Ante los aranceles de Trump –que existen por el proteccionismo yanqui y donde a fin de cuentas drogas y migrantes son simples pretextos para violar el T-Mec– Sheinbaum aguanta y no nos dice el plan B ni el C ni ninguno.
Retrasar la aplicación de tales aranceles unilaterales e ilegales de todas maneras no resuelve el problema de fondo ni da garantías de que nunca se aplicarán. Y no solo es si a cambio, ella y su gobierno hacen o no lo que Trump quiera. Ese no es el punto porque ya le digo, es el proteccionismo de una economía decadente lo que hay de fondo. Lo que Trump pida son quimeras. El punto clave también es si ha de responderse o no a Estados Unidos no solo con “diálogo” o invocando soberanía, sino con aranceles. Por eso sobra y sobraba la convocatoria al Zócalo. ¿Qué habrá represalias si respondiéramos con aranceles? Los efectos para todos son insondables, todo es especular, pero quizá por eso no debieran rehuirse, porque todo es especular acerca de qué pasaría si México responde.
Solo mentes encandiladas con los yanquis o colonizadas sienten temor.
Y la verdad es que Sheinbaum se ha tardado en responder. Justo por eso Trump hace de las suyas. Si interdependencia, palabra clave de América del Norte, y represalias no son suficientes, entonces quizás sí estamos equivocados de socio. Sí, el fantasmón de irnos con China o las BRICS se ve improbable y justo por eso merecía EE.UU. una respuesta más contundente. Igualdad, clama Sheinbaum, pues eso, que la haya y nos quitemos la idea colonizada de inferioridad para no responder, si se trata de socios y de la supuesta riqueza compartida.
El retraso de la respuesta de la presidenta raya más en lo exasperante que en la astucia, aunque el nuevo retraso de los aranceles pareciera indicar lo segundo. ¿Nos vamos a ir así todo el sexenio? Qué desgastante. No es astucia al tenor de lo expresado en los dos párrafos anteriores, sumando a ello el desconocido plan B y las evasivas y cantinfleadas del secretario Ebrard que no ayudan y muestran débil al gobierno mexicano.
No, no es cosa menor Trump y nuestro comercio depende hasta hoy de un 80 % de los yanquis y de la benignidad del mercado yanqui. Las respuestas, los pasos a seguir deben ser calculados y ponderados. No se puede caer en las irresponsables bravuconadas a lo Ricardo Anaya, quien desde el Senado habla como si no tuviera cuentas con la Justicia o trajera al rey cogido de la oreja. No. Ser gobierno y Anaya no lo es, implica ser responsable y eso es plausible en Sheinbaum. El timón lo lleva ella, no Anaya y sus bravuconadas.
Ahora bien: desde que se anunciaron aranceles, Canadá –que no es un país aliado de México ni es fiable y ya vimos a un Trudeau dubitativo y carente de rumbo claro– aun en esa incapacidad ha dejado claro su proceder y Sheinbaum, en cambio, apela a la cabeza fría que denota sospechosamente falta de claridad en qué hacer en el plano de las debidas represalias. No haberlas lanzado nos tiene en esta permanente incertidumbre a gusto del yanqui. Por eso, ya no estamos hablando de astucia.
Ya tenemos una guerra comercial y retrasar la respuesta es seguir en el mes a mes. Eso tampoco es vida, eso tampoco conviene. Se requiere firmeza, una postura definida y clara. La mesura tiene límites y no será en una asamblea en el Zócalo donde de definan decisiones. Sería irresponsable. Ya alguien ha expresado que un Zócalo lleno no cambiará la postura de Trump. Es correcto. Entonces, lo que cabría esperar es ir hacia adelante.
Sorprende ver que no se adelanta un plan B. Se lo refiere sin detallarlo. Eso y nada es lo mismo. No atina a decirnos lo que se hará. Ya condenó los aranceles por enésima vez, habló de soberanía y respeto. Pero nada de qué se hará y no se detalla cómo realmente nos afectarían. Los medios públicos van por las mismas. Contándonos lo mal que les irá en EE.UU., no cómo nos irá a nosotros, pero en ambos casos es especular. Y una cosa es la mesura y otra es la inacción y el silencio. Eso no traerá la admiración del mundo. Que lo tengan claro todos.
La presidenta nos ha recetado un día sí y otro también que tiene planes B y C y así ad infinitum y nada más. No se puede retrasar por más tiempo lo que se hará y ha de hacerlo sin avisarlo. No, prevenir al tipo. Si ya estamos como lo estamos, en una guerra comercial ergo, queda lidiar con la situación y definir medidas concretas en materia comercial porque la afectación es total.
Quede claro algo: como en el primer mandato de Trump circula una idea muy peregrina, muy equivocada: los aranceles afectarán más a sus conciudadanos, mientras se calla lo que nos corresponda. Veamos: si un producto mexicano sube exageradamente de precio ¿lo seguirán comprando quienes allá lo hacen? es posible que en menor cantidad o de plano, no. Esa es la trampa por depender de ellos. Menos ventas si será ruinoso. Y sin embargo, ir de mes a mes no es negocio. Por eso se requieren definiciones y seguir buscando alternativas de mercados y dejarnos de ver solo a EE.UU.
Por ello, así nos vaya mal, porque bien de todas formas no nos está yendo bien, es necesario responder a los aranceles yanquis. Tanto por reciprocidad, tanto por no dejarlos pasar. Treguas y alargar mes a mes la situación tampoco es adecuado ni sano para la economía mexicana. No responder en lo mínimo nos coloca más en plan de agachones que de prudentes. Ojalá que Sheinbaum lo tenga claro.