Merecemos estar enteros en la Constitución

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Ser reconocidos plenamente como unidades políticas, como poder integrante de la Federación, es la mejor manera de ser mexicanos, de ser integrantes del Pacto Federal, la mejor manera de reconocer lo que somos, resolver nuestros problemas y la mejor manera de alcanzar nuestros anhelos.

Para ello es necesario erradicar la idea de tutelaje que se tiene de nosotros respecto a las normas constitucionales, tutelaje que da pie a todo tipo de indigenismo, de constituirnos como objetos de administración, de reconocimientos de derechos, pero a condición de ser manejados desde el Estado y de los gobiernos.

De concebir nuestros derechos como la existencia de derechos duales, es decir, la contraposición de los derechos de la cultura occidental y nuestros derechos. De la contraposición de los derechos individuales con los colectivos, de tal manera que unos se ubican en un extremo mientras que otros se ubican en el otro extremo.

Creo que el problema está mal planteado, se debe ubicar en la pluralidad, en la diversidad y aceptarlas plenamente, con todas sus consecuencias. La concepción dual del problema de los derechos existe porque no se aceptan plenamente las diferencias, la pluralidad y la diversidad. Tender a la universidad, por tanto, la unidad en la diversidad, este es el punto.

Desde la colonia hasta la actualidad se ha visto a la nación – pueblos del Quinto Sol como categoría social, como población determinada, como grupo determinado, por obviedad caímos en las reflexiones de la sociología o en la antropología.

Prestos los miembros estudiosos de estas ciencias crearon categorías analíticas, conceptos que afirmaban o negaban una posición teórica, una epistemología. Nuestra existencia ha sido una verdadera batalla entre los intelectuales, unos obedeciendo a las élites gobernantes, otros con buenas intenciones, otros lo hicieron como un modo de vivir, los otros con el único fin de desarrollar su disciplina.

Ni duda cabe, han existido grandes aportaciones que han contribuido a explicar nuestra existencia y marcarnos posibles rutas de emancipación. Otros nos han perjudicado tanto que nos hemos atrasado que ha sido difícil recuperar el camino por falsas teorías que fueron utilizadas por las élites gobernantes.

Asimismo, es de destacar nuestras aportaciones por hermanas y hermanos que las hicieron llegar a las instituciones internacionales y nacionales que han significado avances significativos por nacer de nuestras praxis.

Por la concepción que se tiene de nosotros como categoría social y por ser objeto de estudio por ciencias sociales que nos abordan desde sus perspectivas, parece natural que en las normas constitucionales nos ubiquen en los ámbitos sociales, se nos categorice como grupos vulnerables, pobres, marginados, excluidos, o como nos calificaron los españoles como bárbaros, salvajes, incivilizados, satánicos.

Si bien es cierto que nos ubicamos en las últimas escalas del desarrollo social no porque seamos flojos, ignorantes, ebrios, sino por nuestra condición política. Este es el meollo del asunto.

Somos una nación – pueblos conquistados, somos Estados destruidos desde la raíz, nuestras instituciones políticas reducidos a nada, nuestros gobernantes, que eran sagrados, reducidos a la miseria, nuestros fundamentos de gobierno eran religiosos, por este camino nos acabaron.

Nuestra educación se ligaba a la fuerza de nuestra nación, a normas para vivir en asociación, pues fue destruido sin misericordia. Nos quitaron toda aspiración para tener poder político, que por aquí se empieza para tener una vida digna.

Entonces cómo quieren que no seamos pobres, miserables, atrasados, marginados y sin ciencia ni tecnología. Cómo quieren que vivamos en la modernidad. Para sobrevivir dignamente nos refugiamos en nuestra comunidad, en nuestra morada, en donde somos fuertes. Somos invencibles en nuestra trinchera, por eso no nos lo quieren reconocer como sujeto colectivo de derecho.