Así como vamos, la otra pandemia será la de la ignorancia, con unas generaciones de educandos que quedarán lastradas por la actual vorágine provocada por el SARS-CoV-2.
Hay infantes en edad escolar retrasados en lectoescritura; niños en primaria, rezagados en matemáticas; adolescentes en las aulas de las secundarias, con resabios acumulados que seguramente arrastrarán de por vida en el renglón del conocimiento y el aprendizaje. Mientras que, en los institutos y bachilleratos, afloran las deserciones escolares que además se dejan notar igualmente en el primer año escolar de las universidades con matrículas que siguen cayendo porque hay jóvenes abandonando los estudios.
La pandemia está cargándose mucho de nuestro modo de vida en todas sus esferas: la educación no ha quedado indemne, desde luego los cierres, los confinamientos, las cuarentenas… la distancia física y sobre todo el miedo al contagio le han pasado una enorme factura a la educación y son los educandos las principales víctimas.
De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) en el “pico de la crisis” por la expansión del coronavirus a nivel global, más de 1 mil 600 millones de educandos, de más de 190 países se ausentaron de las aulas.
Ha sido y sigue siendo tan grave la situación de la educación en el entorno internacional, que dicho organismo adscrito a la ONU, la ha calificado como “perturbadora”.
A la fecha, según la UNESCO, dos tercios de la población estudiantil del mundo sigue afectada porque sus escuelas continúan cerradas o bien lo están parcialmente. Al menos, en 29 países todos los parvularios siguen sin abrir.
Así como en la economía, las cadenas de suministro se rompieron durante varios meses, en el sector educativo también persisten las disrupciones. En marzo del año pasado no se sabía cómo impactaría el virus a los niños y adolescentes y se temió lo peor.
Primero, las autoridades sanitarias en voz de la OMS, afirmaron que los menores fungían como transmisores y contagiaban a los adultos mayores, precisamente la primea capa más afectada dentro de la llamada primera ola.
Ahora en agosto de 2021, las olas del Covid-19 no llevan un ritmo igual al interior de cada país; mientras en México se habla de la tercera ola, en España y otros países europeos está viviéndose la quinta ola con un virus que ya está afectando más a jóvenes de entre los 14 a los 35 años de edad.
A COLACIÓN
En Europa, hay nerviosismo porque se teme que una sexta ola del coronavirus se desate con el retorno a clases entre la población estudiantil que hasta el momento había vuelto a las aulas, al menos en el último año escolar y lo había hecho bastante controlada.
Al menos en España, en el pasado ciclo escolar no hubo grandes sustos, los educandos y sus profesores se comportaron bastante apegados a las normas de mantener la distancia física, de la higiene, el uso de la mascarilla y la ventilación.
De hecho, el pasado invierno que en Europa suele ser bastante largo y frío, en las aulas si bien encendieron la calefacción mantuvieron abiertas las ventanas. Se permitió que los educandos llevaran una manta para echarse encima.
Esta vuelta a clases intranquiliza porque Delta está acelerando los contagios. Las autoridades educativas en España tienen hasta el momento el calendario vigente con las aulas presenciales y el retorno presencial de los universitarios que son los únicos educandos que permanecieron todo el ciclo escolar pasado estudiando online.
En lo personal, no puedo dar un consejo a los padres acerca de si llevar o no a sus hijos a las aulas, yo quisiera que nos dieran la opción de elegir el esquema que más nos hiciera sentirnos en calma; aunque entiendo que no es lo mismo aprender matemáticas por computadora que resolver las dudas con los profesores in situ. Lo único que nos queda es seguir con las pautas de precaución: cubrebocas, ventilación, higiene y distancia física… y oraciones al cielo.
@claudialunapale