No cuenta, aparentemente, con el apoyo y simpatía presidencial, ni forma parte de las giras para alcanzar un reconocimiento nacional; tampoco realiza un activismo por distintas partes del país, ni asiste a entrevistas con personajes de renombre o presenta sus libros, pero Marcelo Ebrard aparece como puntero en la carrera por la sucesión presidencial.
La encuesta publicada recientemente por Reforma lo coloca en el primer lugar, seguido de cerca por Claudia Sheinbaum, misma posición que le otorga el sondeo de Omnia y el de Rubrum, en tanto que la de El Financiero muestra que desde julio la distancia con quien aparece en primer lugar en los sondeos de este medio, Claudia Sheinbaum, se ha venido reduciendo.
Parece, para algunos, algo sorpresivo, pero lo que se aprecia es que, pese a no desplegar grandes actividades, limitándose a cumplir sus tareas como canciller, Ebrard Casaubon es en este momento el aspirante más fuerte que Morena podría postular como candidato presidencial en 2024.
Otro dato para afirmar lo anterior: la encuesta de El Financiero muestra una mejora en la percepción ciudadana luego de la tragedia de la Línea 12, un tema que se consideraba como un lastre de cara a los comicios presidenciales y que luego de darse a conocer este indicador, se convierte en un simple antecedente más.
¿Sorpresa o constancia?
La carrera por la sucesión presidencial 2024, y en especial por la manera en que se da la actual, no es una en la que ganará quien más rápido recorra la pista, sino por quien resista más y muestre constancia.
Ebrard cuenta con una base de conocimiento entre la ciudadanía y una trayectoria que le permite inscribirse como uno de los participantes más competitivos entre los que participarán en el actual partido en el poder.
Si la definición es mediante encuestas, los sondeos aquí comentado muestras que él puede ser el candidato, y si se realiza a través de elecciones primarias, también puede ser considerado como potencial ganador, gracias a las alianzas con las que cuenta al interior de Morena.
Al exterior, tiene presencia incluso más allá de nuestras fronteras y experiencia en la administración pública.
No es visto como parte del grupo radical que tanta polémica genera en distintos espacios de análisis en la opinión pública y puede tender puentes con otros sectores de la política nacional.
Tampoco –en algo que puede ser una ventaja—, es de los mencionados constantemente en las crónicas de la carrera por la sucesión presidencial, ni sufre tanto desgaste por ser uno de los favoritos de Palacio Nacional, tampoco los cuestionamientos por rebelarse y buscar contar con un lugar entre los aspirantes competidores o cuestionar el método para definir la candidatura en 2024.
Su labor como canciller es bien vista y sus iniciativas en política exterior son de las pocas que este gobierno puede presumir como exitosas y que unifican favorablemente las opiniones, incluso entre la oposición.
La más llamativa, la demanda en contra de las empresas fabricantes de armas de Estados Unidos, ha sido bien aceptada en nuestro país y también en nuestro vecino del norte, al grado de que la Asociación de Control de Armas reconoció esta iniciativa.
“La Asociación de Control de Armas, una de las organizaciones de control de armas de mayor reconocimiento a nivel mundial en la materia, anunció hoy la nominación del Gobierno de México y del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubon, dentro de las ocho personas e instituciones propuestas para recibir el reconocimiento para el Control de Armas en 2021”, informó la SRE en un comunicado.
Claro que esto no significa que ya todo este resuelto con una anticipación de 2 años, sino que simplemente si en este momento se tuviera que elegir candidato en Morena, Marcelo Ebrard podría ser el ganador, por lo que –como en toda competencia en desarrollo— el tiempo que falta también nos podría deparar algunas sorpresas, pues se trata de una historia que aún no está escrita.
En conclusión, no hay que perder de vista a Ebrard, pues es un aspirante que puede crecer en posibilidades.