Martha Aguilar
La visita de John Kerry expuso de manera pública la preocupación de Estados Unidos: la reforma energética mexicana afecta sus intereses, hay allí un problema y hay que abordarlo ya. La misión del grupo de trabajo es complicada pues habrá que diluir los riesgos para la inversión norteamericana en este campo, (y quizá en otros), y a la vez que se insistirá dar cauce a la reforma mexicana. Ojalá que, ante estos retos, no se pretenda dar “pausa” a la negociación.
Con la negociación bilateral en puerta, cabe preguntarse si la reforma eléctrica mexicana se tomará una pausa o seguirá buscando ductos para continuar sin toparse con el T-MEC. La visita de John Kerry, el enviado especial de la Casa Blanca para el cambio climático, puso abiertamente la preocupación de Biden sobre la mesa: un mercado libre, abierto y competitivo. Piso parejo sin moverle una coma al T-MEC.
John Kerry llegó a México con la agenda bien plantada con los puntos que su gobierno no quiere, a saber, el proteccionismo mexicano sobre el sector energético. La posición fue muy clara, Estados Unidos insta al gobierno mexicano a garantizar que su plan eléctrico no infrinja el T-MEC.
Pese a los esfuerzos de informar sobre una relación fluída, “respetuosa, amable”, los mexicanos nos dimos cuenta de que la agenda energética norteamericana va por otro lado. La parte más importante del encuentro fue la formación del equipo “task force” en donde se tratarán las diferencias con toda la artillería argumentativa de cada parte. Habrá que ver qué país trae la mochila más cargada.
Por lo pronto, es más que evidente cuáles son las preocupaciones de Biden: en su país, no les gusta la propuesta de reforma eléctrica mexicana, van por energías limpias, quieren un mercado abierto (para eso firmaron el T-MEC) en comercio, inversiones, piden piso parejo como debiera ser en un mercado competitivo y fuerte. Y por si fuera poco, recuerdan su interés respecto al cambio climático, solamente hay que observar el cargo político de John Kerry.
Ya con anterioridad, la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, en su visita expresó de manera abierta las preocupaciones de su gobierno, pese al esfuerzo mexicano de colocarle una portada acaramelada a la relación. Granholm dio a entender que sí hay un problema, y bastante serio, hay que tratarlo y no evadirlo: la reforma eléctrica molesta y mucho. Más claro ni el agua.
En esa ocasión, fue muy evidente la disparidad en el discurso mexicano con la realidad planteada por la secretaria Granholm: hay un punto grave a tratar y hay que buscar los mecanismos adecuados para resolverlo. Y quizá ese fue el mensaje al visitar al senador mexicano Ricardo Monreal, de que hay canales, y ya es momento de usarlos.
Hoy en esta reunión se colocan las mesas para tratar todas las diferencias. México habrá de defender la rectoría del estado sobre el sector eléctrico y Estados Unidos tomará muy en cuenta sus intereses por encima de la amistad, entre ellos, los grupos de presión internos, inversionistas preocupados por el futuro de su dinero comprometido en México y que se encuentra atorado en estos momentos. Ellos seguramente pican la espalda de Biden para actuar ya.
Muy interesante la tarea del “task force” pues es la arena donde seguramente, aterriza la verdadera negociación. Toques eléctricos sacará el difícil tema de las inversiones norteamericanas afectadas el cual, según la promesa presidencial de López Obrador, se analizará caso por caso, y es importante porque allí estará muy claro si el temido riesgo a las inversiones extranjeras (en especial la norteamericana) se exorciza o por lo menos se suaviza.
Por eso el interés de trabajar “junto con México” dijo Kerry. Y pues sí, lo que menos desea en este momento Estados Unidos es abrir un frente al sur de su frontera. Muchos son los temas en donde Biden no ve el final del túnel. Los problemas internos lo agobian, las reclamaciones por la “invasión de inmigrantes” es fuerte y los cuestionamientos por la seguridad perforada por todos lados por la violencia, el narcotráfico y el comercio ilegal de armas no paran un solo día tanto en el Congreso como en los medios.
Y en la arena internacional, tiene un impasse no resuelto con Rusia por la probable invasión a Ucrania. Así que, abrir un problema con México no es opción, no es deseable. Tratar el tema energético por los mecanismos formales es lo más adecuado. La oferta de México sobre “todo lo podemos arreglar” hay que tomarla pero al estilo norteamericano: defender los intereses.
Y como en toda negociación hay un estira y afloja, lo mejor será serenarse y abordar los temas de la agenda con republicana calma. No sea que en último momento, a la parte mexicana se le ocurra también “poner una pausa” en la relación con Estados Unidos o un “detente” definitivo a la reforma eléctrica.