Se le atribuye al primer ministro inglés Benjamín Disraeli la frase que había tres tipos de engaños, “las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas.” El fallido candidato Trump supera todos los récords en cuanto a mentir por lo que merece que la famosa frase se adapte para incorporarlo.
¿Cuáles son algunas de las últimas mentiras del perdedor? Un breve análisis de ellas, a partir de sus alucinantes entrevistas en medios y la infinidad de tuits que ha excretado, ayuda a evaluar su magnitud y la gravedad del desequilibrio mental de quien los profiere:
“Yo gané de calle la elección.” La evidencia aportada por Trump fue, como siempre, su íntima convicción de que así había sido a partir de su descalificación de la elección presidencial porque los jueces han echado al suelo sus alegatos por falta de pruebas.
“El 3 de noviembre se acabó la democracia.” Aquí no estamos hablando ya de cualquier complot como los que Trump denuncia a diario. Ahora se trata de una conspiración mayúscula en la que participó mucha gente involucrada con la elección. Según él la democracia sólo existe cuando gana.
“Las burócratas se robaron la elección.” Para descalificar el proceso electoral completo ayuda enjuiciarlo como “una elección de Estado” en la que el “Estado profundo” ordena el resultado y maneja los hilos para asegurar que así sea.
“Hay que contar voto por voto, casilla por casilla porque yo estoy arriba.” Eso es lo que se ha venido haciendo en los estados en los que el voto estuvo muy cerrado, como en Georgia y Arizona, y Trump de todos modos pierde.
“Los observadores de fuera no vieron nada.” Aquí el complot se amplía al ámbito internacional. Analistas europeos afirmaron que “alegatos sin respaldo sobre supuestas deficiencias del sistema por parte del presidente en funciones, dañan la confianza del público en las instituciones democráticas.”
“Los medios de comunicación son parte del complot.” Esta cantaleta es la que ha venido repitiendo desde que apareció en la escena política pues quiere lisonjas y no análisis y críticas.
“Se vendieron, hubo mucho dinero…” Hasta miembros del partido que lo postuló y que lo seguían apoyando, se vendieron, según él. Ese es el caso del gobernador de Arizona que el lunes pasado certificó la elección y del secretario de Estado de Georgia que hizo lo propio días antes.
Lo único que me sorprende de la conducta deschavetada de Trump es que no lleguen los enfermeros del manicomio para llevarse en camisa de fuerza al mal perdedor que muestra a diario que requiere de ayuda psiquiátrica urgente. ¿Se dan cuenta de la que nos salvamos?
Este texto es idéntico al que publiqué en julio de 2006 después de la elección presidencial en México y sólo cambié los nombres del candidato perdedor y lo ajusté a las distintas circunstancias de ambos países, de acuerdo con la tesis que he sustentado en esta columna de que ambos perdedores son hermanos siameses.