Salía de una comida en Ciudad Juárez con un grupo que se alcoholizaba semanalmente cuando súbitamente uno de ellos me espetó:
– Los judíos mataron a Cristo
Le respondí:
– A huevo, para que vean con quién se meten
Mi respuesta no podía ser otra:
1) No tiene sentido dialogar con un estúpido, a quién no habrá manera de educar sobre el origen de la noción del deicidio y su uso a lo largo de la historia para perseguir, asesinar, exterminar, robar, despojar a “los otros”, a los judíos. Para los interesados recomiendo el libro de Haim Cohn, The trial and death of Jesus.
2) Argumenta un judeofobo. Los judíos no mataron a Cristo, fue el Sanhedrin, que era un tribunal judío. Así los que se creen cultos tratan de justificar su odio y extender el prejuicio.
3) No se puede razonar con quién cree que se puede abusar impunemente de los judíos. Esos imbéciles piensan/creen/desean que el nazismo se repita en las actuales circunstancias en parte por sostener los prejuicios raciales, que hoy se refuerzan con su dolor y asombro por el renacimiento y fortaleza de las comunidades judías. No pueden digerir que haya un Estado judío fuerte, recientemente calificado como uno de los 10 países más poderosos del mundo y que es punta de lanza científica y tecnológica mundial, con un sistema democrático único en el Medio Oriente y otros países de “occidente” y con un ejército de avanzada, todo esto entierra la representación de los judíos masacrados en pogromos y en el holocausto.
Los enloquece ver que habiendo huido de Europa y de los países árabes (ambos abogaban por la limpieza étnica) hayan construido instituciones educativas, médicas, políticas, algunos de los sindicatos más poderosos en Estados Unidos fueron creados por judíos y crearon un cabildeo judío poderoso en ese país.
Debe quedar claro que los judíos no sentimos vergüenza ni remordimiento por nuestros éxitos, aunque es ese éxito lo que dispara expresiones judeofobas. Me enorgullece cada vez que leo sobre un nuevo avance médico en Israel, o el número de premios nobel judíos cada año. La fracción demográfica judía en el mundo no refleja el nivel de personajes relevantes y exitosos en todas las áreas. En lugar de tratar de aprender, los judeofobos, y los que niegan serlo, reclaman contra ese éxito y recurren a los tropos antisemitas para justificar su odio.
En la Facultad de Ciencias Políticas (UNAM) un compañero dijo que me jodería porque había leído un libro que decía toda la verdad. Supe de inmediato que había leído Los protocolos de los sabios de Sion, así que cuando dijo:
– Los judíos se quieren apoderar del mundo.
No pudo haber otra respuesta:
– De poder podemos, pero de querer no queremos, que hueva, te imaginas tener que manejar todo el mundo. Me faltó decir que ese control incluía tratar con imbéciles como él.
Debí haberle dicho que se pregunte por qué a lo largo de éstos siglos de persecución y odio, los judíos no nos hemos apoderado de todo, no somos los dueños de los bancos, ni de la ONU que diario vota contra Israel, no somos líderes revolucionarios, no reclamamos como judíos al Che, Fidel, Lumumba. Mandela, Lenin, aunque en el caso de Rusia hubo muchos judíos en el liderazgo comunista, y el carnicero Stalin embistió contra ellos. Pude decirle que tenemos gerentes manejando al mundo, pero no son muy eficientes: Biden, Putin, Trump, Macron, Meloni, Boric.
Hemos llegado al antisemitismo sin judíos, hay mucho odio, hay escritores que se sienten serios pero ponen atención a señalar como judío todo lo que es negativo, sus excusas son risibles.
Hay antisemitas que niegan todo: el holocausto no existió, los judíos gozan victimizándose y el holocausto no fue contra una raza; es dramático el odio de los negros contra los judíos mientras gritan en contra de la discriminación racial. Siendo que algunas de las mentes más claras en la lucha contra la discriminación, la injusticia y la explotación son y han sido judíos. Vergonzosos los esfuerzos por equiparar a los judíos con los verdugos de la peor ignominia de la historia.
Sostener que en Israel existe racismo contra los palestinos, que hay limpieza étnica, excluyendo los esfuerzos educativos palestinos que llaman a exterminar a los judíos, o normalizar y justificar las limpiezas étnicas que expulsaron a los judíos de los países árabes, o que hoy un judío no puede vivir en Palestina. A un artista judío de estatura mundial se le canceló un proyecto en un país árabe por ser judío, ya dirán que fue un acto revolucionario de los plutócratas árabes, porque así se justifican los miles de misiles palestinos en contra de judíos. Condeno los horrores de la guerra y se requiere un arreglo con los países árabes.
El holocausto nazi se centró contra los judíos, pero de paso asesinó a gitanos, comunistas, católicos, homosexuales y los que no eran “puros”.
Las doctrinas de odio son de amplio espectro y el NUNCA JAMÁS es un llamado a extirpar la cultura del odio, es un peligro para la humanidad.