La eliminación de México en Qatar 2022 confirmándonos que los pronósticos de especialistas eran acertados, los malos diagnósticos de varios países sobre la Selección de México no eran errados y con el plus de un halo de traición que ha recaído en Martino y no se lo quitará, pues es bastante convincente para sospecharlo, nos pone –como se lo expresé aquí mismo en meses pasados– en la tesitura de ser sede mundialista en 2026 por una afición más ruidosa que conocedora (ni el “Cielito Lindo” canta bien y completo) que va de compratodo y que apoya todo lo que le pongan enfrente, sea que truene, llueva o relampaguee y sin chistar; y nos recuerda entonces, que se ha escogido a México no por ser conocedor. Los dueños del circo quieren siempre ganancias rápidas. Así nos va.
No es cosa menor que de nuestro equipo se siga hablando de milagros, se continúe dependiendo de la magia o de que otros se equivoquen para no calificar o no ser descalificados y no depender de su propio esfuerzo o que los jugadores vayan dando bandazos, tumbos o erráticas estrategias en lo individual o como equipo, o esperando que otros hagan nuestra labor; ya no digamos que fue evidente enfrentar la pasividad del director técnico argentino ante Argentina, además de una Selección errada a todas luces, sumando la necedad de incluir a Ochoa, llevar quintomundialistas sin pena ni gloria en su currícula a lo Rafa Márquez, con el sobado argumentillo de que gozan “de experiencia”, pero la tienen sí, en perder siempre, más tener uno que otro partido “bueno” que solo habla de improvisación, chiripa y falta de escuela (acusan que especialmente, con falta de delanteros metegoles) como para seguir en el juego que no promete cambiar los intereses en pugna.
Por cierto, recuérdese la cauda de derrotas que acompañaron al Tricolor en el camino a Qatar 2022. Una pena en toda regla. El resultado final ya lo conocemos. Y hay quien lanza la tamaña gracejada de que es solo un juego o ya vendrá la buena. Alemania también salió como nosotros, en fase de grupos, pero al menos recuerda haber sido campeón 4 veces, subcampeón otras 4 y 4 ocupando el tercer sitio. Eso nos distancia. Y es deplorable las declaraciones previas al Mundial de Yon de Luisa diciendo que México esperaba llegar a un cuarto partido. Es la foto de la mediocridad y del dinero rápido y no de planeación con miras a largo plazo, de lo cual viven él y los dueños del negocio en México. Amén de ya borrar la expectativa del quinto partido. Pues no, que no hable por todo México. Él en su mediocridad, esperaría un cuarto, no la afición y el público en general, que todavía cuenta con quien sí quiere una Selección ganadora. Incluido el autor de esta columna a quien mediocres han dicho “pero nadie espera eso”. Ya con esa mentalidad somos perdedores de antemano.
Y quede claro que no fue un retroceso, lo que hay es estancamiento y que no se ve por dónde romperlo. Ya dijeron que se quedan todos y Ochoa se ve en el 26. Desastre a la vista. Los ganones: los vendedores de paquetes de viaje y de playeras de equipo perdedor. Lo de siempre, pues no se crea usted que no todo fue perder.
Como se anuncia la fatal continuidad en la Femexfut y tal, con el priista Arriola regenteando lo que se ve que desconoce (como buen priista) como es eso llamado Liga, y hasta pinta todo para retroceso trayendo al “Piojo” Herrera, quien tiene más gracia que sus jugadores, ergo, que todo cambiara para seguir igual, entonces ya nos garantizan un papelón en 2026. Nada de qué preocuparse. Con una afición que se deja y que deja los millones yendo a Catar, estamos hechos. En algo se parece la Selección Nacional al PRI, merecen su eliminación por maletas. Los unos ya la tuvieron, los otros, que las urnas den cuenta. La primera oportunidad es echar al PRI de Edomex en 2023. Ya toca.
Se efectuó la interparlamentaria México-España. Otra más. Hay que verla cómo lo que fue: un esfuerzo compartido. Nadie dio ni pretendió dar lecciones ni estaba para darlas. Nadie. Circunstancialmente, fue en España, que siempre han sido de ida y vuelta y no puede haber lecciones porque ni se pretendían y fue un encuentro plural, desde legislativos que no conducen sus respectivos gobiernos nacionales y partidos todos, cuestionables por tal o cual; su labor está bien definida en ambas naciones. Los discursos de todos, bastante tediosos y de nulo aporte. Malitos. Espacios comunes. Bostezos. Qué positivo es que acontezcan tales encuentros. Y hasta ahí sin pretender ver enseñanzas al otro donde no hay. Al interior de ambos Legislativos, las palabras de Vox siempre denigrantes, las casposas posturas del Partido Popular o las vociferaciones tardas de Kenia y desquiciadas de Lilly rayando ambas en el ridículo permanente, demuestran que ninguno de los dos poderes legislativos, español o mexicano, están para dar lecciones al otro. Muy aparte del diálogo entre asistentes y bonitos esfuerzos.
Pues la marcha en favor del proyecto de López Obrador ha sido un éxito. Tres tantos se apuntaron los asistentes: 1) acudir mostrando músculo y, en efecto, cerebro, porque han asumido un mensaje claro de presencia y unidad. 2) superaron por mucho a los opositores, que era importante para no contarse cuentos, ni unos ni otros. Y 3) que López Obrador dijera que ni se reelige ni cede a chantajes. Por estar tan preocupados los opositores en ver si llenaba o no el Zócalo (y, en efecto, no lo llenó) es que no ponen atención a sus palabras, que es uno de sus muchos errores. Ir ciegos y sordos. Ni cómo ayudarlos.
Total, quepan dos necesarios apuntamientos. No es cosa de marchar o de ver quién llena el Zócalo. Finalmente, lo que han de llenar son las urnas. Unos y otros, da igual. Y por otra parte, las muestras de apoyo o de repudio se hacen en libertad, nadie es dueño de las calles ni de la verdad, así que a los ciudadanos lo que queda es tomar nota y cuando toque, votar libremente lo que deseen. Eso sí, el mentiroso y esquizofrénico de Marko Cortés lanza el bulo irresponsable de asegurar que López Obrador desea destruir el INE. ¿Cómo alguien tan desinformado puede presidir un partido? Lo que hace es propio de alguien que no cree en la democracia. Y es un mentiroso. Si el tipo no fuera tan lerdo daría más risa que la pena que da. Y que de la democracia, ni hable. Su partido entre concertasesiones, entregándose al Señor X y el encumbramiento en el puesto sin competencia electoral interna como le sucedió, debería de callarse, porque no está en posición de presumir de demócrata. Ni él ni su partido.