INE, contra la pared

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El plan de austeridad del Ejecutivo Federal para que el Instituto Nacional Electoral (INE) tenga presupuesto para organizar el proceso de Revocación de Mandato, evidencia gran diversidad de intenciones y circunstancias. Por ejemplo:

Desconocimiento de cómo funciona el órgano electoral. Para muestra un solo botón: Según el plan, los ‘ajustes’ presupuestales no afectarían a “trabajadores sindicalizados”. Ups. ¡Por la misma naturaleza de la función electoral, no hay sindicatos! 

Invasión de la autonomía del Instituto. Aún cuando se argumente tratarse de una propuesta “respetuosa” a decisión de consejeras y consejeros del Consejo General, el plan de austeridad es intentar ponerle una camisa de fuerza al INE.

Preludio de negativa de ampliación presupuestal para organizar el proceso de Revocación de Mandato, o regateo para darle lo mínimo sobre los mil 700 millones de pesos que requiere el Instituto, y eso ya con el ajuste a su presupuesto como lo ordenó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Un pretexto más para hacer desesperar a consejeras y consejeros electorales, principalmente a Ciro Murayama, así como al consejero presidente, Lorenzo Córdova, para hartarlos y terminen renunciando al cargo. Y así tener la cancha libre para nombrar perfiles ‘flexibles’ en las consejerías.

En fin. Es increíble que los poderes Ejecutivo y Legislativo traigan mendigando al INE para realizar una función mandata por la Constitución Política a iniciativa de la propia “4-T”. 

De la lista de cosas a tijerear en cuanto a presupuesto, quizá la única viable sería la realización o asistencia de congresos y convenciones, con excepción de las reuniones relativas a la consulta para la nueva distritación. Sí puede hacerse un ahorro prescindiendo de los viajecitos todo pagado de consejeras y consejeros.

También pueden hacerse ahorros prescindiendo del coffee break en las sesiones. Que los participantes en la “herradura de la democracia” llevan su bote de agua, su termo con café y sus galletas.  Si acaso, solo poner agua de botellón. 

Tampoco estaría mal quitar cubículos o cualquier espacio destinado a los representantes de los partidos políticos en las instalaciones del INE. Incluso, ya ni son necesarios, pues con tanta tecnología los representantes llevan su oficina en su lap o teléfono celular. Y que en patio se reúnan con quienes acudan a visitarlos.

Pero no se pueden afectar los fideicomisos para atender los pasivos laborales y para la infraestructura inmobiliaria y atención ciudadana. En el segundo caso implicaría, por ejemplo, dejar de adquirir equipos de cómputo y cámaras fotográficas para la emisión de credenciales para emitir credenciales de elector, y de arrendar los locales donde el INE presta el servicio a la ciudadanía.

Los salarios son irreductibles, y el bono de elecciones tiene una explicación: En época electoral todos los días y todas las horas son hábiles, se incrementa la actividad, y los funcionarios no trabajan ocho horas, sino más bien tienen hora de entrada, pero no de salida, sin que se les cuenten horas extras.

En fin. El plan de austeridad, en su mayor parte, está fuera de lugar. 

CONTRA LA PARED

Y ya ven, el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, sostiene que “no hay margen para destinar mayor presupuesto” al INE, pues “ni modo” que el gobierno reduzca la entrega de apoyos sociales, como la pensión para adultos mayores .

No se trata de eso. Pero si no hay presupuesto, entonces ¿por qué pedir realizar un proceso de revocación de mandato?

Sin recursos ex profeso, el INE está contra la pared y para cumplir con lo ordenado por la Constitución y por el Tribunal Electoral, no le quedará más que volver a ajustar su presupuesto prescindiendo quizá hasta del seguro de gastos médicos mayores.

Y a ver qué más tijerean para poder cumplir. 

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