Primer Plano: ¿análisis o ya solo vil propaganda?  

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Primer Plano fue por muchos años un referente en la televisión. Fue, es importante decirlo. Fue. Queda la idea de que hace rato que se perdió. Llenaba el hueco de carencia de programas dedicados a analizar la realidad política y tuvo el gran mérito de no ser solo coyuntural, sujeto a elecciones. En su contra siempre ha tenido la (¿inevitable?) repetición de temas.  ¿Será que somos incorregibles por necios, corruptos y maletas? y también su poca visión o conocimiento profundo de temas internacionales, esos que le pegan a México o simplemente, para poner el acento en ellos; la suma de todo fue erosionando su cariz. Sí, mudaron presentadores, cambiaron cortillillas y set, pero el problema era otro: la repetición de temas. Eso era salvable, después de todo, poniendo un poquito de comedimiento.

Puedes verlo una vez y regresar a los 3 meses después y los temas son bastante parecidos. Será que nuestra realidad no es tan cambiante y de eso no tienen la culpa los egregios colaboradores de Primer Plano. De ellos per se, no puede esgrimirse reparo alguno. Su probada calidad está más que calada. Ahora, cierto es que Don Francisco José Paoli pregunta el mero día de grabación por twitter de qué quiere que se hable. Más que frescura e inclusión, de pregunta plebiscitaria, suena a improvisación. No está mal si no se tratara de un canal público que apuesta a seriedad con la actual dirección como la tiene el Canal 11, sufragado con dinero público. Directa o indirectamente, por los contribuyentes, pues.

Por otra parte, ya con el actual sexenio se notan ríspidos roces entre los conductores porque se dejó de analizar la realidad política y se confrontan sentires personales alejados de tareas estrictamente orientadoras, analíticas, neutras y objetivas que ya no son más. Algunos toman partido y no se limitan a posicionar conceptos, además de que van a propagandear sobre todo, posturas antigobiernistas, que no antigobierno y no nada más como confrontación de ideas, inclusión de divergencias o simple contraste. No, el público no es tonto. Se ha pasado del análisis neutro, serio, al sesgado y se nota. Y mucho. No se lleva tantos años de televidente para no detectarlo. El programa ya no solo es que luzca vetusto y acartonado –dos crímenes en la pantalla chica– sino que se nota un ambiente pesado, agobiante, rijoso, de mala leche y mal rollo en dos bandos bien definidos, inexistente hasta el sexenio pasado. Y casualmente, hoy y cada vez, más confrontados. Sí, eso pasa porque algunos acuden a usarlo de palestra para defender ataques al gobierno, no posicionamientos propios y argumentaciones académicas; acuden como voceros de terceros. Grave y denunciable. Invitan ya a cambiar de canal y lo estoy haciendo. Como televidente no necesito adoctrinamientos anti-López. Si los ponentes se pueden ceñir, limitar a explicar fenómenos políticos, va. Si acuden para solo la descalificación sistemática a López Obrador y a propagandear sus posturas contrarias a, como tónica y sin análisis, ya me lo puedo ahorrar como televidente. Están torciendo la razón de ser del programa.

Se nota que ya están en juego otros intereses que no sean el mostrar simplemente al público elementos de juicio de análisis, que es para lo que se hizo y sirve Primer Plano. Hace unos años el eslogan de la emisión era que servía “para entender lo que pasa”. Desde este sexenio es un confrontarse a López desde algunos de sus ponentes. Eso no es abordar con neutralidad y objetividad a los acontecimientos supuestamente sometidos a análisis.

Sí.  ¿El programa está dejando de ser de análisis para ser de propaganda antigobiernista de terceros que tienen por dónde meterla? Sí. Se erigen en juzgadores del presente sexenio por interpósita persona y ya no en analistas de tal, como sí lo fueron desde que surgió el programa hace más de 20 años. Ahí hay algo que está pasando y que a los televidentes no puede serles ajeno y sí, nos está resultando evidenciador y notorio. Cuando intervienen Aguayo y Meyer, van a la defensiva de los otros que parecen llamados en más de un caso a defender posturas que ya no suenan ni a propias ni académicas, sino adquiridas, abrazadas de discursos ajenos o externos al programa. Dan mal fario los tonos del contrapunteo a ambos personajes. El tono de voz agresivo a sus personas, agobia. Como televidente informado detecto un detritus muy amañado y tramposón hacia ellos, no sé si orquestado.

 

Algunos de sus participantes han pasado a ser menos analíticos y mucho más militantes oficiosos opositores del presente sexenio. Es su derecho discrepar, pero no a apartarse del análisis objetivo. Y lo están haciendo. Acaso Primer Plano es la arena equivocada para hacer propaganda o militancia personales, porque han dejado de hacer análisis objetivo y veraz, que es la intención prima del programa, por si alguien se olvidó de ello. Algunos de sus participantes más parecen centrados en denostar al gobierno lopezobradorista porque no les cuadra, que a aportar elementos y, de paso, se les nota ahora muy solícitos en arrinconar a Aguayo y a Meyer más que en esgrimir ideas inteligentes, certeras y académicas, que es como se entendía por mucho como el origen del programa. Para circos mediáticos ya tenemos otros. Una cosa es que un canal público sea incluyente como el 11 y otra, la militancia disfrazada de análisis, como está sucediendo. Eso ya es una tomadura de pelo al público. No es cosa de que cada cual simpatice con esto o aquello, sino de sostener discursos objetivos y ya no está sucediendo al usar el programa como ariete político. Fatal.

Para muestra, un botón. La emisión del lunes 22 de noviembre abordó someramente el jaloneo del CIDE. Varios de la mesa guardan y guardaron nexos con el referido, que si no, acaso de otra forma no sería tema de particular interés. Vale. Pero como estaban los analistas más de izquierda, los otros fueron mesurados.  Saben lo que tienen enfrente. Pero la emisión del lunes 29 fue otra cosa. Nuevamente el asunto tratado fue el CIDE, más en la agenda de los ponentes de ese día que en la agenda del país. Y esta vez sirviéndose con la cuchara grande defendiendo personajes y circunstancias que han estado en entredicho. Los comentaristas asistentes no distinguieron lo que implicaba analizar los hechos de editorializar aprovechando para mostrar filias y fobias. En una emisión nacional, dígase. Un comportamiento rabiosamente inadecuado.  Su mesa no existe para hacer semejantes prácticas. Sin el equilibrio de los ponentes de izquierda, aquello fue una orgía de descalificaciones al gobierno federal más gratuitas que sensatas y donde el tema CIDE, otra vez, solo era el pretexto. El ejemplo revela la desconfianza que ya me despierta hace mucho tiempo el programa. ¿Acudimos a ver propaganda o análisis? Todo indica que lo primero y eso tuerce su objetivo. Primer Plano no es para eso. Y lo está siendo.  Qué penoso es decirlo, habiendo en esa mesa personas que conozco o que, incluso, más de uno ha sido mi profesor.

Comentario al margen. Personalmente a Mª. Amparo Casar ya no puedo desligarla de Claudio X. González desde que entabló nexos con y he perdido la estima por el análisis serio que la caracterizaba y está ausente. Hoy luce cual vocera de ciertos intereses. Lástima. Cada vez que la oigo veo en su rostro el servicio a determinados intereses ajenos a la quintaesencia de Primer Plano. Ya no se muestra neutral y objetiva.

Canal 11 debería de atender el asunto, pasarse a ver qué sucede allí y pensarse mejor si la fórmula se agotó, está siendo usada para otros fines muy distintos a los de su cuna o es necesario equilibrar las opiniones ahí expresadas, proponiendo más variedad de temas y más diversidad de posturas. Primer Plano es un ejercicio extraordinario que no merece languidecer ni ser la palestra o el púlpito de intereses personalísimos o de grupo, muy ajenos a su razón de ser o a la inteligencia de los televidentes. Avisados quedan en Carpio.

@marcosmarindice