No hay evidencia en México de que la geopolítica influye en el comportamiento electoral y tampoco que la política exterior mexicana sea un factor de peso para el voto.
Para algunos el alineamiento con Estados Unidos podría mover al voto en una u otra dirección, apoyar u oponerse al que se alinee o aleje pero el ánimo anti yanqui casi cruza horizontalmente a la compleja sociedad mexicana.
Para la derecha cuyo comportamiento electoral es conservador y busca preservar los peores rasgos del capitalismo salvaje, puede animarlos el giro derechista en el mundo, por ejemplo el surgimiento de fuerzas ultraderechistas en lugares de Europa (e.g. Francia, Hungría, España), ya vimos el impacto de VOX en México que animó a la ultra derecha a levantar la cabeza. Seguramente como ya lo hacen, se animarán a oponerse con el voto a todo lo que huela a izquierda, seguirán con la cantaleta que AMLO es comunista y que va a venezolanizar o cubanizar a México, lo que seguro se alimentará con su viaje a Cuba, justo antes de la Cumbre de las Américas).
La izquierda estará orientada con una agenda doméstica para reforzar a la 4T y la continuidad de una agenda de transformación y poco le pesarán las iniciativas en el Consejo de Seguridad de la ONU. Posiblemente no quepa en sus preocupaciones electorales el ascenso de la derecha a nivel mundial, aunque diversos analistas han mostrado intranquilidad ante la posibilidad de que la derecha trate de expandirse a América Latina usando a México como trampolín.
La invasión rusa a Ucrania no parece mostrar una penetración en el debate nacional y tampoco parece hacerlo la postura china o coreana. Aquellos son conflictos geopolíticos de gran trascendencia aunque en México se vean muy lejanos y con un potencial impacto regional, especialmente de China.
México está tratando de recuperar su papel de país medio con influencia en conflictos mundiales. Entrar al Consejo de Seguridad le da visibilidad internacional pero con posible poca repercusión en política interna. La idea de AMLO de crear una política centroamericana para impulsar el desarrollo como factor de freno a la migración le dará relevancia internacional, aunque no parece haber penetrado en el debate estadounidense, cuestión que podrá cambiar después de la Cumbre de las Américas, aunque con un impacto limitado. Por lo pronto la Casa Blanca rechazó la propuesta de no excluir países en la cumbre.
Los escenarios geopolíticos cambiarán poco de aquí al 2024 y su percepción mexicana posiblemente tampoco cambie, así que el voto posiblemente se oriente en base a una agenda básicamente doméstica aunque en ciertas facciones se alimente de factores externos.