Hacerlo bien o mal, tal es el dilema. ¿Cuáles son las consecuencias de no hacer las cosas o hacerlas mal? Mucho se ha escrito en el tema del mantenimiento ¿Qué ocurre, si a una máquina, nunca se le pone aceite y jamás se revisa el estado de su funcionamiento? ¿Se puede aplicar esto a las llaves de su baño, las bisagras y hasta las cerraduras de sus puertas? Además de la mala imagen del bien de que se trate, el riesgo de avería con la consecuente reducción de la vida útil y por supuesto el encarecimiento de las reparaciones, son apenas algunas de las secuelas.
El tema resulta mucho más delicado, si hablamos del mantenimiento de bienes públicos, como tuberías de agua potable, ductos de drenaje, cables de trolebús, rieles de metro, puentes peatonales, medidores de luz, gas o agua, edificios históricos, cuya vida útil depende más de su mantenimiento que de la antigüedad ¿Sabe que hay sistemas de drenaje construidos por los romanos que aun funcionan? Si se toma la molestia de buscar en la red problemas que producirán consecuencias lamentables –un poste a la mitad de la salida de garaje, un árbol plantado en una banqueta que terminará por tirar la barda de la casa, una fuga que produjo un socavón de varios metros, una coladera tapada por la nueva banqueta- observará que mayormente se retratan fallas de albañilería y cabe preguntarse ¿Dónde estudiaron los arquitectos, ingenieros o contratistas que dirigen a tales albañiles? Y lo que es peor, ¿se compone algo con solo culpar a los que trabajaron en el pasado?
En cualquier empresa es fácil deducir que un supuesto ahorro en el costo de mantenimiento preventivo resultará en pérdidas de producción y en aumento del presupuesto anual de mantenimiento al convertirse este en correctivo; pero ¿alguien dentro de los gobiernos se hace esas mismas preguntas cuando se trata del mantenimiento de los bienes públicos? En mi entorno cercano les puedo dar dos ejemplos como es el caso de parque Frida Kahlo, que no se riega con regularidad porque el motor para el funcionamiento de la fuente y en general el suministro del agua, se toma prestado para trabajos en otros sitios de la delegación/alcaldía, y en el caso del bellísimo edificio que hoy ocupa la escuela superior de música, casi desaparece, en medio de árboles que han crecido cercanos a bardas de vecinos sin planeación, amén de haberse dañado macetas artísticas que ya no existen, pisos de parqueé italiano sustituido por simples de pino y estucos maravillosos que nadie puede observar en medio de la vegetación parásita que nadie controla. ¿No hay alguien que recuerde el maravillo estado de los jardines cuando “don Willis”, diariamente podaba y limpiaba? ¿Cuánto se gasta desde que lo jubilaron, en empresas externas que ni siquiera podan los árboles, ni las noches buenas y ni siquiera saben lo que es el pasto? ¿Deberán las nuevas generaciones esperar a que la destrucción –de aquí o cualquier otra alcaldía de la ciudad- amerite la intervención de antropólogos [1], geólogos, históricos y otros especialistas que batallarán para reconstruir lo destruido por carencia de mantenimiento?
Quienes sí entienden de mantenimiento afirman que no se justifica tener en el abandono los servicios por los que pagamos, por aquello del ahorro y la disminución de montos que puedan resultar en abusos y corrupción ¿Por qué primero los pobres, cuentan con techo gratuito para vivir en sitios que deberían ser almacenes de mantenimiento –en casi todos los parques de la ciudad hay cuando menos una familia alojada, sin pagar renta y sin cuando menos limpiar el sitio de la dicha bodega- sin que haya control de tal circunstancia. ¿Alguien sabe el uso que dan los agentes de seguridad y los empleados de mantenimiento –outsoursing, por cierto- al sacar mesas, sillas, cafeteras y en general bienes de la institución que cuidan y limpian? ¿Algún funcionario ha hecho un estudio de lo que significa en pérdidas esta tolerancia al abuso y la carencia de mantenimiento?
¿Cómo estaría la ciudad, si a los cientos de trabajadores del gobierno de la ciudad, en vez de confinárseles a 100%, se les asignara un programa de atención a temas de mantenimiento y al final del día se les diera un estímulo por buenos resultados? ¿Por qué nadie habla con los legisladores, para explicarles que a las trabajadoras domésticas les iría mejor si, para tener pleno derecho a sus privilegios en vez de recibirlas con recelo hasta averiguar cómo usan la escoba, los enseres domésticos y todo lo que se les pone a disposición y que por falta de capacitación solo rompen, se les aplicara un correctivo por su ineptitud? A la gente de mi generación nos enseñaron que: “el flojo trabaja dos veces” “lo hiciste como María Cochina”, o “solo limpias por donde ve tu suegra” y no había paga sino estaba bien hecho. ¿Por qué se piensa en médicos del extranjero en vez de estimular a los que han sido formados en nuestras universidades? Es verdad, la experiencia no la tienen los mexicanos recién egresados, pero poco podrán avanzar si quienes esperan algo de ellos no tienen la menor idea de lo que en realidad desean, pues a tales dirigentes, es fácil encontrarlos en las definiciones tanto de Jean O´rmesson o Carlo Cipolla [2].¿Le parece que en el planeta se han multiplicado los gobiernos menos preparados para gobernar, que por cierto han sido elegidos por los menos preparados para producir; todos los cuales resultan beneficiados, casi de forma gratuita, por los fondos de impuestos confiscatorios, arrancados a una población cada vez menos numerosa, que debe además soportar, una serie de discursos demagógicos. El francés que eso dijo fue en algún momento de su vida director del Fígaro, falleció en el 2017, luego de lamentar el cúmulo de cosas que diariamente se hacen mal o simplemente carecen de mantenimiento.
[1] Los antropólogos se ocupan de estudiar campos diversos en subtemas como lo sociocultural o etnología, arqueología; en todo caso les incumbe a antropología filosófica, lingüística, biológica, forense y por supuesto la histórica y demás ciencias del comportamiento para averiguar cómo fueron las cosas.
[2] Filósofo, francés y escritor italiano, autores entre otros de la ineptocracia y el ensayo a la estupidez humana