Trump da patadas de ahogado

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A partir de la calificación del triunfo presidencial de Joe Biden por el Colegio Electoral la semana pasada, se empezó a desgranar la mazorca del apoyo casi unánime a Trump de los miembros de su partido y de un creciente número de sus integrantes en el Congreso que empezó a deslindarse de él.

Muchos de sus aduladores que habían sido los más rastreros se manifiestan ya en favor de reconocer a Biden como presidente electo, como Mitch McConnell, líder del Senado, o como el Procurador William Barr, que negó la validez del reclamo de Trump sobre el supuesto fraude electoral.

Le queda sólo una hez de chiflados serviles listos a ir al abismo con su adalid, o que padecen de un delirio tal que son incapaces de separar la verdad de las más absurdas fantasías y raras teorías conspiratorias a las que recurren para disputar la validez del proceso electoral.

Una mirada a la galería de estos locos acredita que Trump ya perdió el juicio por completo:

La abogada Sídney Powell, a quien Trump quiere nombrar fiscal especial para indagar “el fraude” en la elección, sustenta que los programas de las máquinas que contaron los votos en donde perdió Trump, son de origen venezolano, creadas por Hugo Chávez, ¡que murió hace más de 7 años!

El hasta hace poco sumiso procurador Barr, que recién renunció a su cargo, dijo que tales acusaciones son falsas y que la Procuraduría de Justicia no crearía la fiscalía que quiere Trump, mientras la empresa Dominion Voting Systems demandó judicialmente a Powell por sus descabelladas acusaciones.

Rudi Giuliani, abogado de Trump, queda en ridículo una y otra vez echando por la borda el prestigio que alguna vez tuvo como alcalde de Nueva York. Su errática conferencia de prensa en Michigan en la que denunció fantasías mendaces mientras sudaba profusamente gotas negras del tinte de su pelo, es inolvidable.

En reunión en la Casa Blanca se pidió a subsecretario de Seguridad Doméstica Ken Cuccinelli, que requisara las máquinas cuenta-votos, a lo que se negó a pesar de ser un fervoroso seguidor de Trump, diciendo que no tenía la autoridad para hacerlo.

En esa misma reunión estuvo el defenestrado Michael Flynn, efímero asesor de Seguridad Nacional, uno de tantos que tenido Trump, instándolo a que invoque la ley anti-insurrección de 1807 y usar a las fuerzas armadas para repetir la elección en los estados que ganó Biden.

La ley aludida empodera al presidente a declarar estado de sitio y desplegar fuerzas militares y tropas de la Guardia Nacional federalizada[1] en caso de peligro a la seguridad nacional, como la supresión de alborotos e insurrecciones civiles, y actos de rebelión.

Además, están algunos legisladores ignaros, como Tom Tuberville, recién elegido en Alabama, que van a objetar en el Senado el resultados electoral el próximo 6 de enero, acto en el que el Congreso en pleno valida la elección, a pesar de que su líder senatorial ha dicho que tal impugnación no procede.

¡Este teatro sería divertido si no fuera tan peligroso y todavía faltan 26 días!

[1] La Guardia Nacional en EU se conforma con las milicias estatales que son controladas por sus gobernadores.