Así está la cosa. Para el cierre de este año y durante todo 2022 la presión inflacionaria seguirá sin darnos tregua, y lo peor, en un escenario de crecimiento mediocre de la economía nacional.
Algo no está funcionando porque llevamos tres años sin crecimiento real y los sueños de que un día despertaríamos con la prosperidad que le envidiamos a Dinamarca, se están esfumando.
El Banco de México hace lo que puede, pero lo que no puede es hacer milagros.
La política monetaria ha venido ajustando las tasas de referencia bancarias para desalentar la especulación y contribuir a la estabilidad de precios, como lo manda la Constitución.
Entonces, ¿cómo viene la cosa?… Pues de la tiznada, dicen los economistas clásicos moderados. Los radicales lo dirían de otra manera.
Vamos por partes.
La decisión del Banco de México de aumentar un cuarto de punto la tasa de interés base y colocarla en 5.0 por ciento, era un movimiento esperado, pero que da cuenta de la emergencia y deja abierta la posibilidad de ajustes adicionales de hasta medio punto en diciembre para cerrar el año en 5.5 por ciento, lo que no sería descabellado.
Lo que preocupa es que el Banxico también ajustó su pronóstico de inflación para 2021 en 6.8 por ciento, con lo que estamos a nada de llegar a los 7 puntos en el IPC.
Esto sirve para dimensionar el tamaño de la crisis.
En octubre la inflación se disparó tanto que llegó al 6.24 por ciento, la más alta en los últimos 13 años, solo superada por la de 2008 cuando llegó al 6.53 por ciento. Para allá vamos.
Los observadores económicos coinciden en el fenómeno de alta inflación continuará a lo largo del próximo año y hasta el tercer trimestre de 2023, lo que significa que hasta entonces estaremos retomando las metas del 3 por ciento establecidas por el Banxico.
Pero eso no es todo.
Todo apunta a que acumularemos tres años sin crecimiento económico real y la “recuperación” esperada para 2021 será a medias y esto gracias al efecto rebote de otras economías más fuertes, que si no.
El punto es que la ausencia de políticas públicas que generen productividad, consumo y crecimiento hacen más tortuoso el día a día de los ciudadanos, sobre todo de los que menos recursos tienen.
Hay que decirlo claro, en estos tiempos de la 4T, no habrá recursos públicos que alcancen, en formas de becas o programa sociales, para saciar la voracidad de la inflación. Simplemente porque no hay crecimiento económico.
Ya sabemos que la inflación es el impuesto más regresivo que existe y que invisible o silencioso todos pagamos, aunque se ensaña especialmente con los más pobres.
Si a esto agregamos la baja en las inversiones, el bajo ritmo en la generación de empleos, la caída en los niveles de consumo interno, el empobrecimiento de las clases medias, el aumento en el número de pobres, así como los efectos de la pandemia que no acaba de irse, tardaremos más en ver los efectos de la reactivación económica.
Tarjetazos de Melita Peláez
1.- El desabasto de medicamentos lleva buen rato y apenas lo reconocen.
El Presidente de la República lanzó una dura advertencia: “ya no quiero excusas” ni escuchar qué faltan medicinas, hay presupuesto para ello.
El cascabel se lo puso a Jorge Alcocer, secretario de Salud y a Juan Ferrer, director del Insabi. Las preguntas son: ¿se tardarán otros tres años?, ¿los van a correr?
2.- Ayer acudí por segunda ocasión a la farmacia de mi clínica a surtir una receta prescrita desde principios de noviembre.
__Todavía no llega. Me dijeron.
__Ya no quiero excusas. Respondí.
__ El que sigue.
3.- El lado oscuro del Insabi.
Los problemas del sector salud podrían agudizarse con la decisión del gobierno federal de centralizar los servicios de salud pero con cargo al presupuesto de los gobiernos estatales.
Esta es la esencia de la creación del Insabi, tema al que se opusieron principalmente gobiernos estatales de oposición.
En la Ley de Ingresos de 2022 se establece que el Insabi podrá celebrar acuerdos con los estados para transferir infraestructura de salud aunque seguirán financiados por los propios gobiernos estatales, de tal manera que el gobierno federal no pondría un peso.
Un análisis pormenorizado de este tema lo podrá encontrar en el artículo “El transitorio incómodo” de Adriana Delgado Ruiz en El Heraldo de México.
4.- Elefantes blancos en la 4T.
Muy bonito el letrero que colocaron al frente del edificio donde se supone despachará Jorge Alcocer, titular de la Secretaría de Salud, allá en el bello Puerto de Acapulco.
El edificio tiene una historia negra, en los hechos ha sido un elefante blanco que comenzó a construir Zeferino Torreblanca como sede del Poder Judicial con un costo estimado de 700 millones de pesos y que nunca terminó.
El edificio lo heredó Ángel Aguirre Rivero y lo dejó a medias, hasta que lo retomó Héctor Astudillo para darle espacio al C5 y luego lo entregó en comodato a la Secretaría de Salud. Hoy luce con letrero nuevo pero vacío.
5.- Cosas que se ven en estos tiempos.
La diputada @PatyArmendaris, la misma que decía que no había evidencia del desabasto en medicinas, propuso a #YaSabenQuién al Premio Nobel de la Paz.
¿Esta pagando una manda o la curul de San Lázaro?
6.- El Insabi se ha reunido en 21 ocasiones con autoridades estatales y padres de menores con cáncer.
¿Y…?
7.- ¿Cómo se dice campaña anticipada en lenguaje cuatroteista?
__La tarjeta de Claudia.
@Chucho_Sanchez