Trump. Invasor de México

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Ha tenido que ser por filtraciones, más que en la Mañanera, donde nos enteramos de que Trump sí exigió a Sheinbaum que permita el ingreso de tropas yanquis a México supuestamente para combatir el narco que robustece sus drogadictos irredentos. Petición afortunadamente rechazada por la presidenta. Eso ha traído dos reacciones: a) que nuevamente Trump asegure que Sheinbaum se niega porque le teme a los carteles y b) que nos recuerde que Zedillo sí autorizó balazos con balas de goma a los mexicanos. Otra del impresentable priista.
La verdad es que lo que es de temer sí es una invasión yanqui; lo que es de temer consiste en que una vez que los dejas entrar sí crece la droga y no hay manera de echarlos. Eso es lo que se teme de estos miserables invasores oficiosos metomentodo.
A inicios de marzo en una reunión de académicos de élite, una periodista de muchos años en el medio me preguntó cómo veía yo al nuevo mandatario yanqui. Le dije que yo no descartaría una invasión a México. Se hizo un incómodo silencio. Yo no tengo que pedirle a usted, amigo lector, que me crea mi pronóstico. Solo digo que viviré para verla. Estados Unidos no sabe cómo ya más meterse. No será por drogas, que son solo el pretexto, así como lo son para encubrir su tramposo proteccionismo. Toda la vida han ambicionado quedarse este país, pese a que lo nieguen o minimicen que así lo quieren. Son voraces e insaciables. Nada más por eso.
Sí, el yanqui dirige sus baterías contra Canadá y habla de volverlo el estado 51, pero no quita el ojo a México. Cada gobierno mexicano ha ido cediendo a las presiones yanquis y esta vez han narcotizado la agenda bilateral. Eso casa estupendo con su proteccionismo violatorio de los más elementales principios del libre mercado que preconiza el capitalismo que dicen desarrollar. Un capitalismo a modo, desde luego.
Ahora Trump exige que entren tropas, no le bastan los amagos, los drones y el barco de guerra fondeando en nuestros puertos. No tiene hartazgo ni llenadera el señor Trump.
Nuestro país no la tiene fácil. El PRI timorato no construyó alianzas ni mucho menos contrapesos con terceros. Así que es lo recibido y heredado. Estamos como Ucrania frente Rusia, solos. Y con el voraz vecino beligerante y belicoso.
No es un panorama sencillo y no se puede más que respaldar a la presidenta. Sirva decirlo por los opositores que pretenden que Trump la quite. Ellos, que no pudieron impedir que fuera presidenta porque no ofrecieron nada sensato a los electores. Su actitud es muy antidemocrática y peor aún: sobre todo es propia de traidores a la Patria poniéndose del lado de un enemigo de México. Aunque les fastidie tanto así ser llamados y que se cuestione a sus amados Estados Unidos. Habrase visto que aplaudan esas tropas en México y esta clase de injerencias porque la presidenta no les cuadra. Cómo han perdido ya no el decoro, sino la vergüenza ya no distinguiendo lo defendible de lo que no, por legítimo derecho que cupiera a no coincidir con la Sheinbaum.
Para lo yanquis es mejor esta clase de encandilados que creen que Estados Unidos es lo único que merece la pena. Patéticos igual que Trump.