A juzgar por la debilidad manifiesta de sus adversarios, que ni siquiera tienen un partido medianamente organizado y se dividen entre guarecerse en el PVEM o MC, para Morena la verdadera oposición en las elecciones de 2024 parece estarse gestando dentro de sus propias entrañas.
De tal manera que la acometida de César Raúl Ojeda Zubieta, excandidato a la gubernatura, revienta en un contexto de malestar interno por el arribo de priístas al partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, y parece alimentar el surgimiento de una corriente integrada por fundadores que se dicen desplazados del gobierno por grupos de interés ligados al PRI.
El hecho de que Ojeda se haya afiliado a Morena coronó una manifestación doméstica que empezó cuando el mismo personaje impugnó con nombre y apellido la llegada de dos exfuncionarios que, a su juicio, le hicieron “guerra sucia” a AMLO en los noventa.
El tema no es menor: el exsecretario de Gobierno envió al mandatario interino Carlos Manuel Merino Campos la copia de un texto en donde uno de los vetados llama “asesino” a López Obrador.
El aludido admitió haber calumniado a López Obrador, si bien trató de matizar su paso por las cañerías del viejo sistema político mexicano arguyendo que lo acusó de haber matado a su hermano al “calor electoral”, lo cual es inexacto: la campaña por el supuesto fratricidio endilgado al mandatario mexicano se dio desde el momento mismo en que el de Tepetitán dimitió a su militancia priísta y pasó a representar un peligro para el régimen tricolor.
Ojeda aseveró recientemente a la radio que envió a Plaza de Armas la “prueba” de que el nuevo colaborador de Merino Campos “atacó” al presidente de México cuando era priísta.
En vez de cesarlo, el mandatario sustituto consideró que su funcionario ya se “disculpó”.
En el fondo, sin embargo, el desplante de Ojeda no es contra ese miembro del gabinete tabasqueño ni del otro expriísta medido con el mismo rasero moral.
El ‘veto’ a Juan Carlos Castillejos y Juan Molina Becerra va más allá y, más bien, exhibe el reagrupamiento de los fundadores del partido lopezobradorista contra la corriente que se conoce como ‘adancista’ y que alude al grupo compacto en torno al secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández.
La idea de Ojeda y los fundadores del movimiento izquierdista en Tabasco es cerrarle el paso al grupo de priístas que se “compactó” durante el gobierno de Manuel Gurría Ordóñez.
De acuerdo con la lógica del relevo en Plaza de Armas a raíz de que López Hernández fue llamado al gabinete federal (se nominó en su lugar a quien siempre lo ha sustituido cuando ha solicitado licencia a cargos de elección), los fundadores de Morena ya están excluidos del pastel electoral dentro de tres años, pues, al igual que el presidente, el encargado de la política interna del país solo confía en su círculo íntimo (políticamente hablando).
Por eso el auténtico lopezobradorismo está descartado para 2024, mientras el dedo apunta hacia una mujer que va a continuar representando los intereses de la actual clase gobernante.
La carta de los morenistas “puros” es Fernando Mayans Canabal, director del ISSET.
PARA SU INFORMACIÓN…
HA TRASCENDIDO QUE el encargado del Ejecutivo estatal buscó un acercamiento con la prensa local, pero de Bucareli le dijeron que mantuviera la misma directriz de “cero relación” con los medios que se viene aplicando en lo que va de esta administración.
@RodulfoReyes