El periodista Francisco Huerta comenzó la corriente de periodismo civil frente a la fuerza y poder del gobernante. Huerta, en sus programas “Voz Pública” e “Inocente o Culpable” abrió los micrófonos de la XEW a los radioescuchas, quienes, por primera vez con su propia voz, no con la lectura de llamadas en voz del conductor. Se difundía en vivo lo que el ciudadano de a pie opinaba, expresaba y decía, en el tono y fuerza del ciudadano. No era fácil, porque se corría el riesgo de que alguien usara el micrófono para decir algo que fuera en contra de la ley de radio y televisión, por ello las llamadas se grababan y en vivo se transmitían por segmentos, su equipo suplía con creatividad e ingenio las carencias de la época y lograba su cometido, dar el uso de la voz en la “W” al pueblo.
Los estudiantes de periodismo o comunicación saben, que regularmente en los medios tradicionales, la comunicación es de una vía, un transmisor y un receptor, lo que impide que la comunicación sea circular, que haya retroalimentación en el proceso de comunicación, en los años ochentas Paco Huerta logró que el circulo se completara, cuando al receptor se le abre también el micrófono para que se vuelva transmisor. Hoy en redes sociales el anhelo de Francisco Huerta es una realidad, quiero suponer que Andrés Manuel López Obrador en sus orígenes, como candidato también comprendió la necesidad de darle la palabra al pueblo, ello explica – quiero pensarlo así – el origen de las mañaneras. Pero como todo en sus orígenes, conforme se instalan en su zona de confort, las cosas cambien y hasta se revierten, es el caso de las mañaneras. Las mañaneras desde que fuera jefe de gobierno de la ciudad de México – teóricamente – serían una manera de dar transparencia e información directa a las tareas de gobierno, también en un principio la sociedad lo vio como un acierto de Andrés Manuel, porque lo veían cercano al pueblo, sin embargo, le intensión ya siendo gobierno se pervirtió y abusó del instrumento, la discriminación de medios y censura de periodistas reflejan intolerancia e incapacidad de aceptar errores y menos a periodistas que los señalen. En el gremio periodístico – donde por cierto todo se sabe – se tiene claro que a las mañaneras solo asistirán periodistas a modo que sean capaces de acatar las instrucciones de Palacio. Los autoelogios y complacencias tienen su recompensa de los dos lados, del gobierno aplausos y fortalecimiento del ego presidencial y de los asistentes a la mañanera,enriquecimiento, concesiones, favores, dinero y cargos públicos. Eventualmente, se permite el acceso a algunos famosos, muy famosos, por el miedo a ser exhibidos por prohibirles el acceso cuando el pretexto de las mañaneras era informar.
Así el circulo de retroalimentación no se completa, ni se ha podido ni se podrá completar, no hay retroalimentación tan necesaria para el intercambio de ideas, para el fortalecimiento de las tareas gubernamentales, por la intolerancia de la comunicación presidencial.
Ahí es precisamente donde se ve de manera inmediata la cerrazón y discriminación a los medios, fenómeno que al menos se ha podido superar con el uso de medios de difusión masiva.
Las mañaneras son hoy un medio de “defensa” del “indefenso” gobernante, que cuenta con todo el Poder del Estado, que se disfraza y pretende parecerse al indefenso ciudadano de a pie, de la sociedad civil, por quienes tanto luchó Francisco Huerta.