En junio del próximo año habrá elecciones de gobernador en Quintana Roo. Mientras en Morena se libra una guerra interna por la candidatura, el mandatario saliente heredará un estado en su mayor crisis de gobernabilidad. El narcotráfico manda en Quintana Roo y ha permeado a las estructuras del gobierno. En esta entidad nació un nuevo engendro del narco: el “Cártel de Caborca” liderado por “Don José”, como se conoce al capo José Gil Caro Quintero, quien se encuentra bajo la lupa de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA).
El cártel de “Don José” está en disputa con el grupo de Nemesio Oseguera (El Mencho) por el control de la plaza en todo el estado. Eso explica la ola de violencia que se vive en la entidad con una cuota diaria de sangre, incluyendo a familias completas ejecutadas.
Poco o nada se sabe de esto en la capital del país, porque los medios han sido cooptados o amenazados por el narco. Y lo peor, los cuerpos policiacos están al servicio de las mafias.
El gobernador Carlos Joaquín González voltea para otro lado y hace cómo que nada pasa. Así ocurrió en su tiempo en el gobierno de Mario Villanueva quien pasó una larga temporada en prisión en Estados Unidos por su participación en el narcotráfico, al servicio del Cártel de Juárez en los buenos tiempos de Amado Carrillo. Ante las cortes estadounidenses Villanueva se declaró culpable. “Sí lavé dinero”, aceptó.
Gracias a una ley de amnistía promovida en 2020 por el gobierno del presidente Obrador continúa su sentencia en arresto domiciliario.
Carlos Joaquín podría seguir los pasos de Villanueva. Su antecesor Roberto Borge se encuentra interno en una prisión de alta seguridad en el estado de Morelos por actos de corrupción y delincuencia organizada.
Ningún estado del país ha sido puesto bajo la lupa del Departamento de Estado del gobierno de Estados Unidos por la ola de violencia. Durante la gestión del gobernador Carlos Joaquín González se han emitido un número indeterminado de “alertas rojas” por las amenazas y riesgos a la seguridad de sus ciudadanos, la gran mayoría turistas.
Estados Unidos una y otras vez ha mantenido la “Alerta Roja” en el Nivel 2 –de mayor precaución para viajar a Quintana Roo– por el aumento del riesgo a causa del incremento de los homicidios en todo el estado.
Carlos Joaquín llegó al gobierno gracias al nepotismo y las maniobras políticas que construyeron su triunfo mediante una alianza tejida desde los más altos niveles del poder en el gobierno del ex presidente Peña Nieto, gracias a la poderosa influencia de su medio hermano Pedro Joaquín Coldwell metido en el escándalo del Caso Lozoya.
El primer escándalo en el que se vio envuelto el gobernador se dio en el primer año de su mandato cuando el encargado de los recursos para su campaña, amigo y socio Juan Vergara fue puesto en prisión por la PGR cuando se investigó su fortuna. Vergara fungía entonces como secretario de Finanzas en el gobierno de Carlos Joaquín.
Carlos Joaquín presentó en su último informe datos falsos a los diputados referentes al escandaloso endeudamiento del estado. Aunque se asume el campeón de la transparencia, los manejos financieros de su gobierno son tan transparentes como el agua de horchata.
Para cubrirse las espaldas, dado de que está a unos meses de concluir su mandato (en junio de 2022 habrá elecciones) en abierta traición a la alianza partidista que lo respaldó (PAN-PRD) está promoviendo como su sucesora a la actual alcaldesa de Cancún: Mara Lezama.
Mara saltó a la política por la popularidad que le dio un programa radiofónico de chismes y denuncias ciudadanas. Se inició como reportera en un periódico local y su paso por la radio la catapultó a la política y en su primer intento por obtener la candidatura al gobierno municipal de Cancún tranzó con el exgobernador Félix González Canto su nominación a cambio de una importante suma de dinero.
Lo grave es que al inicio de su gestión hace tres años como alcaldesa en Cancún aparecieron varias mantas de grupos del narco donde le reclamaban su apoyo, pues a cambio la señalaron de recibir decenas de millones de pesos para su campaña.
Tras los reclamos de los narcos, lo atroz llegó después cuando apareció en una de las calles céntricas de esa localidad el cuerpo desmembrado de uno de sus escoltas que cuidaba de la seguridad personal del hijo mayor de Mara Lezama.
No es un secreto para nadie que el narco reina sobre los destinos de Cancún y de todo el territorio quintanarroense.
Aeronaves y lanchas rápidas van y vienen. Se desplazan en Chetumal ante la complicidad e indiferencia de las autoridades de Aeronáutica Civil que se encuentran cooptados por el narco, como ocurre también con soldados y marinos quienes participan del bacanal en que se ha convertido el estado de Quintana Roo. Es la misma historia que abarca a toda la Península. En Holpechen, Candelaria y la ciudad capital de Campeche las avionetas cessna retacadas de droga parecen una plaga de mosquitos cuando comienza a caer la noche.
Es el territorio de “Don José”, el capo protegido por policías, políticos y funcionarios de Quintana Roo.
El gobernador Carlos Joaquín González sabe que la alianza partidista que lo respaldó se encamina a una derrota. Lo que no sabe es cómo va a acabar. Lo mismo pensaron sus antecesores Villanueva y Borge. Ese fue su gran error.