Ha concluido la notable participación de la delegación paralímpica mexicana en los Juegos de Tokyo 2020, que ha dado tanta alegría a los aficionados y al público en general, remontando un poco la decepción causada por la delegación olímpica. Cada mañana, una nueva buena noticia. Los resultados dan esperanza, invitan a reflexionarlos y plantean aspectos que es menester no obviar y de ninguna manera minimizarlos, porque desde luego que es el momento adecuado para abordarlos dado que estamos de cara a un ciclo olímpico que culmina y al que se aproxima, que inalterado el esfuerzo si es que así se consiguiera mantener, supondrá mejores desempeños en el futuro inmediato pues solo resta tan solo esperar 3 y no 4 años nuevamente para ver sus frutos, con lo cual la oportunidad debe de aprovecharse para poner el acento en preverlo y antes, en discutir estrategias y como materializarlas.
Pues bien, la delegación enviada a Tokio en 2021 era una conformada por 66 atletas. Siempre es de menor tamaño a la olímpica y si bien solo hay 4 medallas solo de bronce en aquella, 22 paralímpicas de diverso metal implica registrar muchos mejores números que en Río. Claro, es entendible porque con el PRI, al PRI cualquiera lo supera sus números porque fue el reciente sexenio otra vez un bache, un retroceso en lo deportivo como en tantas cosas; y ahora se fueron mejorando los números de preseas de oro, si bien hubo 2 platas menos, también dígase, contra 2 oros más tomando en cuenta los Juegos no de Río, sino de Londres.
Que el panismo no se adorne tanto y sí critique menos. Pasaron los mexicanos de 34 medallas paralímpicas en 2004 a 21 en 2012, durante la gestión panista. O sea que la cosa iba en decadencia al final de los gobiernos panistas. Sí, el PRI fue una vergüenza con 15 en 2016. Por lo que a cada gobierno toque de responsabilidad tales resultados por si alguien insiste en el tema. Así que 22 preseas obtenidas en Tokio va a mejor la cosa, con dos oros más que en Londres, no olvidándonos de que todas las preseas son antes que nada de los atletas y es un número esperanzador el de Tokio que anticipa que tal vez dejamos atrás la negra etapa priista.
Si bien la naturaleza de los deportes paralímpicos es distinta a sus pares olímpicos, nos seguimos preguntando porqué dan tan buenos y mejores resultados. Teóricamente obedecen a los mismos ciclos de preparación, olímpicos y paralímpicos, y teóricamente ambas instancias se rigen por valores similares ligados a disciplina, superación y cuentan con determinados apoyos o adolecen de los mismos. O acaso es que no. Mas los resultados están allí.
En los recientes Juegos de Tokio, destaca que algunos medallistas ya lo fueron en Río, confirmando que el apoyo sostenido trae mejores resultados, continuidad y metas claras. El tamaño de la delegación no es la clave. La clave es la dupla preparación y el apoyo.
Adolece esta delegación de lo mismo que la olímpica. Más o menos presenta la misma limitante de acudir por los mismos deportes, menos variedad de tales y, desde luego, si bien son admirables y elogiables los logros en preseas, tampoco estamos viendo aún su incremento por el explicable tropiezo del PRI en todos los órdenes, destacando el deportivo, por la desgracia de su triunfo en 2012 –dicho así por las consecuencias negativas que atrajo en tantos rubros– y supuso un acelerar la caída en Río, que quizá está terminando más pronto en los paralímpicos que en los olímpicos, ojalá, pero no por ello se pueden dejar de lado dos aspectos torales:
- Se nota cierto anquilosamiento en la oferta. Hay atletas que ya son veteranos en estos Juegos de Tokio. Que acaso no permanezcan tanto tiempo más y es menester crear cuadros renovados o correremos el riesgo de que suceda lo mismo que en clavados o taekwondo en los Olímpicos: quedarnos sin nada en la siguiente.
- Tanto el Comité Olímpico Mexicano como el Paralímpico Mexicano deberían rendir informes detallados de estas participaciones y las anteriores. Detallarlo a la opinión pública. La opinión pública merece saber más para formarse un juicio más certero y dotar de mayor sentido su apoyo a nuestros connacionales. Desde números alcanzados, marcas y preseas, hasta los injustamente invisibilizados diplomas olímpicos tan meritorios y merecidos. En pocas palabras. Información más precisa y transparente de la que adolecen ambas instancias; de presentarla hacia fuera cada vez que concluye una edición y no solo para consumo interno. Después de todo, llevan el historial de nuestras participaciones nacionales.
Más que premios en económico –bienvenidos, mas no debe de quedar en ello– debe estructurarse un plan de largo plazo. Y que estos resultados orillen a perfeccionar procesos, a enriquecer los deportes en que destaquen los mexicanos participando –y que no sean solo unas cuantas disciplinas deportivas– y puedan a su vez mejorar este honroso vigésimo lugar general en el medallero, aun con pandemia y con 9 países menos participando que en Londres, por ejemplo.
Por último: fue acertada la decisión de que un medallista áureo cerrara la presencia mexicana en la clausura de los Juegos. Bien decidido y no como esa chapuza así sea no buscada, con Rommel Pacheco, figurín deportivo muy inflado que quedó a deber una medalla olímpica jamás alcanzada, nombrado abanderado en los pasados JJ.OO. sin mérito olímpico en preseas previas y bajo el peregrino argumento de ser sus últimos Juegos. No cabe duda que seguimos cometiendo errores gratuitos.
@marcosmarindiceG