Como nunca antes las especulaciones y sospechas sobre la participación del narcotráfico y crimen organizado en las decisiones de gobierno y en el diseño de la estructura gubernamental no habían tenido la contundencia con la que se presentan en esta administración.
En todo momento esto podría levantar ese debate inútil acerca de que todos lo han hecho y todos se han enriquecido brutalmente de la mano de los criminales pero la diferencia actual es que la avaricia y contubernio colocan en serio riesgo a la seguridad nacional y a la de otros países fundamentalmente a los Estados Unidos. Este espontáneo y extraño reconocimiento público del presidente al saludo que presentó a la mamá de Chapo y que le permitió asegurar que no estaba arrepentido (“Me bajé y fui donde estaba ella a saludarla y ya. ¿Y? ¿Qué me quita? ¿Qué pierdo? Nada. Además, también, una cosa son los hijos, las mamás, los papás, los abuelos y otra cosa es el que se mete en cuestiones ilegales o delictivas ¿Por qué generalizar?”), más el distanciamiento oficial del gobierno con la DEA, la visita de funcionarios de primer orden de la Casa Blanca para tratar asuntos bilaterales en materia de seguridad y migración y los archivos del FBI sobre la filtración de dinero sucio en las campañas de Hidalgo, Tamaulipas y Oaxaca, nos colocan en un terreno extremadamente delicado.
Para gobiernos extranjeros, subrayó nuevamente el de Biden, es insostenible que el propio gobierno mexicano permita el evidente maltrato y menosprecio a las Fuerzas Armadas que son insultadas ya no únicamente por las bandas delincuenciales, sino atropelladas en sus derechos y obligaciones por pobladores de distintas regiones que ya están tomando la decisión de una defensa propia contra los matones o lo que es peor, proteger a los sicarios porque estos les proporcionan mejores satisfactores que el propio gobierno.
Parece se nos olvida fácilmente la liberación de Ovidio Guzmán o la tragedia que se registró al interior del estadio La Corregidora en Querétaro al permitir que los grupos de apoyo (porras) estén controladas por huachicoleros y narcomenudistas. Autoridades mexicanas ya están informadas que la DEA y el FBI poseen documentos de fuertes movimientos bancarios de algunos candidatos de Morena a gobiernos estatales en instituciones bancarias como The First Caribbean Internacional Bank en las Islas Caimán o SNS Bank de Ámsterdam en los Países Bajos.
Anne Milgram, funcionaria de la Administración del Combate contra las Drogas, desde el interior de la Casa Blanca sentenció categóricamente que “cualquier líder extranjero que abuse de su poder para apoyar a los carteles de la droga, si toma dinero de la droga para su elección, si acepta sobornos de carteles de la droga, si trafica con drogas mortales, si permite que la violencia y los asesinatos florezcan entonces la DEA no se detendrá ante nada para hacerle responsable de sus crímenes, si cree que puede esconderse detrás del poder de su posición está equivocado!”.
Pieza fundamental en la información a los estadounidenses es Emma Coronel esposa de Joaquín Guzmán Loera a quien el presidente ha ofrecida disculpas públicas por decirle “el Chapo”.
El exgobernador de Michoacan, Silviano Aureoles, intentó entregar a AMLO pruebas contundentes de la participación del crimen organizado en las pasadas elecciones y el presidente lo dejó esperando en la calle afuera de Palacio Nacional.
Las advertencias y narcomantas en Morelos asociando al gobernador, el derecho de piso que se cobra en la CDMX, los atentados en Guerrero, Tamaulipas, Sonora. Todo esto se encuentra bajo la absoluta observación de organismos internacionales que califican a Mexico como un narco estado. El cierre de sexenio será durísimo por las cuotas de poder que de sentirse traicionadas iniciarán un salpicadero de nombres que harán temblar a la nación.
Conductor del programa VaEnSerio canal 34.2 mexiquensetv izzi 135
@cramospadilla