Por décadas, la reelección inmediata de legisladores y autoridades municipales fue un tema tabú, sobre la que se colgaron numerosos mitos y se le atribuyeron efectos que, desde la perspectiva de este momento, se ven como lo que fueron: caricaturas.
Para dar algunos ejemplos, se decía que fue un logro de la Revolución, cuando Madero solamente pensó por impedir la reelección de Porfirio Díaz y la Constitución de 1917 amplió esa prohibición a los gobernadores. La no reelección de legisladores y autoridades municipales obedeció a la necesidad del entonces Partido Nacional Revolucionario de centralizar sus estructuras y reorientar lealtades. También se decía que la reelección inmediata favorecería el anquilosamiento de la clase política y el fortalecimiento de cacicazgos, aunque curiosamente quienes usaban más ese argumento eran políticos anquilosados y caciques.
Entonces, ¿por qué se hizo de la reelección un tema tabú? Porque permitía primero al PRI y luego a los demás partidos controlar verticalmente las carreras políticas de sus militantes, prohibiéndoles cultivar bases propias y, con ello, inhibir la rendición de cuentas. De hecho, la aprobaron por presiones ciudadanas y aún así pusieron el candado del artículo 59, donde se reservaban el derecho de reseleccionar personas que desean reelegirse.
Con todo lo anterior, compitieron 207 personas legisladoras para la reelección; 167 por distrito y 40 por lista. Si consideramos que varios de la primera categoría eran diputadas y diputados de lista que aspiraban a repetir por la vía de mayoría, en 161 de nuestros 300 distritos hubo al menos una candidatura que aspiraba a la permanencia.
El porcentaje de éxito de las personas candidatas que aspiraron a la reelección por distrito fue de 66.46%: 111 en total. Si sumamos a las 29 personas que repitieron a través de las listas de partido, tenemos 140 diputadas y diputados que volverán a la LXV Legislatura (2021-2024).
Lo arriba descrito traerá cambios significativos en la operación tanto del órgano legislativo en su conjunto, como de los grupos parlamentarios. Por ejemplo, respecto a la presencia de personas reelectas en cada grupo parlamentario, se pueden adelantar dos hipótesis que serán confirmadas o refutadas a lo largo de la próxima legislatura:
Hipótesis 1: Un bajo porcentaje de personas reelectas por distrito, o un alto porcentaje de personas reelectas por la vía plurinominal, darán mayor control al partido central sobre la cohesión, suponiendo que sean estables los liderazgos partidistas. Quien coordine el grupo parlamentario seguirá siendo, en buena medida, un agente del instituto político.
Hipótesis 2: un alto porcentaje de reelección, especialmente a través de distrito, hará necesario una mayor operación política al interior del grupo parlamentario, con el fin de generar cohesión interna. Esto requerirá liderazgos legitimados por la propia bancada antes que la dirigencia partidista central.
Sobre las tácticas que siguieron los partidos para reseleccionar a sus militantes, así como sus porcentajes de éxito, publiqué un estudio hace unos días, el cual está disponible en: ¿Cómo operó la reelección? Tácticas de nominación de los partidos y porcentajes de éxito de las candidaturas para la Cámara de Diputados en 2021 | Fernando Dworak
¿Qué sigue? Por más que la reelección cambie las dinámicas entre los partidos, las personas reelectas y la ciudadanía, los beneficios que traerá no vendrán solos: ¿cuántos de ustedes conocen a las personas que eligieron o, en su caso, reeligieron? ¿Conocen sus agendas? ¿Sus intereses? Este juego no es de voluntad, sino de conocimiento, estrategia y, sobre todo, una cabeza fría.
@FernandoDworak
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