Otra Navidad en pandemia

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Hace unas columnas atrás escribí del hartazgo de pandemia, un cansancio visible en todos nosotros que deseamos recuperar nuestra normalidad cada vez más lejana porque los contagios siguen aumentando  y, por ende, los fallecidos.

Hay mucha inquietud en el ambiente, una intranquilidad como si nos moviésemos en suelo resbaladizo ya nadie se atreve a planear para el mediano plazo dado que no sabemos qué mala jugada nos hará vivir el SARS-CoV-2 y sus múltiples variantes.

En casi dos años, no son pocas las bodas, los bautizos, las primeras comuniones y muchas celebraciones de distinta índole que no han podido celebrarse porque una y otra vez han sido pospuestas ante la incidencia del virus, su riesgo y las respectivas restricciones.

Y tampoco son pocas las familias que está noche no podrán reunirse porque algunos de sus seres queridos han quedado nuevamente atrapados en un mar de  múltiples limitaciones.

En Europa, muchos de los viajes de fin de año han sido cancelados casi en avalancha tras la irrupción de Ómicron, la afectación económica es  grande en un  cúmulo de hoteles de distintas partes  no solo de España, también de Francia, Bélgica, Alemania, Reino Unido, de Países Bajos que ahora mismo pasa por un confinamiento estricto.

Son tiempos complicados  que este patógeno de origen desconocido ha vuelto todavía más enrevesados y ante todas las interrogantes flotando a nuestro alrededor la que más nos agobia tiene que ver con la temporalidad de cuánto durará esta maldita pandemia.

Hablemos del mediano  plazo y eso significa resiliencia, reconstruirnos, rehacernos, readaptarnos, la actual guerra biológica está destruyendo no solo muchas vidas ante nuestros ojos también está destruyendo puestos de trabajo que no volverán jamás y extinguiendo subsectores y recambiando muchos procesos de producción y desde luego de distribución.

A COLACIÓN

A estas navidades llegamos con la incertidumbre de 2022, otro año que se vislumbra nebuloso, ¿quién se atreve ya a hacer planes si quiera para el primer semestre?

Este vivir al día, a la semana si acaso al mes, nos causa un cierto desasosiego porque nuestra toma de decisiones está muy limitada a cómo evolucionará esta urgencia sanitaria.

Las autoridades sanitarias en Israel anuncian que pondrán ya la cuarta dosis de la vacuna de Pfizer-BioNtech a los adultos mayores y a las personas inmunodeprimidas.

En Francia, el presidente Emmanuel Macron, convoca una reunión extraordinaria para la próxima semana para aprobar una  Ley AntiCovid que obligará prácticamente a la vacunación a los más rebeldes. Si no hay vacuna no habrá pasaporte covid y sin éste no habrá acceso a casi ningún sitio.

En España, el presidente Pedro Sánchez, en una reunión extraordinaria del Consejo de Ministros, reimpone el uso de la mascarilla en exteriores con la salvedad de usarla en la playa, la montaña, para hacer deporte; en exteriores si se está con la familia o a 1.5 metros de distancia de los amigos.

Cataluña ha ido más allá: en vísperas de Nochebuena instala el toque de queda entre la 1 a las 6 de la madrugada, en 125 municipios catalanes y además vuelve a imponer límites de aforo y de restricciones horarias.

Portugal ya anunció que habrá un confinamiento recién inicie enero y en Reino Unido que va como Titanic a la deriva, han superado los 100 mil casos de contagio del coronavirus por día. Tiene los peores pronósticos, de hecho, el Comité Científico advierte que si no hay un confinamiento estricto entre enero y febrero tendrán de 600 mil a dos millones de casos diarios de contagio de coronavirus. En suma, el colapso del sistema sanitario.

Querido lector: nos quedan largos meses de lucha en esta guerra, vivamos y disfrutemos del día a día  pero sobre todo no detengamos nuestras metas. Lo peor que podemos hacer es pararnos y cruzarnos de brazos. Por hoy, abracemos a los nuestros si los tenemos cerca o a la distancia… a este virus le vamos a ganar con ciencia y con paciencia porque debemos ser precavidos.