del actuar ciudadano hace de la política cosa de exquisitos y no lo es. Máxime porque saben sus analistas que aquella es tantas veces tan ajena y contraria al interés ciudadano y en pro de los políticos. Aseguran tales análisis cosas que no están en sus intenciones y por eso suenan disparatadas. Si responden sus autores que pulsan el sentir ciudadano, no se nota. No lo incluyen ni mencionan. Si afirmasen que lo hacen porque miran encuestas, el extravío es absoluto.
Como ejercicio crítico es pertinente incluir al ciudadano, generándose la mesura y más lógica en el análisis. No pensar solo en la lógica del político (que puede errar al plantearla) sino del ciudadano, también. Se falsearía menos al analizar. No habría tantas sorpresas del actuar ciudadano y desde luego, se sanearía mucho el proceder del análisis político, complementándolo, que mucha falta que hace.