¿Tomarán el CEN del PRI y los Comités Estatales? ¿Cuándo?

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Los priistas perdieron las gubernaturas, no pudieron recuperar capitales de entidades federativas ni curules en la Cámara de Diputados Federal, hubo entidades donde se llevaron carro completo en derrotas en las elecciones concurrentes del pasado 6 de junio.

Sin embargo, el priismo anda conforme con los resultados. Como popularmente se dice, “como si tuvieran alote en las venas”. Pocos, contados con los dedos de una mano, son quienes han alzando la voz en contra de su dirigencia nacional, responsable de las derrotas y victorias.

No se trata de una dirigencia de última hora, sino se trata de una dirigencia electa desde cuando los grupos internos que tienen el control del PRI se quedaron con los despojos tras la debacle de 2018, en que Morena les arrebató prácticamente todo.

Es evidente que se quedaron con los despojos solamente para reposicionar a la cúpula vía diputaciones plurinominales para a la vez retener el Comité Ejecutivo Nacional, a través de Alejandro Moreno Cárdenas (“Alito”) o vía Alejandro Murat Hinojosa, gobernador de Oaxaca y heredero de José Murat Casab, presidente de la Fundación Colosio.

Se ha llegado a hablar de la probabilidad de que “Alito” se le suba a las barbas a quien lo impulsó al cargo de presidente nacional del PRI para ahora disputarle a su tocayo la candidatura priista a la sucesión 2024.

De risa, ¿no? Ninguno ha dado resultados como “líderes priistas” a favor del Revolucionario Institucional (PRI). Más bien su accionar parece favorecer a Morena, sobre todo el accionar de Alejandro Murat, quien sin rubor alguno le hace caravana al jefe político del morenismo, Andrés Manuel López Obrador, en su calidad de Presidente de la República.

Una cosa es la institucionalidad, y otro cosa…ya es otra cosa.

Y si es como dicen, que a “Alito” le leyeron la cartilla para disciplinarse a Morena a cambio de mandar al olvido un expediente en su contra con un cúmulo de ilícitos, pues no le queda de otra. Tan no le queda que por eso mismo promovió el nombramiento de Rubén Moreira en la coordinación de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

Vaya, ¿por qué no “Alito”?

En fin, que todo sucede en las grandes ligas políticas, mientras el priismo parece inmóvil, inerte, sumido en el conformismo sobre el modo en como la cúpula poco a poco lleva al PRI a su última morada o, peor aún, a la reducción de un partido testimonial.

Y si el voto en las elecciones del 2021 refleja la voz de ponerle un alto a cualquier intento de volver a los tiempos de partido hegemónico, la cúpula priista prepara la estocada, no solo a la base militante, sino a la ciudadanía que todavía creyó en este partido.

Sí, la estocada desde la Cámara de Diputados prestándose para que Morena alcance la mayoría en la aprobación de los proyectos de AMLO. Y no tendría por qué oponerse siempre y cuando los proyectos fuesen en beneficio colectivo; lamentablemente no siempre será así.

¿Y dónde quedarán los pesos y contrapesos?

Retomando: ¿Cuándo, pues, la rebelión priista?

Nadie dice nada, ni siquiera aquellos candidatos, aquellas candidatas, que siendo buenas propuestas, perdieron porque faltó “operación” política por parte de la dirigencia nacional. Y sin embargo, le aportaron al PRI altas votaciones en sus respectivos distritos electorales.

¿Y todo para qué? Para que entren los plurinominales: Miembros de la dirigencia nacional y el clan de éstos.

Bueno, sí…ahí anda Ulises Ruiz Ortiz, ex gobernador de Oaxaca, solito, intentado que el priismo salga de su letargo. Pero es una voz en el desierto.

¿Y LE HARÁN CASO A ULISES RUIZ? 

En sus redes sociales, Ulises Ruiz Ortiz escribió: “Si queremos que el PRI vuelva a ser importante para México, saquemos a Alito a patadas de la presidencia. Que no haga más daño al PRI y a los priistas. ¡Vamos a tomar el CEN y los directivos estatales! ¡El partido lo reclama!” 

¿Y cómo para cuándo?

Al PRI le hace falta una buena sacudida, pero ¿qué priista se va a arriesgar a sacar a patadas a “Alito”? Además de Ulises Ruiz y su reducido grupo, quien sabe quien más.

Los priistas con algún cargo de elección popular pertenecen a la cúpula, entonces se deben a ésta. No alzarán la voz. Tampoco lo hará la base militante, a menos de que empiece a ver acción.

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