En política, solo se puede dar por muerta a una persona cuando se encuentra tres metros bajo tierra, o reposando en una urna. Por ejemplo, ya había advertido el propio Maquiavelo que, si se desea hacer daño a una persona, hay que imposibilitarla de tomar venganza, y eso implicaba a menudo matarla. Otro consejo que da la sabiduría política es el “cargar al muerto”: cuando se le infringe un daño a alguien, es recomendable que el victimario se ocupe de la víctima, porque se la deja abandonada en el camino, se la encontrará tarde o temprano.
Si en política nadie desaparece salvo que muera, es necesario evitar escenarios ingenuos, como creer que un escándalo puede afectar terminalmente la carrera de una persona. Especialmente si puede bastar con un leve giro retórico para darle la vuelta a ese ataque. Lo anterior viene a cuento a propósito de quienes desean ver la tragedia y los escándalos alrededor de la Línea 12 como el final de las aspiraciones de Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum para 2024; especialmente cuando ambos no sucumbieron tras el incidente de San Juan Ixtayopan y el colegio Rébsamen, respectivamente.
Si tienen alguna duda sobre si ese supuesto podría aplicar a alguna pre candidatura de Morena para 2024, piensen en San Juan Ixtayopan y en el colegio Rébsamen. ¿Es una locura adelantar la sucesión? Así suena, pero López Obrador puede salirse con la suya. Veamos por qué podría suceder.
Si el presidente no puede darse el lujo de atrasar la sucesión, por el desgaste que sufre su partido y el bajo desempeño de su administración, adelantar el proceso le permitiría no solo controlar la narrativa, sino mantener expectativas en el futuro. ¿Ha hecho las cosas mal? Difícil negarlo, pero eso nunca ha importado este sexenio: para que el descontento se vierta contra el gobierno, se necesitaría una alternativa clara, creíble y atractiva.
¿Qué pasaría si alguna persona de su predilección se desgastase prematuramente? Siempre podrá enrocarla, como pasó con Marcelo Ebrard en 2005: tras el linchamiento de San Juan Ixtayopan, del que fue removido como secretario de Seguridad Pública, se le colocó en la Secretaría de Desarrollo Social. Además, estas jugadas siempre generan días de discusión sobre ganadores y perdedores.
¿Habrá rebeliones al interior de Morena contra quien resulte beneficiario del “dedazo”? Seguro, pero nadie pensará en salirse mientras el presidente sea visto como el factor de unidad. Además, seamos cínicos: en muchos casos se tratará de personas que buscarán acomodarse a cambio de no generar una fisura dentro del grupo gobernante.
Pero… ¿y la Línea 12? Morena no perdió apoyo en las zonas afectadas, sino en alcaldías donde se movilizaron quienes ya estaban en contra del gobierno: fue reacción contra. ¿Por qué el descontento no llegó al oriente de la Ciudad de México? Porque el discurso opositor fue clasista, y se centró en medrar de la tragedia exigiéndole al presidente que mostrase empatía por las víctimas. Otra cosa hubiera sucedido si la oposición hubiese sido empática con quienes la estaban pasando mal, pero para eso les dio la imaginación.
Momento… ¿y el descontento? Para que lleve a un cambio, se necesita un liderazgo que sepa movilizarlo. Pero mientras, la oposición piensa en candidatear figuras sin arraigo más allá de su círculo, con la diferencia que Juan Ramón de la Fuente ya fue cooptado por el gobierno.
Mientras tanto, el gobierno seguirá manejando cualquier daño que pueda causarle el escándalo de la Línea 12, o sus secuelas, en su beneficio.
@FernandoDworak