La reacción China ante la no invitación de USA a la Cumbre por la democracia

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Fernando Cárdenas Cabello

El gobierno del presidente Biden convocó a una Cumbre por la democracia entre el 9 y 10 de diciembre de 2021, a la cual acudieron los representantes de las principales democracias a nivel mundial, notoriamente los integrantes del G7 (incluyendo representación alemana del nuevo Canciller Olaf Scholz), además de representantes de otros regímenes bien vistos por la Unión Americana.

El gran ausente a esta reunión fue Xi Jinping, el presidente de la república Popular de China, quien recientemente se hizo escuchar por su desaprobación a lo que observa como una pantomima por parte de la Casa Blanca, pues considera a su régimen con una democracia al cumplir con el requisito de la legitimidad electoral de su gobierno. La diplomacia China respondió con la emisión de un documento intitulado, China: una democracia que funciona

El argumento de la actual administración de la Unión Americana para no invitar a China a esta cumbre, es precisamente que no considera al régimen Chino democrático, en tanto que –desde su óptica– no muestra una auténtica competencia electoral; supone a los partidos distintos al Partido Comunista de China, no como oposición sino como satélites de aquél.

No pasa desapercibido que a la cumbre tampoco fue convocado el mandatario ruso Vladimir Putin, quien desde la óptica de numerosos observadores de su política interna, como el propio laureado ruso con el premio Nobel de la paz 2021 Dmitry Muratov, no pueden ser considerado como promotor de un régimen con todas las libertades democráticas, especialmente al haberse aprobado recientemente la posibilidad de extender el mandato de Putin hasta 2036.

Lo que puede dilucidarse de este episodio, más allá de un posible incidente diplomático  que muy probablemente no trascienda, es el claro contraste  –y esto visto así desde la teoría internacional– entre el actual hegemón global que sigue siendo los Estados unidos de América y el otro gran actor del concierto internacional contemporáneo que es China.

La diplomacia americana sabe y aplica que los principales polos de poder económico –y con ello político– que le son alternos (Unión Europea, Rusia y China) no les es conveniente que se alineen todos en dirección contraria a la suya. Por ello se asume como la vanguardia de la defensa global de la democracia.

Al final del día, parece que a Pekín no le conmueve demasiado la opinión que de su política interna tiene el régimen americano (no así del todo la de los otros polos de poder actuales, o regiones de influencia como Latinoamérica, pero eso es otro tema), y la mejor muestra de ello será que este incidente no se convierta más allá que en algunas notas diplomáticas y declaraciones mediáticas.

El autor es doctor en Ciencia Política por la UNAM, cuenta con estancias académicas en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad de Oxford en Reino Unido, ha sido profesor de licenciatura y posgrado en universidades públicas y privadas en México.