Corresponsal en el Imperio del Centro

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Miquel Escudero

Leo con interés el libro ‘La cara oculta de China’ (Diéresis). Isidre Ambrós, su autor, fue corresponsal de La Vanguardia durante diez años en el históricamente denominado Imperio del Centro, tan desconocido por los occidentales aún hoy día.

En 1998, sólo el 0,2 por ciento de los chinos tenía acceso a Internet. Pero ahora están conectados a la red más de 900 millones de los 1.400 millones de habitantes de la China; un país con 56 etnias, de las que la Han supone la inmensa mayoría de la población (y que tiene unidad en el lenguaje escrito, pero no en el hablado).

Apenas acogen a medio millón de extranjeros; no son especialmente bienvenidos, a las autoridades no les interesa que arraiguen allá. Incluso se advierte, de vez en cuando, a las chinas del peligro de encariñarse con ellos, avisando además de los problemas de seguridad nacional que tales relaciones podrían comportar. Es sorprendente que el juego esté prohibido en todo el país, menos en un solo lugar, que es, a la postre, el mayor centro de juego del mundo (por encima de Las Vegas): Macao, que, tras cuatro siglos y medio de pertenecer a Portugal, regresó a la soberanía china en 1999. Por su parte, Hong Kong -donde Oriente se cruza con Occidente- fue devuelta por los británicos en 1997, tras siglo y medio de ejercer su control.

En China no son raros los pisos mosquitos (de 16 metros cuadrados), ni la especulación inmobiliaria. Hay clamorosas desigualdades y evidencias de racismo. La República Popular China está regida por el Partido Comunista, una organización con más de 90 millones de afiliados. No obstante, hay gentes apasionadas por el lujo y adictas a las compras, en selectas arterias de la capital; por ejemplo, la Avenida Wangfujing. Hay copago en la Medicina pública, y en los hospitales públicos es obligatorio pagar por adelantado.

Asimismo, está extendida una fuerte obsesión femenina por no quedar catalogada entre las mujeres sobrantes; son las solteras de más de 27 años de edad, cuyo número anda entre 20 y 25 millones. Se trata de una sociedad conservadora, donde a menudo los padres conciertan matrimonios de sus hijos y se exige, salvo contados casos, tener un hijo y sólo uno. Es posible encontrar una asignatura con el título ‘Cómo ligar’ (en la universidad de Tianjin, a poco más de cien kilómetros de Pekín), con 800 inscritos y dada por un joven profesor soltero y especialista en marxismo-leninismo. Desde hace unos años existe una especie de día opuesto al de san Valentín, es el día del Soltero: el once de noviembre (11/11 simboliza cuatro árboles sin hojas, aquellos que no están casados).

Entre otros datos curiosos se puede citar, en modo impresionista, que el presidente Xi Jinping es un gran aficionado del fútbol, o que en Dafen hay un salón de la mala fama con miles de cuadros pintados por unos veinte artistas, con los retratos de los condenados por robar al erario público; todos los cuadros tienen un mismo tamaño (de 50 por 60 centímetros) y un mismo color rosa (el de los billetes de 100 yuanes). Y hace ocho años se retransmitió por televisión, en directo, la ejecución de un capo birmano de la droga y tres cómplices, que dos años antes mataron a 13 marineros chinos.

La muy contaminada y populosa Shanghai atraía la cuarta parte del turismo extranjero en la China, y en la Expo 2010 tuvo más de 73 millones de visitantes; llegando a tener en un día, más de un millón de visitas. Posee el segundo mayor rascacielos del mundo (632 metros de altura), el primero mide 828 metros y está en Dubai.

Ambrós cuenta muchas cosas y de modo muy ameno y cordial (sería de agradecer un segundo volumen). Sabe guiarnos con pericia por lugares a los que no tendríamos fácil acceso, pero también referirnos el Protocolo Bóxer, firmado el 7 de septiembre 1901, en la Embajada española, con la mediación decisiva del diplomático español Bernardo de Cólogan (1847-1921). O contarnos cómo el granadino Antonio Ramos introdujo el cine en China.

El punto cero de la Covid-19, Wuhan, tiene unos once millones de habitantes; quedó confinada durante 76 días y concentra el mayor número de muertos por la pandemia, reconocidos oficialmente. Cifras que no son fiables; hay que considerar también el factor permiso de residencia en las distintas prefecturas y regiones, a menudo vulnerado y siempre omitido para evitar sanciones gubernamentales.

Hace cuatro años, el principal dirigente del PC de una localidad fue destituido por mostrarse ‘frágil ideológicamente’ en un encuentro con líderes religiosos musulmanes, de la etnia Uigur. La razón es que se abstuvo de fumar ante ellos, dando muestras, se dijo oficialmente, de un “escaso grado de compromiso con la laicidad”. Da para hablar.

Profesor y escritor.

Publicado originalmente en elimparcial.es