La ejecución de la periodista Lourdes Maldonado fue una muerte por encargo. El objetivo de sus asesinos era silenciarla.
“Encárgate de esto” fue la orden recibida por el gatillero que llevó a cabo el atentado.
En Tijuana abundan los asesinos profesionales que ofrecen esos servicios. Los sicarios del narcotráfico operan con otro tipo de armas y de una manera más violenta.
Lourdes no era una periodista que se distinguiera por confrontar a los grupos y los líderes del narcotráfico. Asumía los temas de la mafia como la narcopolítica en el que puso mayor énfasis y en ese tema siempre aparecía el nombre de Jaime Bonilla y buena parte de los políticos afines a este conspicuo personaje.
Bonilla mantuvo vínculos con el clan de los hermanos Arellano Félix y se jactaba de ser “compadre” de Ramón, uno de los más violentos de esa familia de mafiosos. En Tijuana para nadie es un secreto su relación con el abogado Humberto Valdez Ramos, mejor conocido como el “Pato” quien estaba al servicio del Chapo Guzmán. Bonilla está relacionado con Amado Cruz Anguiano, miembro del cartel de los Arellano Félix, sobre esa relación hay denuncias periodísticas y de algunos políticos locales.
La de Bonilla es una historia de claroscuros. De luces y sombras. Durante décadas su familia vivió en una de las colonias más emblemáticas, conflictivas y peligrosas de la ciudad: La Libertad. Allí nacieron los once hijos del matrimonio del médico militar y una ama de casa. Vivían con estrechez con las cosas indispensables para vivir.
La vida de la familia cambio de una manera rocambolesca a mediados de la pasada década de los ochenta cuando Jaime se vinculó con los Arellano Félix gracias a la relación de éstos con el entonces gobernador Xicoténcatl Leyva Mortera quien fue su protector y quien lo empleó como capataz en las maquiladoras de la familia del gobernante.
La bonanza de Jaime y su familia se dio en los tiempos en que Tijuana se encontraba asolado por la violencia. Llegó un momento en que la ciudad llegó a ocupar el primer lugar en las estadísticas de los homicidios, principalmente por los asesinatos perpetrados por sicarios de los carteles de la droga.
En ese mundo se desenvolvió Jaime Bonilla bajo la careta de un próspero empresario. Falso.
En esa etapa de su vida, a los 38 años, Jaime persuadió a su familia de donar a la Madre Teresa de Calcuta la modesta casa en la que habían nacido los hermanos Bonilla en un afán de quedar bien con Dios mientras Jaime estaba al servicio de la mafia lavando dinero.
Bonilla solía asumirse como un hijo de la “cultura del esfuerzo”, presumía estudios en la UNAM de la que supuestamente egresó como “ingeniero” y “administrador de empresas”, aunque no hay ninguna constancia de su paso por la máxima casa de estudios. Incluso suele presumir una “maestría” en administración pública por National University de San Diego. Falso.
Lourdes Maldonado quien durante un buen tiempo trabajó para los servicios informativos de la radio y televisión de Bonilla comenzó a investigar el origen de la fortuna y las empresas de su patrón Jaime Bonilla tras su despido laboral.
Durante nueve años Lourdes descubrió que la vida de Bonilla era una mascarada. Una farsa.
Acostumbrado a no dar de alta ante las autoridades del SAT y del IMSS lo mismo el Infonavit a sus empleados, Bonilla solía pagar los salarios en efectivo, muchas veces en dólares.
Bonilla llegó a presumir ser dueño de innumerables empresas y de contar hasta con 4 mil trabajadores en sus “maquiladoras”. Pero jamás se ha demostrado que bienes o productos “maquilaba” el falso empresario. Todas sus empresas estaban constituidas ante notario pero eran simples cascarones de papel.
Jaime Bonilla se negó a hacer públicas sus “empresas” y manipuló su declaración de bienes patrimoniales.
Muchas se preguntan por qué trabajó como empleado más de un decenio en el Departamento de Aguas de Otay en San Diego (2000 a 2011) si se ostentaba como un empresario “exitoso” de Tijuana.
En su declaración patrimonial valuó sus propiedades inmobiliarias en un millón de dólares (22 millones de pesos).
La periodista Lourdes Maldonado descubrió que la historia de Jaime Bonilla era una farsa. Lo desenmascaró y eso le costó la vida.
La muerte de Lourdes Maldonado es funcional a los intereses del exgobernador Jaime Bonilla cuyos nexos con personajes del crimen organizado han sido públicos, de ahí proviene su presunta riqueza.
Por la vía legal la periodista le ganó un juicio a Bonilla que menguaría su patrimonio. Las autoridades laborales le habían concedido el derecho a embargar los bienes del exgobernador.
Después de hacer público su triunfo laboral y exhibir las corruptelas de Bonilla, Lourdes Maldonado fue silenciada.
Un crimen que no debe quedar impune y que pone a Bonilla como el principal sospechoso.