Dudas existenciales con la 4T

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Estamos en una época en la que buena parte de las certezas que se tenían desaparecen o se modifican abruptamente, a lo que se agrega el hecho de que categorías de análisis que antes servían de base para explicar lo que sucedía en política o en otros ámbitos ahora resulten inservibles. La llegada de la 4T no ha hecho sino complicar la cosa y generar muchas más dudas, algunas de las cuales vamos a compartir en esta ocasión.

 

Dudas (ir)razonables

Una cuestión que, al menos en un servidor, sigue generando duda es el hecho de que muchos de los defensores de la 4T –sinceros o pagados para este fin— utilizan como forma de acallar la crítica el señalamiento de que se trata de gritos, patadas de ahogado, berrinche u otras metáforas de la “derecha”, con lo que no sólo le restan importancia o validez a los comentarios negativos que se hacen en contra de las decisiones u obras del actual gobierno federal,  sino que además con esta palabra se definen –y de paso al lopezobradorismo— como de izquierda.

Pero resulta que personajes de la izquierda como Cuauhtémoc Cárdenas, Joel Ortega, Patricia Olamendi, Marcos Rascón, Roger Bartra, entre muchos otros, han señalado en repetidas ocasiones que el actual gobierno del presidente López Obrador no es de izquierda.

Asimismo, gente que se identifica desde hace muchos años como de izquierda, como Octavio Rodríguez Araujo, José Woldenberg, Mauricio José Schwarz, Fernando Belaunzaran, Telésforo Nava y otros más también critican a la actual administración federal, entonces ¿por qué la necedad de etiquetar como de derecha a cualquier persona que se atreva a criticar al presidente?

Otra duda surge del tema de la militancia. Buena parte de los defensores de la 4T recurren a culpar al neoliberalismo y al PRIAN de todo lo malo que ha sucedido en el país, desde la pobreza –aunque haya evidencia de que ésta estaba disminuyendo— hasta las crisis que enfrentan sistemas como el de salud o el de ciencia y tecnología –que se acentuó con su llegada como hemos podido constatar—, pero poco dicen que si fuera cierta su afirmación de culpar a administraciones del pasado –vamos a dar por cierta la versión para efectos de este texto—, buena parte de quienes formaron parte de dichos gobiernos del PRIAN, hoy forman parte de sus filas, entonces ¿con sólo cambiar de camiseta ya se perdonó y olvidó los errores cometidos en el pasado, los actos de corrupción o las irregularidades cometidas?

Siguiendo con el tema de la militancia –ligado al de la superioridad moral que muchos de estos defensores presumen—, en muchas de sus respuestas para acallar a los críticos, buscan cerrar un incipiente debate al son de “eres un priísta”, palabras con las que piensan ya ganaron la discusión y que se apoya en el desprestigio acumulado por este instituto político a lo largo de décadas de abusar del poder y del presupuesto.

Por supuesto que, para muchas personas, el término “priísta” es ya una condena que impide a alguien ser considerado honesto o con opiniones válidas, pero –milagros de la 4T— tan pronto cambian de partido se transforman en patriotas y modelo de lo que debe ser un servidor público.

Y es que no se puede entender como alguien señalado en el pasado como el actual director de la CFE, uno de los productos más acabados del priismo, pase a ser ejemplo de lo malo de nuestra política a alguien necesario y a quien hay que defender de los feroces críticos.

Para un movimiento político que se nutrió del priismo más rancio y que participó del abuso del poder en décadas anteriores, no se entiende que ahora usen la palabra “priísta” para rechazar las críticas, pues parece que si aún militas en el tricolor eres malo, pero si te cambias a Morena obtienes la purificación en automático.

Y eso que no hablamos de los panistas que también se subieron al barco de la 4T, como el actual presidente de la Cámara de Diputados, el ex director del IMSS y hoy senador sin partido, la gobernadora de Baja California y una larga lista de personajes que fueron parte de ese pasado que tanto se condena según el evangelio del lopezobradorismo.

Finalmente, en cada ocasión que se dice que no ha acabado la corrupción, como tanto le gusta presumir al presidente, los defensores salen a decir que se trata de críticas de quienes perdieron sus privilegios o ya no les dan chayote, pero poco dicen de los despidos en aduanas, la denuncia de Jaime Cárdenas Gracia en su carta de renuncia al INDEP, de las irregularidades detectadas por Función Pública y las sanciones a servidores públicos en el actual sexenio, por no mencionar las denuncias en medios por la solicitud de moches para gasolineros, los contratos de familiares del presidente o sus empresas que han creado en estos tres años.

No sé ustedes, pero me quedan estas dudas y una más, ¿por qué la senadora y secretaria general del partido oficial ya no dice que le purga ver al ejército en las calles?

@AReyesVigueras