Afganistán marca la decadencia de EU

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Mitómano, borracho, cocainómano e inestable, George Walker Bush, como presidente de Estados Unidos se empecinó en liderar una “guerra contra el terror” para la que no estaba capacitado pero de la que obtuvo amplio rédito político y personal; así como de los atentados del 11 de septiembre de 2001 a los que exprimió hasta la saciedad a tal grado que logró reelegirse.

Ahora, casi veinte años después de iniciar la invasión de Afganistán (7 de octubre de 2001) Bush ha perdido la guerra, la misma que hace dos décadas él como mandatario defendió ante el Congreso de su país bajo el argumento de que no sería “una batalla, sino una guerra larga”.

Y no se equivocó: la de Afganistán, junto con la de Vietnam (1955 a 1975), son las dos incursiones bélicas más largas libradas por el Ejército estadounidense y las dos más inútiles y costosas para el erario norteamericano.

La diferencia, entre la una y la otra, es que la de Afganistán marca un punto de inflexión en la decadencia de la supremacía estadounidense a escasos días del veinte aniversario de los funestos atentados del 11-S y que motivaron, la decisión acalorada de un Bush que, con los tejanos puestos, creyó que invadir a esta nación de Oriente Medio era como domar al potro salvaje con el ramal de Washington… todavía con vida, a sus 75 años de edad, Bush se estrella contra el fracaso de sus decisiones y con éstas ha logrado arrastrar a su país al descrédito y a la desconfianza porque vamos a ver si los aliados vuelven a secundar a los americanos en otra invasión.

La de Vietnam, también marcada por el fracaso, los errores, el cúmulo de muertos y de una maquinaria costosa para las arcas, aconteció en un mundo con una Guerra Fría imperante, y de ese mundo, saldría   victoriosa la democracia occidental y el capitalismo cuando en 1989 cayó el Muro de Berlín y en 1991 se desintegró la Unión Soviética.

Son tiempos y circunstancias históricas diferentes: la de 2021 sigue marcando el descenso en la hegemonía norteamericana ante unos aliados impertérritos por atestiguar los años más desastrosos en la diplomacia de la Casa Blanca. Primero Trump, los ningunea y los ignora; y luego, Biden se olvida ponerse de acuerdo con ellos para realizar una salida digna y ordenada de territorio afgano. ¡Sálvese quien pueda!

Mientras mengua el poder de Washington, allá a donde da un paso hacia atrás en la esfera internacional, justo Rusia y China, dan dos adelante y hay otros actores que están aventurando el escenario y no piensan quedarse rezagados como Turquía, India, Qatar, Israel y Arabia Saudita.

A Bush habría que cobrarle la factura de su guerra: según la Universidad de Brown, casi veinte años de ocupación militar le han costado a las arcas públicas 2.3 trillones de dólares.

 

A COLACIÓN

¿Por qué es tan relevante la vuelta de los talibanes al poder? Afganistán no es un país ciento por ciento miserable, aunque el 90% de la población vive bajo umbrales de pobreza y persista un régimen tribal y a veces nómada en un rudo paisaje desértico, el país se ubica en un nodo geoestratégico en Asia central que es bastante importante.

Al sur y este colinda con Pakistán, al oeste con Irán, y al norte con las ex repúblicas soviéticas de Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán; y con China al noreste por el corredor de Waján.

En 1998, la CIA documentó un incremento del 300% en la producción de opio y heroína en territorio afgano; es la principal fuente de vida de la población dedicada al cultivo y distribución de la droga a los países de Asia, principalmente a China. Actualmente es el mayor productor de opio en el mundo con 328 mil 304 hectáreas cultivadas con datos a 2017, de acuerdo con el Fact Book de la CIA.

El Departamento de Energía de Estados Unidos, en 2006, cifró el potencial del crudo afgano recuperable de los campos ya conocidos en los 100 millones de barriles mientras que el Servicio Geológico norteamericano estimó las reservas líquidas –todavía por descubrir en el norte del territorio afgano– cercanas a los dos mil millones de barriles.

Igualmente posee un enorme potencial minero no explotado hasta el momento con subsuelos ricos en oro, diamantes, litio, cobalto y otros minerales valiosos.

Por si faltase algo, Afganistán estratégicamente es fundamental para China porque le sirve para sus intereses de extender su Nueva Ruta de la Seda (One Belt, One Road) que le permitiría crear la infraestructura necesaria para conectarse mejor con Europa.

Al parecer, el gobierno de Xi Jinping, estaría dispuesto a entenderse con un gobierno talibán a cambio de dar inversiones y, por lo contrario, obtener el compromiso de que no habrá ningún tipo de actividad terrorista; y tampoco intentos de captación ideológica en la zona de Xinjiang (al noroeste de China) donde existe una población islámica minoritaria. Afganistán es la medusa de las siete cabezas y Estados Unidos no pudo cortarle ni una…

@claudialunapale