La seguridad fue un tema latente en la sucesión presidencial de 1988: el secretario de Gobernación y el procurador general de la República –Manuel Bartlett Díaz y Sergio García Ramírez– aparecieron lista de precandidatos que oficializó el presidente Miguel de la Madrid, junto a los economistas Carlos Salinas de Gortari y Alfredo del Mazo y a los amigos presidenciales Miguel González Avelar y Ramón Aguirre Velázquez.
El clima nacional de 1987, el año en que se tomó la decisión sobre quién sería el candidato presidencial del PRI, era político, de inseguridad y sobre todo económico. De estos tres temas, el político acaparó la atención por el enfrentamiento publico entre los equipos de Bartlett y Salinas y los dos escenarios que podrían determinar la solución.
La inseguridad había estallado una severa crisis política en México en 1985 por el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar a manos del entonces primer cártel de mariguaneros de Ernesto Fonseca y Rafael Caro Quintero, ambos, según se sabría después, protegidos de la Dirección Federal de Seguridad de Gobernación y de la Policía Judicial Federal de la PGR. El embajador estadounidense John Gavin estalló una severa crisis de relaciones bilaterales que hizo tambalear al Gobierno de Miguel de la Madrid.
La crisis económica fue el signo del sexenio delamadridista y el papel de Salinas como secretario de Programación y Presupuesto y jefe del gabinete económico fue decisivo para plantear programas anticrisis de duración sexenal y transexenal y por tanto colocaron a ese funcionario en el lugar privilegiado de la lista de la sucesión presidencial.
La disputa en 1988 fue entre la política y la economía, es decir, entre Bartlett y Salinas. Del Mazo y García Ramírez fueron figuras del entorno personal del presidente De la Madrid, pero sin representar ningún bloque real de poder político. Y González Avelar y Aguirre entraron a la lista como relleno, pero significaron más bien un simbólico agradecimiento del presidente a su amistad y a su papel estabilizador en el gabinete.
Bartlett representaba el regreso de la vieja clase política desplazada en 1976 y Salinas significaba la consolidación de la nueva élite tecnocrática de economistas educados en universidades estadounidenses. Ante las dos prioridades de política y economía, De la Madrid optó por terminar de darle el portazo a los políticos para impedir su regreso a niveles de poder, culpándolos del desorden nacional que había profundizado la crisis económica en su sexenio.
Salinas solo mantuvo la continuidad de los economistas a través de Ernesto Zedillo como candidato de relevo, pero logró el establecimiento de una continuidad transexenal de su neoliberalismo a través de la presencia de tecnócratas en la Secretaría de Hacienda. La economía encontró un camino de salida de la crisis con el Tratado de Comercio Libre, aunque la política y la inseguridad siguieron vendiendo las expectativas nacionales.
El político Bartlett regresó a las estructuras del Estado para consolidar el enfoque tecnocrático de la Comisión Federal Electoral.
Juego de las sillas
- Por alguna razón y algún mensaje el presidente López Obrador incorporó a su lista de precandidatos presidenciales a la actual secretaria de seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez. Pero hay que recordar que los mensajes presidenciales no son directivos sino simbólicos.
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