En las últimas tres elecciones presidenciales, en Tabasco ha dominado el escenario de que la tierra de Carlos Pellicer podría darle a México un mandatario nacional que, además, sacara al estado de su atraso de décadas. Pero para 2024 que no hay la certeza de que un coterráneo se haga del Águila de mando, ¿prevalecerá la lealtad ciega al lopezobradorismo?
Desde 2006 que Andrés Manuel López Obrador compitió por primera vez por Los Pinos, ningún otro candidato presidencial ha podido alzarse con la victoria en el Edén del trópico. En ese año, sin embargo, el PRI retuvo la gubernatura en la jornada local, aunque tres meses después, en la justa federal, el priísta Roberto Madrazo Pintado perdió en su tierra, que votó abrumadoramente por el de Macuspana, el otro paisano en la contienda bajo las siglas del PRD. El panista Felipe Calderón Hinojosa derrotó a los dos tabasqueños.
En esa jornada quedó demostrado que mientras López Obrador no apareciera en las boletas, el pueblo no sufragaba por los abanderados de su movimiento. En 2012 se comprobó esto: el hoy Presidente no pudo hacerse de Palacio Nacional, mas como las elecciones locales y federales se hicieron concurrentes, el perredista Arturo Núñez Jiménez, jalado por AMLO, llevó la alternancia a Tabasco tras ocho décadas de hegemonía priísta.
En 2018 el partido de Andrés Manuel, que ya no era el PRD sino Morena, retuvo sin mayor esfuerzo la Quinta Grijalva, remolcado por el poder político del de Macuspana.
Visto así, para que la llamada Cuarta Transformación (4T) vuelva a mostrar su dominio absoluto, los tabasqueños deben contar con un aliciente del tamaño de un candidato presidencial. ¿Y si el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, no logra la nominación del vinotinto?
En círculos morenistas se tiene como arma para triunfar dentro de dos años y medio el discurso de que para consolidar los proyectos del Presidente en su tierra, como la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, se necesita que Tabasco respalde al partido del mandatario.
Esto es, quien sea el abanderado vinotinto, si no resulta ser Adán Augusto, debe venir a hacer campaña asumiendo el compromiso de que le dará continuidad a la obra de la 4T.
¿Bastará con que el Presidente venga a hacer proselitismo por quien busque el Ejecutivo de su entidad? ¿Votarán los tabasqueños por un candidato de Morena si el aspirante presidencial no es de la misma tierra?
El uso del erario en programas sociales no es un recurso seguro para mantener el poder, pues en la era del PRI también había programas clientelares alimentados por el presupuesto. Los tabasqueños son viejos lobos de mar en esas artes: desde 1988 se quitó la camisa priísta, AMLO le enseñó a sus paisanos que podían recibir el apoyo gubernamental que les llevaba el PRI, pero que su voto fuera para la oposición que entonces encarnaba él.
En el régimen hay confianza en que no solo ganarán en la próxima contienda, sino que tienen punch para continuar hasta 2030. Esa seguridad en la figura del Presidente es la causa por la que hay más aspirantes de Morena a la gubernatura que peces en el mar. Gana cualquiera en el partido de Andrés Manuel. Punto. Fe ciega.
El que el Presidente diga quién va a ser el candidato saldrá victorioso. Como en los tiempos en que López Obrador decía que con el dinero que empleaba el PRI para comprar votos, hasta una vaca ganaba si la postulaban a un cargo de elección popular.
¿Existe la posibilidad de voto de castigo a Morena si el candidato no es Adán Augusto? No es posible establecer una respuesta a esa interrogante, pero sí se tiene contemplado que el siguiente abanderado a suceder a López Obrador debe convencer a los tabasqueños de que continuará con la misma política asistencialista del de Macuspana.
@RodulfoReyes