Pensar el 2024

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Mentor Tijerina

¿Bajo qué mecanismos se llevará a cabo la designación o elección de los candidatos a presidente en el 2024?

La hegemonía electoral de MORENA en el actual escenario electoral plantea el debate sobre la naturaleza de la elección que se llevará a cabo en el 2024.

¿Sucesión o elección presidencial?

El dilema del marco conceptual bajo el que pensemos el 2024 es el siguiente: ¿la designación del candidato presidencial se llevará a cabo bajo la inercia del antiguo régimen, o bien bajo las reglas democráticas que no terminan de consolidarse en esta larga transición mexicana?

¿Debemos pensar el 2024 dentro o fuera de la hegemonía presidencial?

Hasta ahora la reflexión sobre el 2024 oscila entre dos polos: los que piensan que la designación del próximo candidato o candidata de MORENA se hará conforme a las reglas cerradas del régimen presidencialista: el Presidente como gran elector; y los que propugnan por seguir avanzando hacia formas democráticas y abiertas de elección de los candidatos presidenciales: los ciudadanos eligen.

¿Estará el 2024 más cerca de 1994 o del 2018?

¿Cuáles son los elementos de continuidad y de ruptura?

A pesar de la enorme distancia ideológica que separa al 2024 de 1994, existen indicios que apuntan a una sucesión de continuidad dentro de la hegemonía presidencial.

El primero de ellos es la intención transexenal del proyecto presidencial: buscar la continuidad ideológica y programática más allá del gobierno.

La transexenalidad condiciona, sin duda, el método de designación del candidato presidencial, pues somete al Presidente a la tentación de optar por un método cerrado de designación que asegure la lealtad de su sucesor.

¿Podría reeditarse en las figuras de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal la disputa por la transexenalidad gubernamental que opuso, en 1994, a Luis Donado Colosio y a Manuel Camacho?

Otro rasgo en común radica en los llamados “nudos históricos del sistema político mexicano”, según la expresión de Manuel Camacho: ¿existen los acuerdos y consensos con los grupos políticos, empresariales y sociales para asegurar la continuidad programática del gobierno y así evitar una crisis política mayor?

El 2024 podría parecerse al 2018, y convertirse en una elección disruptiva, si se logra superar al presidencialismo transexenal y vencer la ortodoxia en el método de designación del candidato presidencial del partido gobernante.

Para llegar al poder en el 2018, MORENA privilegió las estrategias disruptivas y antisistema a través de vías de reclutamiento y participación política local-periféricas, y no central-presidencialistas.

El 2024 tendría más cercanía con el 2018 si se activan los mecanismos de participación democrática, desde los estados y la sociedad civil, donde el candidato pueda ser elegido mediante métodos abiertos de elección.

La gran pregunta es si, ya en el ejercicio del poder, el Presidente será capaz de vencer la tentación del gran elector para seguir avanzando en la consolidación de nuestra vida democrática.

El autor es Consultor Político.