En su momento lo intentó Donald Trump cuando asumió la Presidencia de Estados Unidos, con ese ataque frontal a la OTAN renegando de la Alianza Trasatlántica y espetándole en la cara a los europeos que pagasen por su propia defensa. También Vladimir Putin con su invasión a Ucrania esperando que la partida de Angela Merkel –al frente de Alemania– dejaría de ser el eje de cohesión que por muchos años desempeñó no solo en la propia OTAN también dentro de la Unión Europea (UE).
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, llegó a decir a finales de 2019 que la OTAN estaba experimentando “una muerte cerebral” y prácticamente en riesgo ante la postura de Trump.
Ha sido la invasión de Rusia a Ucrania lo que ha dinamizado a la Alianza, ese movimiento bélico ha inyectado adrenalina pura y dura a un bloque de defensa de 30 países que se muestra más cohesionado que nunca antes en su historia.
Ayer, en Bruselas, convertida la capital belga en epicentro de la diplomacia de Occidente ha nacido el embrión de un nuevo orden mundial porque hay una clara defensa de los valores de la libertad, de la democracia y del respeto a las instituciones internacionales, las leyes y los tratados.
Y Estados Unidos ha visto como nunca antes la oportunidad dorada de liderar esa nuevo orden mundial tras varias décadas, en las que ha dado significativos traspiés como muestra clara de una fatiga que le ha pasado factura en su relación con diversos países y que ha dejado sitio para China sobre todo para llegar con sus inversiones a América Latina, a África y a muchos países de Asia.
A la OTAN la ha resucitado el miedo a Putin y ahora debe mostrar músculo ante un sátrapa que utiliza las mismas viejas tácticas norteamericanas usadas en sus invasiones a otros países bajo diversos pretextos. Putin es solo el espejo de las tropelías imperialistas de la Unión Americana del siglo XX y hasta hace no mucho en Afganistán, Irak o Libia.
A ambos los han movido intereses económicos porque esta invasión a Ucrania tiene una honda motivación económica y estratégica como lo es controlar el Mar de Azov y el Mar Negro. Y apoderarse de reservas de litio, manejar los granos, las centrales nucleares y todos los ductos, gasoductos y oleoductos que hay en las tripas de Ucrania.
A COLACIÓN
De esta invasión que no sé sabe cómo terminará, qué final tendrá: si habrá o no un acuerdo de negociación entre Putin y Zelenski o concluirá con una bomba nuclear, desde luego que saldrá otro orden mundial. Y una OTAN 2.0 más reforzada, con capacidades más ampliadas y con más países miembros.
En esta reunión extraordinaria de la OTAN, participó Zelenski vía telemática y volvió a advertir que si no paran a Rusia, después de Ucrania, seguirá Europa.
A mí me queda claro el secretismo en la delicada información de Inteligencia que analizan y comparten los aliados en el seno del gran cuartel general de la Alianza en Bruselas. De allí la postura adoptada.
Los aliados esperan lo peor: el peor desenlace. Siguen mandando militares hacia Europa del Este. Se ha aprobado enviar cuatro batallones más (con éstos serán ocho en total) hacia Polonia, Hungría, Rumanía y Eslovaquia. Ya hay 100 mil soldados estadounidenses y 40 mil soldados de la OTAN.
La OTAN refrendó su política de puertas abiertas y lanzó a China la petición de sumarse a la presión de Occidente para que Rusia deponga las armas al tiempo que, aconsejó a Beijing, contribuir a que el conflicto termine por la vía pacífica y pidió al gobierno de Xi Jinping no financiar la guerra de Putin, ni con ayuda económica, ni militar.
La Alianza acordó el reforzamiento de la ayuda a Georgia y Bosnia-Herzegovina que están en la misma situación que Ucrania, no son miembros de la OTAN y en las últimas semanas han visto su vulnerabilidad.
Desde hace varios días, el propio presidente Biden, ha insistido en la posibilidad de que Rusia utilice armamento químico o biológico contra la población ucrania con el pretexto del Kremlin de encontrar laboratorios norteamericanos en suelo de Ucrania. Ayer, Biden en la OTAN dijo que si las tropas rusas llevan a cabo este tipo de ataque se verán obligados a responder.
Ni la propia CIA sabe cuál es el punto crítico para Putin dentro de la ocupación que está llevando a cabo, sus líneas rojas entre el número de bajas y los días de asedio, más la cascada de sanciones en su contra impuestas por Occidente para ejercer presión a fin de obligar al desalojo militar. Nadie sabe cuál es el deadline y cuáles son las verdaderas intenciones de Putin hacia Ucrania dado que juega al desconcierto. Pero la OTAN prevalecerá…
@claudialunapale