Gerardo Lozada Morales
El proyecto de soberanía nacional que encabeza la cuarta transformación pareciera que llegó en un momento adecuado. Después de haberse detonado la guerra en Ucrania el pasado 24 de febrero, la geopolítica se transformó, pues se pasó de tener un mundo unipolar dirigido por los intereses de los Estados Unidos y de sus aliados europeos, a vivir la primera gran ruptura del siglo XXI, incidiendo totalmente en las transformaciones políticas globales.
Las potencias como Rusia y China se han beneficiado de la crisis de parangón que azota desde 2008 a EEUU y sus aliados europeos, y se ha agudizado mucho más no solo por la guerra de un país que se construyó mediante un aberrante proyecto “democratizador”, sino también por la cuestión energética y ahora alimenticia. Se fracturó la hegemonía globalista que se impulsó en muchos países en vías de desarrollo mediante proyectos democráticos afines a intereses ajenos a la realidad de cada país, se promovió el sistema económico neoliberal y se buscó alienar completamente a las maquinarias de Estado a dichos intereses, hasta el grado de generar su desarticulación frente a la actividad económica y financiera que por su parte generó grandes brechas de desigualdad en todas sus escalas, así como del aumento de la corrupción y de la criminalidad en regiones geográficas como lo es la propia Latinoamérica.
Este mismo fenómeno se presentó en México desde la década de los ochentas. Empero, hoy la distensión del viejo orden mundial ha llevado a reunificar los intereses de países en vías de desarrollo para beneficiarse del comercio y de negociaciones que ya no encabezan únicamente los estadounidenses. El nuevo orden multipolar con referencia tripartita de poder concentrado en Estados Unidos, Rusia, China, ha dado como resultado que la ahora “izquierda” se caracterice por impulsar la rehabilitación de las maquinarias estatales, para buscar remediar o mediar todos los problemas que el orden unipolar generó.
Por su parte, dicho fenómeno que se mantiene vigente ha incidido mucho en la estabilidad que el país ha logrado afianzar desde haberse impulsado el proyecto de la cuarta transformación bajo el liderazgo del presidente Andrés Manuel López Obrador y el impulso de estrategias al estilo del Estado benefactor keynesiano, como lo abogó en su momento el economista francés Thomas Piketty al postular la defensa de la democracia y el cobro de impuestos a los más ricos, mediante políticas de humanización económica provenientes de Amartya Sen, la rehabilitación de la industria energética nacional, y muchos más proyectos que serán el parteaguas para definir al siguiente sucesor presidencial. MORENA ha cohesionado su interior tomando como referente lo señalado por el presidente Obrador: “darle continuidad al proyecto que encabeza”. Hay que tener presente que en las últimas semanas suena mucho en el interior del partido la creciente y notoria participación del actual Secretario de Gobernación: Adán Augusto López Hernández, puesto que se señala que es el favorito para continuar con el legado transformador y no es casual mirar el repunte que ha tenido en las encuestas.
El autor es catedrático de la UDLAP y miembro colaborador del Observatorio ciudadano de cultura y prácticas de un buen gobierno A. C.