Después de que múltiples analistas políticos han dado sendas opiniones respecto de
quién ganó el famoso debate presidencial que se llevó a cabo el domingo pasado,
deseo centrarme más que en esto, en el significado del debate. Me explico, Para el
ciudadano que lo presenció y para el que no lo presenció, pero que ha estado leyendo,
viendo y oyendo las múltiples opiniones respecto al mismo ¿A qué conclusión se debe
llegar?, en esto, precisamente, me concentraré en describirlo:
1.- La candidata del gobierno saliente no cambió un ápice su actitud cínica de negar la
realidad, de mentir, e ignorar los cuestionamientos que Xóchitl Gálvez le hizo en el
debate, actitud que ha mostrado en la campaña ilegal que inició hace años, así como
en la precampaña y en la inter-campaña, en la cual continuó haciendo campaña
ilegalmente.
2.- Quedó totalmente claro que el candidato Álvarez Máynez (quien, por cierto, por
alguna razón extraña, niega el apellido de su padre), tiene una clara misión de actuar
como esquirol para tratar de descarrilar un triunfo de Xóchitl si el resultado de la
elección es por márgenes pequeños.
3.- Aunque aparentemente Xóchitl Gálvez estuvo sobre preparada (otra vez sus
asesores no la dejaron ser, quitándole frescura, espontaneidad y contundencia), sus
críticas, propuestas y posicionamientos, son de fondo e irrefutables.
4.- Claudia Sheinbaum estuvo como tótem, preparada con la misma cantaleta de que
todo va bien y que va a haber continuidad. Ella se vio mandona, dando instrucciones a
los moderadores, sin voltear a ver a sus contrincantes; es decir, ignorándolos como si
no estuvieran presentes.
5.- Por el otro lado, Álvarez Máynez, estuvo como fotografía con una risa fingida que
caía gorda.
Respecto a, propiamente, el significado que debemos de sacar de este debate, llego a
las siguientes conclusiones:
1.- Quien nos gobernará en el futuro debe de ser una persona capaz, de buena fe, con
intenciones claras de generar bien común, que no tenga ataduras con intereses
creados y que tenga una muy fuerte actitud de componer lo destruido por el régimen
actual, blindar las instituciones democráticas del país y trabajar fuertemente para que la
población no sufra económicamente; y, no necesariamente, una persona que sea muy
buena para los debates. Tenemos de sobra ejemplos de políticos mexicanos
extraordinarios en el uso de la palabra, que han resultado ser un fiasco en su forma de
gobernar. El ejemplo más claro de ello fue el presidente López Portillo, habiendo
muchos otros más.
2.- Cualquier candidato que prometa la continuidad de lo que actualmente está
haciendo el régimen nos está condenando a la ruina de nuestra democracia, de nuestra
economía y de nuestras libertades.
3.- El candidato que se encuentra en la contienda con el único fin de quitarle votos a la
oposición, porque sabe que no tiene la menor posibilidad de ganar, es un esquirol, y se
le debe de repudiar no dándole un solo voto.
4.- Vendrán nuevos debates (dos más); esperemos que Xóchitl pueda claramente
desenmascarar a la candidata del oficialismo, respecto de lo que significa dicha
candidatura, que es la destrucción de nuestra democracia, nuestra economía y
libertades; y, en primera instancia, en detrimento de las clases más pobres del país.
5.- No dejemos irnos por el canto de las sirenas, el hecho de que una candidata se
pueda ver como “mas presidencial” (nadie se ha visto más “presidencial” como el
patético presidente López Portillo), no quiere decir que será la mejor presidente de
México.