Vivimos una situación peculiar en nuestro país. Las encuestas reflejan a un presidente muy popular, con altos niveles de aprobación, pero los entrevistados en los sondeos reprueban lo que sucede en economía o seguridad pública, además de que perciben que no se avanza en el combate a la corrupción, pero califican al mandatario como alguien no corrupto. Los indicadores y las cifras muestran muchas deficiencias y pobres resultados del gobierno federal, pero a un titular del Ejecutivo Federal muy popular, ¿cómo es eso?
Lo que logra la propaganda
Algunos ejemplos de indicadores muestran a un gobierno prácticamente ineficaz: en materia de salud, desabasto de medicinas y más de 600 mil muertos por la pandemia en cifras oficiales –las extraoficiales duplican este número—; en seguridad pública, más de 100 mil muertos que rebasan, y por mucho, los que hubieron en los dos sexenios anteriores y aumento en feminicidios; en materia económica, bajo o nulo crecimiento, aumento del desempleo y la informalidad, además de una inflación que ya es motivo de quejas en la casa y con los amigos.
Se trata de temas que ya hubieran provocado manifestaciones con otros presidentes, incluso protestas callejeras, pero que en el actual no se dan y, en cambio, tenemos una aprobación medida en encuestas al alza.
En una entrevista que con este reportero sostuvo el politólogo Marco Arellano Toledo, se tocó el punto de esta situación que vivimos en el país.
“Lo que parece una contradicción entre pocos resultados y mucha popularidad del presidente no tiene más que ver sino con que lo aceptemos tal cual en el tercer año de gobierno lo que es una realidad: es un gobierno populista, el presidente es un populista que estimula a través de un estilo de liderazgo propio, una estrategia de comunicación y una forma discursiva, un proyecto político que no tiene sustentabilidad ni, digamos, densidad política, pero sí como estilo de liderazgo, estrategia de comunicación y discursiva, el presidente sí está haciendo de este un gobierno populista y, por lo tanto, se convierte en un gobierno popular, uno que la gente –en efecto, las encuestas lo dicen– simpatiza con este proyecto, que es uno hueco, que no está teniendo la profundidad de la transformación que se nos prometió”, sostuvo Arellano Toledo.
Esto nos lleva a revisar algo que sí ha sido eficaz en el actual sexenio: la propaganda.
Desde que se tomó la decisión de recortar la publicidad oficial –algo necesario, pero que en realidad fue usado con otra intención alejada de la austeridad—, vimos como en paralelo comenzaban a proliferar portales de Internet, usuarios de redes sociales y youtuberos que replicaban la narrativa presidencial, a la vez que se daba una coordinación para inhibir o desacreditar la crítica.
Más tarde, se buscó abrir espacio para plumas afines en medios tradicionales, algo que se mantiene hasta la fecha, pues algunos portales o revistas han recibido la sugerencia de incorporar a articulistas que defienden a la 4T.
Esto se combina con la narrativa que ha seguido dos etapas. En la primera, cualquier comentario o crítica negativa era respondida con aquello de que ésto era motivado por la pérdida de privilegios, por ser parte de grupos conservadores o por ya no recibir el chayote.
No importaba si la crítica iba acompañada de pruebas o si tenía como origen a funcionarios que estuvieron en el gobierno –como Carlos Urzúa, Germán Martínez o Jaime Cárdenas Gracia—, todo se respondía de la misma manera y a los personajes mencionados se les tachaba de traidores.
En una segunda etapa, se recurre a la anécdota como principal soporte propagandístico para demostrar, primero, que muchos de los críticos lo son porque no tienen la información necesaria acerca de las acciones de gobierno o, segundo, porque el presidente les cae mal y eso les impide reconocer los avances.
Y si algún medio presenta investigaciones que ponen en tela de juicio la positiva e inmaculada imagen del presidente, de inmediato son descalificados e insultados. Basta ver el trato que han recibido Carlos Loret de Mola, Carmen Aristegui o los medios impresos Reforma, El Universal, Siempre o Proceso.
En todos los casos, lejos de aclarar la información difundida, se recurre a calificativos como que se trata de medios que nunca han apoyado al pueblo, que perdieron privilegios o que son parte de los grupos golpistas que buscan afectar al presidente.
Se trata de algo en lo que el actual gobierno sí ha sido eficaz, pues por lo visto en las encuestas, que se califique mal al gobierno en ciertos rubros, pero se califique positivamente a la cabeza del mismo, al presidente, nos habla del éxito que han tenido en cuanto a propaganda se refiere.
Hay que reconocer este éxito, quizá el único que realmente pueda presumir el presidente y su corte de textoservidores, que se indignan y amenazan a la menor crítica, porque saben que sólo han construido un castillo de naipes que caerá más temprano que tarde.