Morena y AMLO se quedaron sin argumentos para cambiar al INE

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El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, se dijo muy contento con los resultados de la jornada de Revocación de Mandato; eso con el avance de los cómputos distritales del lunes por la mañana.

Un preliminar que siempre es más bajo que el resultado definitivo, el cual, en su vertiente ratificatoria la ciudadanía lo favoreció con 15 millones 159 mil 323 votos por la opción de que “siga” en el cargo hasta que termine su periodo; votación equivalente al 91.8600%.

Por la opción “que se le revoque el mandato por pérdida de la confianza”, votaron  1 millón 63 mil 209 ciudadanas y ciudadanos, que representa el 6.4426%.

Y hubo 280 mil 104 votos nulos, equivalentes al 1.6973%.

En virtud de tales resultados del total de los cómputos distritales, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) realizó la declaratoria respectiva del proceso de Revocación de Mandato, el primero en nuestro país e inédito por la dualidad de la pregunta.

Un resultado que evidentemente no es vinculatorio para el Presidente de la República, pues no alcanzó el 40% de la participación ciudadana del electoral en Lista Nominal.

Y sin embargo, fue un ejercicio exitoso en términos de organización del INE; de la civilidad de los actores políticos; y de la participación ciudadana que no fue copiosa, ni siquiera promedio, en comparación con jornadas a cargos de elección popular, pero fue aceptable.

Como decíamos en ocasión anterior, la concurrencia a las urnas electorales en el ejercicio revocatorio pudo ser igual o menor a la de la Consulta Popular de “enjuiciamiento” a los expresidentes de México que llegó solamente al 7.11%.

Quizá con el tiempo la ciudadanía apartidista (o sociedad civil) se irá acostumbrando a estos ejercicios de democracia participativa, en la medida en que crea en éstos y se los apropie como lo que son: Un efectivo derecho.

Por lo pronto, que es el punto central de esta columna, si AMLO y diversos personajes morenistas (líderes y gobernantes) consideran que la jornada revocatoria fue un éxito, entonces no hay razón para mantener la propuesta de cambiar a las consejeras y consejeros del INE, empezando por el consejero presidente, Lorenzo Córdova Vianello.

Mucho menos hay razón para continuar descalificando al Instituto, que ha sido pilar en la democracia mexicana desde cuando la izquierda y la derecha consiguieron quitarle al titular del Poder Ejecutivo el control del órgano electoral al ciudadanizar el máximo órgano de dirección: El Consejo General.

En los dos mecanismos de democracia directa, la Consulta Popular y la Revocación de Mandato, el INE demostró la esencia de su función: Que es un órgano técnico y profesional, sobre todo en la jornada revocatoria la cual organizó pese a los obstáculos financieros que imposibilitaron autorizar un número de casillas igual que en una elección presidencial, pues son similares.

El Instituto, como bien lo dijo Lorenzo Córdova, no solamente son los consejeros electorales del Consejo General, sino es toda una estructura de órganos centrales y desconcentrados (juntas y consejos locales y distritales); además de los funcionarios de las casillas, que son quienes reciben y cuentan los votos.

El INE es una institución confiable, a pesar de los errores que pudiera tener y del fantasma de la partidización en la integración del órgano superior de decisión; pero consejeras y consejeros se han puesto la camiseta ciudadana.

¿Por qué entonces pretender integrar el Consejo General con consejerías electas por el voto popular? Ganarían quiénes más votos les aporte determinado partido político, quizá el partido en el poder porque cuenta con más financiamiento público y con la estructura oficial para movilizar votantes.

Por cierto, ese fue el único “frijol en el arroz” en la jornada revocatoria, pues Morena como partido interesado en ganarla en la vertiente ratificatoria movilizó a su “voto cautivo”, que ese era el objetivo político de este partido para medir en su fuerza electoral. Pero lo hizo de una manera tan evidente que rayó en lo grotesco.

Lo mismo que la promoción de dicha jornada. Que esto representa un dilema a resolver. Una vez concluida la tarea del INE con el resultado de los cómputos distritales, la estafeta pasa a la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Resulta insólito que Morena y el presidente López Obrador descalifiquen al INE cuando éste le otorgó el registro nacional al partido, incluso dándole oportunidad de subsanar ciertas inconsistencias en su proceso de constitución; y cuando organizó la elección presidencial del 2018, la cual ganó AMLO.

Incluso, ese mismo año, se renovaron las cámaras del Congreso de la Unión; y como hubo elecciones concurrentes, también se renovaron cargos locales en casi la mitad de las entidades federativas: Gubernaturas, Congresos, presidencias municipales, alcaldías.

En 2018 Morena casi ganó todo, y los resultados fueron confiables.

En fin, Morena y AMLO no tienen argumentos reales, de fondo, para pretender darle reversa a la ciudadanización del INE vía la simulación del voto del “pueblo”.

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