Cuando reiteradamente durante el segundo semestre de 2020 Hugo López-Gatell dijo que no cambiaría la estrategia, nos dejó dudas y no son buenas noticias. El tema puntual de cambiar esa estrategia tiene que ver con movilidad y contacto colectivo. Y en ello hay que centrarse. No es si vamos a juzgar en tribunales internacionales al subsecretario, como piden quienes solo buscan raja política y no atienden la realidad que vivimos.
La tardía declaratoria de semáforo rojo en el Valle de México el 18 de diciembre, es consecuencia de muchos factores: evidentes presiones económicas para no cerrar y cierta timoratez gubernamental en decir que se confíe en la ciudadanía que responderá guardándose. Fiestas clandestinas, escapadas lejos y cercanas, gente en patineta sobre Masaryk o acudiendo a gimnasios, advierte que la irresponsabilidad campea y es transversal. Nada de que solo los seguidores de López Obrador como otros más timoratos sostienen todo el tiempo. No. Todos. Y es una realidad lejana a ser adecuado el no involucrarse más como gobierno para restringir el contacto, causa de la diseminación del virus. La ley sin coacción es una carta a Santa Claus. Reducir horarios es no entender que es la convivencia entre humanos lo que disemina el virus. Si enfrente tenemos la folklórica alianza de gobernadores opositores sin plan B y la mitad ya contagiados, no se ayuda nada al tema. Y los números, disparados.
Pero no se venga con infantilismos a decir que esto pasa porque López Obrador no usa cubrebocas. ¿Y el resto de los adultos que no lo portan o lo portan mal? Es frecuente verlos sin tal y es imposible saber si son pro o antiLópez. Recién veía un auto con una piñata en el toldo. ¿Camino a una posada en semáforo rojo? ¿y eso pasa porque López no usa cubrebocas? Por favor. A ver si asumimos de una vez por todas. Estamos donde estamos por una sociedad irresponsable. Porque advertida lo está y desde el gobierno; y ni por esas cede en su forma de vida cotidiana. Ya luego puede pedirse a gritos que renuncie Gatell, pero no nos hagamos….
A ello se suma la agravante de no cancelar vuelos procedentes del Reino Unido, donde al sur de su territorio –sur donde está Londres–nuevas cepas más contagiosas han sido alertadas y se esperaba y deseado una respuesta contundente del gobierno López Obrador. Y no llegó.
La magnifica gestión de vacunas en distintas instancias y hacia distintas trincheras que también es parte de la política de este gobierno y se aplaude, contrasta con la reprobable tibieza gubernamental en todos los niveles revestida de timoratez desde las autoridades federales que no endurecen sino de últimas, algunas medidas de restricción. Ya no digamos si están equipando o no mejor al personal médico.
Termina siendo fastidioso oír que no va a más el gobierno federal –y los estatales pecan de lo mismo– porque no se es represivo, porque se es libre. No, cuando hay una reconocida pandemia, una emergencia sanitaria, la seguridad y la salud de todos prevalece, aunque suponga un choque de garantías constitucionales y acaso de Derechos Humanos. Pues según se mire. Porque tan Derecho Humano es la movilidad como la vida, así que es cosa de escoger si está visto que son incompatibles movilidad, ergo contacto, y virus y al menos de momento, la convivencia colectiva y la salud plena. Quien no entienda la dinámica mortal y asesina del covid-19, no tomará decisiones acertadas para limitarlo en su entorno, arrinconarlo y evitar mayores contagios. Pero sabiéndolo las autoridades, es inadmisible su inacción.
¿Se deduce que la tardía declaratoria de semáforo rojo en Ciudad de México y zona conurbada obedeció no solo a que es complicado equilibrar economía y confinamiento? Es evidente que sí, pero ¿hay presiones de sectores económicos que no quieren el cierre y que les preocupa más que mueran establecimientos a que mueran personas? Se olfatea que también. Sí, equilibrar confinamiento y economía es difícil, pero se intuye voracidad y la gente de por medio. Ya ella, la gente, tampoco pone mucho de su parte.
Cerramos el año con un elevadísimo número de muertos y contagiados. Contagiados de las últimas semanas, cuando nadie ya en esas semanas recientes y mucho antes, puede pretextar ignorancia ni desconocimiento del virus y por lo tanto, a estas alturas culpar a un presidente es ridículo. No, no se venga conque tal número es porque López Obrador no usa cubrebocas y usarlo sería un ejemplo moral. Politizar el tema para desahogar frustraciones políticas es tonto. Decídanse ¿si le conceden o no siquiera esa posibilidad de liderazgo? Porque decir que sería un ejemplo va dicho por quienes no le conceden mérito ni capacidad alguna de nada al presidente, dudosamente se pondrían cubrebocas porque lo haga él y desde luego, cuando es insondable saber quienes lo usan o no por preferencias políticas, porque no existe estudio científico que avale que no usarlo es por un sector cualquiera, pro o antiLópez ni es posible determinar su cantidad basado en tales referencias políticas. Afirmar lo contrario y sostener algo precisando cifras en tal sentido, sería mentir. Así que la sociedad es la primera responsable de los números que padecemos. No hay forma de delegar en nadie.
Son demasiados meses como para que uno no sepa que lo hace o no, eso es un no ponérselo y un valemadrismo evidente. Han pasado demasiados meses como para que alguien aún venga con la infantil tesis de que hay contagiados porque López no se puso ni se pone cubrebocas. El ariete político que tal señalamiento entraña, es burdo, una chapuza burda. Hay tantos contagiados por irresponsables, porque sabida la mortífera cepa, no les importa cuidarse. Hay tantos contagiados porque la gente no ha suspendido su ritmo de vida, con o sin temporada navideña y los comerciantes relajaron medidas de cuidado. Primero rescatar cifras que sacrificar ganancias. Y sí, tomando temperatura en la entrada que para esto están y es lo fácil. Simuladores.
La sociedad es la primera responsable de este desastre epidemiológico, porque ha sido informada y ni por esas se recluye. Dejarse de zarandajas de que hay que acusar a López-Gatell. Es un problema cultural acendrado no asumir nuestras responsabilidades. Resulta inadmisible. Cuando Fernanda Familiar dice que no difundirá más las mañaneras, falta a la objetividad y al sentido social de los medios, que su labor es informar, no encapricharse. Es de nuevo no asumir. Su berrinche no puede dejar boquiabiertos sino a obtusos y extraviados.
Y desde luego a estas alturas del partido es ofensivo quien aún se pregunta si debe de viajar o quien, nuevamente por ser antiLópez, sale con la batea de babas a decir que nadie le dijo de la peligrosidad del virus desde este gobierno. No es posible, no es admisible, no es sostenible esas actitudes.
Y desde el gobierno o se pone un freno a la movilidad o la economía sufrirá peores consecuencias porque es preferible un enfrenón seco que ir alargando el problema o dosificándolo mes tras mes, lo que termina por confinarnos nuevamente y sin fecha cierta de retorno. Se debió hacer en abril pasado, hoy cerramos el año con malos números y peores expectativas. No es de recibo pero la sociedad es la primera responsable.
Llegan las vacunas y hacer de ellas un botín político es inaceptable. Sería inadmisible desde el gobierno, que acierta en monopolizar su aplicación para que nadie se quede fuera, como sería reprobable desde una oposición mendaz que quiere sacar raja de tales vacunas antes, durante y después de las elecciones de 2021. Réprobos. Ser oposición pero no inteligente, es lo suyo. Nuevamente se equivocan.