Derby Sexenal

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  • Aunque algunos creen que el manejo de precandidatos presidenciales de Morena que hace el presidente López Obrador con frecuencia en su conferencia mañanera es un distractor, no estaría por demás tomar en serio ese hecho y darle una interpretación política: el adelanto del tema dos años antes de las elecciones ha expuesto a los aspirantes reconocidos ante la significación de sus errores y no de sus aciertos y a caminar por el filo de la navaja de decisiones de sus áreas de administrativas bastante delicada y la necesidad de vender una imagen de entendimiento de la crisis y de voluntad de soluciones.
  • El otro problema que se percibe en el modelo público de debatir aspirantes está también a la vista; el estilo centralista de ejercer el poder del presidente impide que los precandidatos se presenten como ellos son en realidad y se ven obligados a subordinarse al control autoritario de los hilos presidenciales. A Tatiana Clouthier, por ejemplo, la subió sin explicación en la primera lista de junio de 2021, pero en una de las últimas mañaneras la desbarrancó de manera estrepitosa desautorizando un decreto sobre cobro de impuestos autos usados, un acto que zarandeó a la baja las expectativas de la funcionaria.
  • El único político que se mueve por la libre en los espacios presidenciales de la sucesión es el líder senatorial de Ricardo Monreal Ávila, sobre todo porque fue excluido desde el principio del escenario del presidente López Obrador y le dejó todo el espacio de autonomía política para declarar y analizar el proceso sucesorio, sin la dependencia administrativo-política del presidente de la República. A partir de mayo, Monreal ha aumentado su involucramiento público en el escenario de la sucesión e inclusive a contradecir algunos de los mensajes presidenciales. Pero el problema de Monreal no es que lo tomen en cuenta o no, sino tener que resolver desde ahora su posicionamiento si sigue fuera de la lista presidencial y por lo tanto no participaría en las encuestas para la candidatura y la necesidad de comenzar a abrir ya algunos espacios de alianza política con otros partidos.
  • El tema de Estados Unidos en la vida política nacional se intensificó con la posición condicionada del presidente De México respecto de su presencia o ausencia en la IX cumbre de las Américas a realizarse en poco más de 2 semanas en Los Angeles, California. El presidente López Obrador ha decidido entrar en una lógica de confrontación de enfoques con Estados Unidos a partir de su perspectiva de lo que se conoce con un nacionalismo defensivo, una conducta diplomática que obliga a la Casa Blanca a darle a México un trato más formal y equidistante que se profundizó como patio trasero en los años del Tratado de Comercio Libre en los que México fue considerado el pariente pobre de esa coalición comercial.
  • El 2024 presenta un perfil de elecciones presidenciales coincidentes en México y Estados Unidos, pero con la ventaja del calendario a favor del primero. Las elecciones de México serán en junio de 2024 y la toma de posesión octubre, en tanto que la elección en Estados Unidos ocurrirá en noviembre de 2024 y el próximo presidente tomará el cargo el 20 de enero de 2025. Por tanto, la temporalidad política le da a México un mayor margen de maniobra en cuanto al interés intervencionista de la Casa Blanca. Y si a ello se agrega el hecho de que el expresidente Donald Trump pueda volver a competir y ganar advierte que es la campaña estadounidense tratará de montarse en modo intervencionista en la campaña mexicana.