Claudia, la marioneta de López Obrador; Sheinbaun, historia de corrupción

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En el verano de 2003 Claudia Sheinbaum y Carlos Imaz viajaron a París. Desde que se conocieron en 1987 añoraban visitar Europa, pero no tenían dinero. Luego de 16 años, en 2003, pudieron cumplir su sueño. No lo hicieron con sus ahorros. El dinero para el viaje fue producto de una extorsión a un empresario quien les facilitó 300 mil pesos para el añorado viaje.

Claudia y Carlos como estudiantes eran unos idealistas que querían cambiar el mundo. El mundo no cambió, los que cambiaron fueron ellos quienes se convirtieron en unos vulgares ambiciosos de poder.

Claudia quien despacha como jefa de gobierno de la Ciudad de México se mira en un óleo en la galería de los presidentes desde los tiempos de Guadalupe Victoria. Lo mismo pensó “Juanito” cuando Obrador le prometió ser el jefe de la delegación Iztapalapa y en su lugar puso a Clara Brugada.

A diferencia de la jugada de “Juanito”, Obrador juega con Claudia Sheinbaum como una pieza de ajedrez. Si fuera el caso, Claudia sería un gambito de dama. Lo real, es que Obrador es un perverso manipulador que abusa con la ambición de sus colaboradores.

Obrador conoce perfectamente a Claudia. Sabe que es ambiciosa y corrupta y por lo tanto manipulable. Una persona como ella le garantizaría continuar moviendo los hijos detrás de la escenografía del poder como lo suelen hacer los tirititeros con sus marionetas.

El ego de Claudia está por las nubes. Pese a su ineptitud tiene una percepción muy sobrevalorada de sí misma. Se asume como un clon replicando las mismas tonterías del tabasqueño no importa que denigren su investidura.

La vida de Sheinbaum dio un vuelco desde que conoció a Obrador. No es extraño que ella actué a imagen y semejanza del presidente.

Claudia se formó a la sombra de Obrador.

Claudia tenía 25 años y Carlos 29 cuando participaron en el Consejo Estudiantil Universitario que dio paso a las protestas luego de que el doctor Jorge Carpizo anunció varias reformas para aumentar las cuotas económicas de inscripción en la UNAM.

Imaz se había graduado como sociólogo y hacía estudios de posgrado mientras Claudia era estudiante de la licenciatura de Física. Ambos se sumaron a las filas del Partido de la Revolución Democrática en tanto continuaban con sus estudios. Claudia se graduó en 1989 y luego en 1994 obtuvo su grado de Maestría en ingeniería energética y en 1995 su doctorado en ingeniería ambiental. Carlos, a su vez, obtuvo una beca para continuar con sus estudios en California en la Universidad de Stanford.

Ambos se sumaron al PRD donde se hicieron amigos de Andrés Manuel López Obrador a quien apoyaron en 1996 en su campaña por la dirigencia del partido que éste encabezó hasta 1999 para de ahí lazarse a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.

A partir de entonces la vida de Carlos Imaz y Claudia Sheinbaum cambió.

Obrador designó en 2000 a Claudia como secretaria del Medio Ambiente en el gobierno de la ciudad. Tres años después (2003) Carlos Imaz fue impulsado por Obrador para ser delegado de Tlalpan.

La relación entre Claudia y Carlos fue más allá del amor, rayó en la complicidad. Ambos extorsionaron al empresario Carlos Ahumada quien les financió su añorado viaje a Europa.

Así lo cuenta Ahumada en su libro Derecho de Réplica publicado en 2009 por editorial Grijalbo, donde se ventila la corrupción de la gran mayoría de personajes que desde entonces han rodeado a López Obrador.

Cuenta Carlos Ahumada en su libro:

QLa relación con Carlos Ímaz, empezó debido a que él era una persona que constantemente acompañaba a Rosario Robles, ella confiaba mucho en él. En lo personal nunca me pareció una persona muy brillante. Era más bien un tipo arrogante, fanfarrón; creía que tenía un gran atractivo físico y trataba de acostarse con cuanta mujer tuviera enfrente, pero ése no era el problema, sino que le tenía grandes celos profesionales a Rosario y con dos tequilas encima, sin que estuviera ella presente, se refería a ella como una mujer caprichosa y decía que gran parte de su éxito en la política se debía a que había tenido relaciones sentimentales con Jesús Ortega cuando éste fue diputado y que de esa manera había conseguido tener un papel destacado en ese grupo parlamentario del PRD…

“Ímaz también estaba obsesionado por el poder y cargaba en ese tiempo con una gran frustración porque su esposa, Claudia Sheinbaum, inexplicablemente para él, tenía un puesto de primera línea en el gabinete de Andrés Manuel López Obrador. Ya con cuatro tequilas también dejaba entrever sus celos de la relación entre Andrés Manuel y Claudia. Repetía, una y otra vez como merolico, que era él quien debería haber sido el secretario de Desarrollo Social o de Gobierno con Andrés Manuel López Obrador, ya que siendo el presidente del PRD en el DF, lo había ayudado de manera muy importante a ganar las elecciones para ser jefe de Gobierno.

“Con todos esos conflictos emocionales y profesionales a cuestas fue que le pidió a Rosario que lo apoyara para ser delegado en Tlalpan.

“Así fue como se inició toda esta situación con Carlos Ímaz. Puntualizo que ninguna de las compañías en las que yo participaba realizó obras en esa demarcación del Distrito Federal”.

Ahumada cuenta que aparte de financiar el viaje de Claudia y Carlos a Europa, le dio dinero para la contienda interna en el PRD, en la búsqueda de su postulación como candidato a la jefatura de la delegación Tlalpan, pagó la publicidad de los espectaculares que hubo en Periférico, además de las bardas pintadas con su propaganda. Lo apoyó con 60 camionetas que se usaron todas las noches, durante una semana, para pintar bardas y pagó los anuncios en el programa El Mañanero que conducía Víctor Trujillo, mejor conocido como Brozo, además de los spots en radio que fueron producidos y contabilizados por la empresa Publicorp, propiedad de Luis Kelly y Norma Galván.

“Claudia Sheinbaum encargada del Medio Ambiente en el gobierno de Obrador mandó clausurar la planta de asfalto de la compañía ubicada en Mina Coyotes en la colonia Las Águilas. La planta llevaba trabajando más de un año. Era la que suministraba el asfalto a todas las obras de pavimentación. El 28 de julio de 2003 cerraron la planta, generando un gran problema para nosotros, ya que nos quedamos con todo el material listo para producir, con la necesidad urgente del pavimento. No teníamos manera de ir a comprarlo a cualquier otro lado, y además nos salía mucho más caro. Por eso y por la relación que tenía con Ímaz, le hablé por teléfono y le dije: ‘Oye Carlos, mira, acaba de pasar esto …’ Me dijo: ‘”Habrán hecho algo mal, y por eso te la clausuraron’. A lo que repuse: ‘Carlos, ¿cómo puede ser posible que me la clausuren si lleva trabajando un año y tenemos todos los papeles en orden? Te pido que al menos nos den un tiempo perentorio para corregir lo que hubiera que corregir’. Se puso en su papel de perdonavidas y me dijo: ‘Bueno, déjame ver le voy a hablar a Claudia [su esposa], a ver qué se puede hacer’. Ese mismo día o al siguiente, se comunicó conmigo y me dijo que fuéramos a ver a unas personas a la Dirección General de Regulación y Gestión Ambiental del Agua, Suelo y Residuos, a cargo de Guillermo Calderón, dependencia adscrita a la Secretaría a cargo de su esposa. El 4 de agosto, las autoridades de la delegación levantaron los sellos de clausura y nos permitieron seguir trabajando. Diez días después, la citada Dirección nos otorgó el visto bueno en materia de impacto ambiental, como consta en el oficio PAOTDF/SPOT/857/2003 de la Procuraduría Ambiental de la ciudad de México. El 14 de agosto Ímaz fue a verme a la oficina y me dijo: ‘¿Ya ves?, ya se solucionó el problema. Por cierto, te quería pedir un favor, Claudia y yo tenemos un viaje programado a Europa, y en diciembre voy a ocupar mi cargo de jefe delegacional en Tlalpan [ya había ganado las elecciones], éste es el último momento de podemos ir de vacaciones y en conclusión quería ver si me puedes prestar dinero, te lo devuelvo cuando asuma el cargo de jefe delegacional…”. Seguramente los lectores se preguntarán por qué no contesté: ‘No, no te presto’ o ‘pídeselo a un banco’. Sinceramente fue por el temor de que cuando fuéramos a presentar los documentos que se nos estaban requiriendo, o peor aún, presentándolos, volvieran a cerrar la planta. Ante esas situaciones es que digo: ‘A buen entendedor, pocas palabras…’. Acepté, desde luego, y le presté 300 mil pesos para su viaje a Europa. Todos los negocios de construcción para la ciudad los aprobaba y los conocía López Obrador. Los negocios con Sheinbaum fueron prácticamente toda la construcción que se realizó en el GDF siendo Andrés Manuel jefe de Gobierno. Tal fue el caso del segundo piso, donde trataron de tapar de manera muy obvia y muy burda todos sus negocios. Para realizar dicha afirmación hay dos hechos fundamentales que no dejan lugar a duda de que hubo negocios y asuntos que esconder: Una, el decreto en donde toda la información relacionada con esas obras está clasificada y no se puede dar a conocer hasta 2016, tiempo suficiente para que prescribiera cualquier delito. ¿Por qué tapar algo que supuestamente es claro y transparente? Fue porque ahí hubo muchos negocios y la corrupción que alcanzó es más grande de lo que se pueda imaginar y la segunda, ¿por qué Claudia Sheinbaum estuvo involucrada en todo esto? ¿Por qué, siendo secretaria de Medio Ambiente, se convirtió absurdamente en encargada de la Secretaría de Obras? Desplazó al entonces secretario, el ingeniero César Buenrostro (quien era gente cercana al ingeniero Cárdenas), a quien por cierto Andrés Manuel humilló, decidiendo de manera inexplicable que la secretaria de Medio Ambiente coordinara todos estos trabajos. Sheinbaum no conocía los principios mínimos de construcción, ni sabía cómo se componía el precio unitario de cualquier presupuesto de obra. Aun así, AMLO la escogió porque era una de las personas totalmente leales e incondicionales a él, dicho y manifestado por el mismo Carlos Ímaz”.

Carlos Imaz y Claudia Sheinbaum pusieron punto final a su matrimonio en 2016, después de casi 20 años de relación.

Ahora en el papel del tirititero el presidente Obrador ha puesto a Claudia Sheinbaum bajo los reflectores de la sucesión presidencial.

Como un muñeco de trapo Obrador manipula a Sheinbaun a su antojo.