Cuidado que lo espían

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Hace tiempo en la Universidad de Deusto, en San Sebastián, asistí a un diplomado sobre seguridad y antiterrorismo, uno de los expertos además con formación militar hizo bastante hincapié en que él no usa móvil y reiteró que además a cierto nivel de la cúpula militar, la comunicación sucede con los teléfonos de toda la vida.  Aunque también se puede espiar en un aparato analógico, este coronel puso el dedo en  la llaga tras señalar que la telefonía digital nos hacía altamente vulnerables ante las escuchas.

La clave de sol es que el presente actual y el futuro solo vislumbra el reinado de lo digital con una mayor concentración de datos a golpe de un clic o con el uso de la voz, aunque no muy lejos también se usará la lectura del iris para, por ejemplo, realizar un pago, acceder al vehículo personal, entrar en la empresa de trabajo o hasta en la misma casa.

Toda esa concentración de información digitalizada supondrá un enorme riesgo para todos, nos volveremos blancos fáciles, para ser hackeados y para robarnos los datos, la información… en suma, el dinero.

Mientras ese futuro nos atrapa, el presente no es menos riesgoso. Con nuestro aparato telefónico podemos ser espiados a cualquier hora del día, en cualquier momento; las escuchas de las conversaciones, las lecturas de WhatsApp, de SMS, prácticamente es llegar a saber el día a día de una persona, a dónde va, qué hizo, con quién habló, qué le preocupa; qué compró por Internet, cuál es su número de cuenta y de tarjeta bancaria. No tenemos intimidad.

Vivimos en una gran burbuja, la del Gran Hermano, en la que nuestras vergüenzas quedan expuestas y no sabemos bien a bien quién está detrás de esas ganas de acosarnos. Porque no puede entenderse de otra manera.

Precisamente en España, estos días, el gobierno del socialista Pedro Sánchez está siendo señalado por la mayoría de los grupos parlamentarios por denuncias de espionaje a varios políticos independentistas a través del sistema israelí Pegasus.

Se ha hecho una enorme alharaca con la consecuente exigencia al gobierno para, como debe ser, dar una explicación de quién y por qué está espiándolos. Hay una amplia presión porque rueden cabezas: la primera,   de la ministra de Defensa, Margarita Robles y, la segunda, de Paz Esteban, directora del Centro Nacional de Inteligencia.

Las tornas han dado un cierto giro luego de que fuera denunciado que el propio presidente Sánchez y su ministra de Defensa también habrían sido objeto de espionaje con Pegasus en varias ocasiones desde 2021.

La trama se complica y habrá que deslindar responsabilidades. Comenzando por encontrar quién  está detrás del espionaje en los móviles  y específicamente para qué. No solo habrá que rodar cabezas, sino dar las respuestas pertinentes porque, desde luego, no hay amenaza más grave para el gobierno y para la democracia que está silenciosa forma de intimidación.

 

A COLACIÓN

Al menos los gobiernos de 22 países, no solo de Europa, sino de otras partes del mundo denuncian haber sido objeto de espionajes con Pegasus, pero también hay una larga lista de empresarios, parlamentarios, comisarios, políticos de todos los niveles y periodistas.

En la Unión Europea (UE) tanto Hungría como Polonia han reconocido que adquirieron el sofisticado software israelí para utilizarlo en casos pertinentes dentro de su propio territorio.

La UE también ha reconocido haber sido víctima de Pegasus en prácticamente todas sus instituciones en Bruselas y Estrasburgo; así es que el club europeo está analizando tomar cartas en el asunto.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, denuncia esta intromisión masiva pero tampoco tiene idea de quién o quiénes están detrás, aunque se barajan muchos nombres de forma especulativa como Rusia, Irán, Corea del Norte, Marruecos o China, aunque no se descartan otros actores. Simplemente hace unos años, la entonces canciller germana, Angela Merkel, denunció haber sido espiada por Estados Unidos.

El Parlamento Europeo ha decidido formar una comisión especial para investigar este ya preocupante caso de injerencia, de vivir bajo un acecho permanente y peor todavía casi imperceptible.

Si no hay un software lo suficientemente potente para darle seguridad y tranquilidad a una persona portadora de un teléfono celular van a tener que etiquetar a los móviles, como a los cigarros, por ser “peligrosos para las personas”. Porque sí es un gran, gran peligro, que a través del celular uno le abra la puerta a gente mala e indeseable que va recopilando –como lobos en la oscuridad– información de las personas. Los gobernantes y gente con  actividades delicadas van a tener que usar el viejo teléfono de toda la vida que tampoco es infalible, pero es menos vulnerable, que uno digital.

@claudialunapale