Eliminar la mutación partidista

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La reforma electoral integral del 2014 instituyó una forma de mutar de partido político nacional a partido político local; el mismito nada más que a nivel estatal.

Y es que en la Ley General de Partidos Políticos, creada con dicha reforma, se estableció que:

“Si un partido político nacional pierde su registro por no haber alcanzado el porcentaje mínimo de votación en el último proceso electoral ordinario federal, podrá optar por el registro como partido político local en la o las entidades federativas en cuya elección inmediata anterior hubiere obtenido por lo menos el tres por ciento de la votación válida emitida y hubiere postulado candidatos propios en al menos la mitad de los municipios y distritos, condición con la cual se le tendrá por cumplido y acreditado el requisito del número mínimo de militantes con que debe contar…” 

Así de fácil.

Se les dispensa un requisito elemental, que incluso es fundamental para conservar el registro como partido político. Vaya, ¿cómo es posible dar por equivalente cierto parámetro de votación con la membresía real y efectiva? No siempre el votante es militante.

Pero como son los partidos políticos nacionales, a través de sus legisladores en las cámaras del Congreso de la Unión, los que promueven y avalan las reformas electorales pues ‘se despachan con la cuchara grande’.

Es así como a partir de la entrada en vigor de la Ley General de Partidos Políticos y su aplicación, empezó la proliferación de partidos ‘mutantes’, que desaparecen en el escenario federal pero que siguen actuando como partidos políticos locales administrados por grupos reducidos o por quienes integraron la dirigencia estatal.

Con sus excepciones, francamente es una fantasía el que cuenten con la membresía efectiva. Y todavía hasta se dan el lujo de impugnar cuando arañan el 3% peleando el reconocimiento del umbral o de las ‘candidaturas propias’.

Y las autoridades electorales, tanto locales como federales, administrativas y jurisdiccionales, les ‘echan una manita’. Con sus honrosas excepciones, ese tipo de partidos ‘mutantes’ se convierten en verdaderas rémoras. Es más, en ocasiones son como una especie de franquicia de partidos nacionales.

Ni en aquella época mexicana de los partidos regionales.

El contexto viene a colación para citar el ejemplo en las recientes elecciones locales, las del domingo pasado; precisamente en algunas entidades federativas compitieron partidos ‘mutantes’, que de nacionales ahora son locales.

Vean:

En Aguascalientes: Fuerza por México (FXM), que obtuvo alrededor de 6 mil 446 votos, representando el 1.3893%, en preliminares, cuyos resultados en cómputos distritales no variaron sustancialmente.

En Durango: Redes Sociales Progresistas (RSP), que alcanzó aproximadamente 13 mil 220 votos, equivalentes al 2.1382% de la votación.

En Hidalgo: Partido Nueva Alianza Hidalgo (PANAL) con 80 mil 180 votos, representando el 7.5570%.

En Oaxaca: Partido Nueva Alianza Oaxaca (PANAO), que obtuvo 18 mil 586 votos ya como resultado de los cómputos y que equivalen al 1.6163% de la votación.

En Quintana Roo: Fuerza por México (FXM) con alrededor de 8 mil 33 votos, que representan apenas el 1.6162%.

Salvo en Hidalgo, el PANAL local alcanzó una votación aceptable. Pero en las demás entidades, los partidos locales que alguna vez fueron nacionales alcanzaron una votación paupérrima, que de algún modo confirma que ni siquiera tienen la membresía exigida por la ley para tener derecho al registro.

En Oaxaca el candidato independiente indígena a la gubernatura Mauricio Cruz Vargas, con todas las limitantes que implica la figura de candidatura independiente, obtuvo más votos que el PANAO: 21 mil 136 contra 18 mil 586. Incluso, muchísimo menor que la votación de un partido que siempre ha sido local, el Unidad Popular que alcanzó más de 26 mil votos.

Y en Quintana Roo el partido local MAS dejó muy atrás al FXM local, con alrededor de 35 mil 318 votos.

REFLEXIÓN  

Los resultados obtenidos en las recientes elecciones locales son como para reflexionar sobre la conveniencia de reformar la Ley General de Partidos Políticos para eliminar a los partidos ‘mutantes’; es decir, quitar las disposiciones que permiten a un partido nacional que pierde el registro la opción del registro local dispensándole ciertos requisitos.

O, en todo caso, reformar la ley para endurecer los requisitos para pasar de partido nacional a partido local.

Partidos políticos que en realidad son ficciones jurídicas, en nada ayudan al fortalecimiento del régimen de partidos.

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