Nos encontramos como país en un momento de grave peligro. Después de haber visto el patético comportamiento de los diputados y senadores del PRI cuando cambiaron de opinión respecto de la moratoria constitucional a la que se habían comprometido, habiendo votado en favor de la permanencia del ejército en las calles haciendo labores de seguridad pública.
De repente, se nos pone el cuerpo frío de terror, no por lo que aprobaron los legisladores del PRI, sino por lo que viene; el que el régimen les pondrá en la mesa la reforma electoral. Es decir, la captura del Instituto Nacional Electoral por la oficina de la presidencia, a fin de tener el control total de las elecciones.
Lo peor de todo es que, luego, pudiere venir una propuesta de reforma constitucional que permita la reelección presidencial.
Realmente estos escenarios expuestos pueden ser catastróficos para México.
Pero, antes hagamos una pausa de reflexión. ¿Realmente existe este grave peligro, los priistas estarán dispuestos a traicionar de esa manera artera al pueblo de México, sufriendo las consecuencias de desaparecer como partido o subsumirse a Morena, como ya lo hicieron los legisladores de Sonora, y sujetarse a la dictadura de un solo hombre?
Hay gente con buen criterio que opina que este escenario no se dará con la reforma electoral, ni mucho menos con una reelección presidencial. Se aduce o que las amenazas a la que supuestamente todos fueron sometidos no fue generalizada (no nos cabe la menor duda de que la de Alito sí fue real), sino que muchos de ellos se convencieron de que la reforma que aprobaron sobre la extensión de la permanencia del ejército en las calles era conveniente y que no valía la pena confrontarse con el ejército que siempre ha pedido que su presencia sea legalizada.
Al respecto, debemos recordar que el PRI y el ejército tienen hilos conductores muy estrechos con antecedentes históricos que vienen desde la Revolución Mexicana, y que más bien, la concesión que hizo el PRI fue para darle al Ejército lo que quería.
No obstante, lo antes dicho, sí existe un riesgo de que el escenario catastrófico que enuncié al principio de esta columna pueda existir. Ante un escenario de tal magnitud, opino que los únicos que pueden salvar al país son los ciudadanos. Me refiero a la madre de familia que acude al supermercado, el obrero y oficinista que trabajan arduamente todos los días, los profesionistas, prestadores de servicio, pequeños empresarios; en general, la clase media que es la que más perjudicada ha salido con el gobierno actual y se vería más afectada viviendo en un país con un régimen dictatorial.
¿Qué podemos hacer al respecto? Realmente mucho. Cada día crece la inquietud dentro de la sociedad civil mexicana en organizarse para enfrentar a Morena y aliados en las elecciones de 2024. Hoy se anunció la estructuración de una gran movilización ciudadana, convocada por Unid@s https://es-us.noticias.yahoo.com/organizaciones-civiles-lanzan-unid-s-144411972.html para llevar a cavo en marzo del año que entra, una gran asamblea ciudadana para impulsar su participación en las elecciones del 2024, eligiendo a una candidatura única de la oposición.
Dentro de Unid@s está Poder Ciudadano Mx X Mx que es una agrupación que en las elecciones del 2021 conformó una red ciudadana de más de 2.5 millones de personas promoviendo el voto, y ahora, se ha dedicado a dar seguimiento a los legisladores respecto al sentido de su voto en asuntos que son de vital importancia para los mexicanos, como la reforma constitucional en materia energética.
Con organizaciones como la antes mencionada y la participación de la ciudadanía en lo local, se puede presionar a los legisladores a que no destruyan al país, a través de acciones concretas en las que les hagan saber su parecer a los legisladores.
En conclusión, para que un país entre a un régimen dictatorial a través de procedimientos democráticos, es necesaria la convergencia y anuencia de los legisladores. Los ciudadanos en nuestras comunidades tenemos el gran poder de influir a los legisladores desde sus casas, lugares en que acuden, como tiendas, restaurantes, clubes, iglesias, escuelas, para hacerles sentir fuertemente las consecuencias de que lleguen a traicionar a sus vecinos y ciudadanos de sus colonias, organizaciones y comunidades.
¡Ejerzamos esta fuerza ciudadana y salvemos al país!