Por más que se desacredite la estrategia de comunicación política del actual gobierno, es un acto de honestidad mínimo reconocer que funciona. Tan es así, que sigue siendo una distracción eficaz ante las malas decisiones que se están tomando. Todavía más, los mensajes con completamente congruentes con la narrativa e imagen que el presidente se ha construido por décadas. Podría decirse, incluso, que está consolidando su propia mitología en el imaginario popular.
Todos los gobiernos tejen relatos sobre por qué existe una comunidad, su devenir y destino compartido para ser percibidos como legítimos. Ignorar esto, debilita a cualquier régimen. Si no lo creen, vean qué pasó con el experimento democrático y de apertura económica de las últimas décadas: nunca tejió una visión de país para toda la ciudadanía, ni se preocupó por tejer su propia narrativa. Como resultado, terminó ganando el viejo y rancio nacionalismo revolucionario, con su visión retardataria.
El éxito comunicativo de López Obrador radica en su capacidad para mostrarse “auténtico” ante su público, de tal forma que es percibido como uno de ellos. Hablamos no solo de sus expresiones, que son repetidas por simpatizantes y adversos hasta incorporarlas al habla cotidiana, sino de su apariencia descuidada. ¿Son imágenes kitsch, corrientes o peyorativamente “nacas”? Sí, pero ese es el objetivo. Adicionalmente, tendrá a autoproclamados críticos y opositores atacándolo directamente, de tal forma que toda la discusión pública gira en torno a cuanto dice o hace el presidente.
Con lo anterior, me gustaría comentar algunos elementos de los spot sobre el Tercer Informe de Gobierno, centrándonos especialmente en la continuidad de esos mensajes con sus estrategias de comunicación previas.
Locación– Por más que se fotografíe en cualquier tipo de locales comiendo garnachas, la propaganda de Morena primero y luego del Gobierno ha sido eminentemente aspiracional. De 2015 a 2018, la mayoría de los spot del partido guinda fueron grabados en una casa de clase media, cómoda, iluminada y que daba la impresión de tener un nivel cultural alto.
Desde el gobierno, López Obrador ha sacado enorme ventaja de Palacio Nacional. Recordemos que el año pasado, en plena pandemia, publicaba videos desde cualquier lugar para posicionar mensajes semanales, desde los pasillos hasta incluso la tribuna del recinto que ocupó la Cámara de Diputados en el siglo XIX. Poco importaba si lucía desaliñado, como sus detractores se desvivían para señalarlo: el mensaje es que cualquier persona auténtica puede llegar al poder.
Los spot del Tercer Informe de Gobierno siguen ese patrón. Habla sobre su misión histórica frente a los murales de Diego Rivera, señalando que él pintaba sobre las tres transformaciones. El objetivo: señalar su propia relevancia y dimensión histórica. ¿Ridículo? Los únicos tres momentos donde hubo un intento por replantear la historia fueron el llamado “liberalismo social” de Salinas de Gortari, el musical “Regina” con Lucero durante el sexenio de Fox y un tibio intento por reivindicar a Agustín de Iturbide con Calderón. Puede no gustarnos, pero la historiografía de bronce ganó por default en 2018.
Imagen del presidente– Cada spot ofrece una imagen cuidada del presidente, orientada a externar dignidad: las camisas mal fajadas, trajes arrugados y zapatos sin lustrar sirven para otros contextos. Aquí imperan los trajes, con una toma en guayabera para hablar sobre la juventud. Un detalle más: en el spot donde habla del precio de los combustibles, no hay una computadora, ni una agenda u otro objeto que pueda señalar que ahí trabaja, analiza o toma decisiones. Es decir, el mensaje es dignidad y poder: no ejercicio, ejecución, información o responsabilidad.
Narrativa– Lo que llama más la atención de esta serie de spot es el cambio de estrategia de comunicación. Mientras los gobiernos anteriores recurrían a historias de personas para ejemplificar los alcances anuales, aquí se trata de la reafirmación de las causas que ha enarbolado López Obrador y cómo las está culminando. La población no aparece, más que en el discurso del presidente: sólo existe el secretario de Hacienda, para comunicar que el presupuesto de 2022 se negociará en Palacio Nacional, y hasta ahí. ¿Para qué hablar del pueblo, si él lo encarna y representa?
Dicho lo anterior, den una vuelta al otro lado, y contemplen el gran vacío comunicativo de la oposición.
@FernandoDworak
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