Mucha gente tiene una visión idílica de la Navidad. De hecho es una de las celebraciones más importantes en el mundo occidental. Pero lejos, muy lejos de su origen pagano, generalmente asociamos este acontecimiento con las poblaciones montañosas y pueblos bucólicos cubiertos de nieve, con cabañas iluminadas por pequeños focos de colores entre paisajes de ensueño. Pero esta vez Santa Claus hizo un viaje especial del Polo Norte al Caribe.
La prueba fehaciente de que Santa Claus existe se vivió en estos días de reflexión y melancolía. Para Mara Lezama lo bellamente onírico sucedió: recibió en bandeja de plata un regalo sin igual. Ni siquiera tuvo que soltar las amarras de un globo con una carta para cumplir su anhelada ilusión: ser la candidata a la gubernatura de Quintana Roo.
El resultado de la Comisión Nacional de Encuestas de Morena la puso en la cima como su mejor prospecto para competir por la gubernatura. Es casi imposible modificar esos resultados. Ni siquiera existe la menor esperanza para los contrincantes de su partido de que se lleve a cabo un escrutinio público. De hecho la decisión ya está tomada y Mara será la candidata, todo es cuestión de simples trámites burocráticos. Entre el 7 de enero y 10 de febrero se llevarán a cabo la precampañas en Quintana Roo.
En cualquier momento Mara tendrá que solicitar un permiso al cabildo para ausentarse del cargo para emprender los preparativos de su precampaña y luego esperar hasta el 23 de febrero para registrar su candidatura formal y entonces sí a partir del 3 de abril iniciar su campaña para las elecciones que tendrán lugar el 1 de junio del 2022.
Con seguridad Mara aprovechará estos días de fin de año para ir delineando al equipo que la acompañará en su nueva aventura.
De hecho el gobernador saliente Carlos Joaquín González está apurado en limpiar el cochinero que ha dejado a lo largo de su gobierno. Será difícil ocultar tanta basura debajo de la alfombra y mucho menos tapar con unos cuadros la mugre de las paredes. Si se pretende un cambio de verdad es el momento para exigir rendición de cuentas. En su momento, Mario Villanueva ni siquiera atendió las mínimas reglas de protocolo y mucho menos de cortesía cuando concluyó su mandato. Ni siquiera se presentó a la trasmisión de poderes a su sucesor Joaquín Hendricks, quien al final también resultó un pájaro de cuentas. Villanueva abandonó el poder para esconderse pues sabía que sería puesto en prisión en sus fechorías. Tal y como pasó. Pasó años en una cárcel de Estados Unidos y hace unos pocos años fue repatriado a México. Ahora es un crítico ferviente de Mara Lezama, aunque el propio Villanueva y su hijo le pidieron clemencia al presidente Obrador para que fuera perdonado y no seguir con el arraigo domiciliario por los delitos de narcotráfico por los que fue puesto en prisión. Villanueva es un símbolo de la corrupción del PRI.
Otro personaje emblemático de la corrupción priista es el exgobernador Roberto Borge Ángulo, quien se encuentra en una prisión federal por diversos cargos en su contra, aunque no ha sido juzgado por sus grandes crímenes. Lo mismo ocurre con el exgobernador Félix González Canto quien se enriqueció vilmente al amparo del poder y quien, además, carga con números crímenes, entre ellos la violación y asesinato de una menor: Mayra Ayuso, delito por el que debe ser castigado.
Con Carlos Joaquín hay muchas cuentas pendientes por investigar y aclarar, pero podría seguir los pasos de Villanueva y de Borge.
Mara Lezama como periodista conoció los entretelones de la corrupción en los últimos gobiernos. Su peor pecado sería confiar en los políticos de siempre y que ahora la atosigan y buscan seguir con su legado de impunidad.
Mara no es una política aldeana, tiene mundo. Llegó al Caribe en busca de un sueño: triunfar. Hasta ahora lo ha logrado. Hace un día recibió una señal irrefutable de que Santa Claus existe. Llegó a Cancún y como periodista conoció las desigualdades sociales. Cancún, más allá de la zona hotelera, era y sigue siendo una especie de aldea con casas que denotan la pobreza del lugar, una ciudad de una violencia que asfixia en ese ambiente nauseabundo irrespirable que es la política.
Todos sabemos que en el Caribe el invierno no existe, pero a diferencia de muchos cancunenses Mara Lezama –como ocurrió con el coronel Aureliano Buendía, en Cien años de soledad– conoció desde muy joven el hielo. Sus padres la llevaron a paseos de invierno en Estados Unidos para conocer la nieve. No tuvo siquiera la necesidad de viajar al Polo Norte para cerciorarse de que Santa Claus sí existe.
Santa viajó hasta el Caribe para entregarle uno de los mejores regalos de su vida. A menos que la campaña por la gubernatura la enfrente a un pelotón de fusilamiento. No son pocos quienes quisieran someterla a un juicio sumario por ver afectados sus intereses.
Al final de cuentas para Mara lo bellamente onírico sucedió, lo que jamás imaginó en el más delirante de sus sueños: llegar a convertirse en la primera gobernadora del Quintana Roo.