¿Qué somos los maestros? ¿Empleados o profesionales?

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Artículo PARTE 1 DE 2

Hasta hace relativamente pocos años, los maestros en México tenían una gran influencia en nuestra sociedad. De hecho, dentro de la comunidad, estaban al nivel de lo que hoy es un presidente municipal y, en el seno de la familia. por encima del padre. Casi al mismo nivel que un sacerdote. Pero ¿qué sucedió? ¿Por qué ese cambio tan radical? ¿Por qué hoy la sociedad rechaza a los maestros?

Una encuesta realizada por el INAEC resalta que el verdadero problema de los maestros fue que no quisieron y algunos no pudieron adaptarse a los cambios que la sociedad demandaba. Y entonces pasaron de ser maestros líderes respetados por la sociedad, a ser maestros denostados.

Pero también, yo creo que el gremio de maestros ha quedado en estado de indefensión porque en las instancias superiores no existe y nunca existió un sistema que pudiera revertir esa información; en consecuencia, nosotros como profesionales de la educación debemos de generar ese cambio que permita que la sociedad nos empiece a ver y a tratar de una manera diferente.

Ese cambio que se requiere no tiene nada que ver con el profesor del pasado. Hoy debemos ser unos verdaderos mentores, entrenadores, coaching, maestros del futuro, involucrados y mejores seres humanos.

Ahora, mi pregunta es: ¿qué somos los maestros? ¿Empleados o profesionales? Aunque en realidad todos somos empleados… existe una gran diferencia entre empleado y profesional.

El empleado dice que “trabaja” solamente las horas que le pagan. El empleado hace lo que su jefe le dice. El empleado no prospera; siempre es el mismo. El empleado generalmente vive para no perder su sueldo. El empleado —con las honrosas excepciones— no es confiable. Existen empleados irrespetuosos, que carecen de empatía y de sentido de trascendencia.

El profesional de la educación, en cambio, educa con el ejemplo; se adapta a los cambios, genera competencias actuales y se maneja con responsabilidad.

Es un verdadero guía, mentor, involucrado con sus alumnos. Pero lo más importante: el profesional se prepara y estudia constantemente para aplicar esos nuevos conocimientos en las aulas y con cada uno de sus estudiantes, trasciende.

En las universidades privadas y públicas donde trabajé como docente, tuve la oportunidad de conocer a profesores que son unos verdaderos profesionales: exitosos, extraordinarios, arquitectos reconocidos, políticos, ingenieros, comunicadores, administradores de grandes empresas, industriales, emprendedores y todo esto es perfecto. O así parece.

Sin embargo, hay algo que le falta a la gran mayoría de esos profesores, algo de lo que hemos hablado muchas veces en las reuniones de academia y que no hemos logrado entender. Esto es: saber transferir el conocimiento a los alumnos.

¿Usted qué opina?

El autor es candidato a Doctor en Educación, Académico Universitario.