Tiene razón Claudia Ruiz Massieu al vaticinar un proble éxodo de priista si el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas (“Alito”) insiste en “controlar el partido (hasta el 2025) y en excluir la pluralidad que vive dentro…”
Lo dijo en entrevista con el periodista René Delgado para su programa EntreDichos de EL FINANCIERO Bloomberg, en la cual ella puntualizó en una clarísima advertencia:
“Sí es probable que se pueda generar una división y un éxodo que debilitaría al partido, que debilitaría a una eventual alianza y coalición, y que mermaría otra vez la fortaleza y la credibilidad del PRI ante la ciudadanía.”
Más bien la división existente se ahondaría, generando la probabilidad de la salida de cuadros priistas para mudarse a otros partidos políticos. Como ocurrió no hace mucho con la exgobernadora yucateca y actual diputada federal Ivonne Ortega Pacheco, quien en 2020 se incorporó a Movimiento Ciudadano.
O pueden optar por continuar haciendo política de manera independiente, como es el caso del ex gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz, quien (tras ser expulsado de las filas priistas por dar la pelea interna por la democratización del PRI) viene construyendo estructura electoral basada en una red de candidaturas independientes rumbo a las elecciones concurrentes de 2024.
Precisamente en 2019, Ivonne Ortega compitió en la elección interna para la presidencia nacional del PRI, quedando en segundo lugar frente a un “Alito” para el cual operó casi toda la estructura formal priista, empezando por la mayoría de los Comités Estatales del partido.
Lorena Piñón Rivera quedó en tercer lugar y luego Alejandro Moreno la incorporó al Comité Ejecutivo Nacional como Secretaria de Gestión Social, nombramiento visto como una compensación a su papel en la contienda interna, más que como una acción incluyente.
Ulises Ruiz no pudo contender, el órgano interno competente le negó el registro como candidato porque no reunió todos los requisitos de una convocatoria plagada de candados, como si la hubiesen confeccionado exprofeso para imperdirle competir.
Vean ahora la obra de la estructura formal del PRI: Cuando “Alito” asume la dirigencia nacional, este partido gobernaba 11 entidades federativas, de las cuales solo le quedan dos: Coahuila y el Estado de México; no ha podido crecer en curules y escaños en las cámaras del Congreso de la Unión; ha perdido congresos locales y presidencias municipales, etc.
Y Claudia Ruiz Massieu formó parte de esa estructura formal que llevó a Moreno Cárdenas al frente del Comité Ejecutivo Nacional. Qué arrepentida debe sentirse.
Cuando al interior del PRI se producen divisiones, exclusiones, falta de democracia, y posturas autoritarias, se generan los éxodos, siendo el más emblemático el de la Corriente Democrática de Cuahutémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo a mediados de la época de los ochenta, y que más tarde dio nacimiento al PRD.
En fin, el PRI nuevamente se encuentra en el riesgo del éxodo de cuadros priistas, no solo nacionales, sino también locales, pues en las entidades federativas también hay priistas inconformes con la pretendida permanencia de “Alito” hasta el 2025 como presidente del CEN.
Y ello significa mantener el control sobre las candidaturas para las elecciones concurrentes de 2024, las federales y locales en alrededor de 30 entidades: Senadurías y diputaciones al Congreso de la Unión, así como diputaciones locales, presidencias municipales, ocho gubernaturas, para la jefatura de la Ciudad de México y alcaldías.
Priistas inconformes, desilusionados y en la más completa orfandad política en las entidades donde el PRI ya no es gobierno, ni cuentan con liderazgos que revitalicen al partido. Están simplemente a la espera de instrucciones centrales y de las decisiones de las candidaturas, en las cuales seguramente solo serán incluidos los afines a “Alito” y compañía.
Así, ¿cómo evitar el éxodo de priistas?
En otra hipótesis, puede que no haya éxodo ni de cuadros nacionales ni locales, pero la militancia herida por la exclusiones quien sabe si se suba al tren del activismo político para las elecciones concurrentes del próximo año. Entonces el PRI perdería fuerza.
Sería como dice Claudia Ruiz Massieu, un partido débil “debilitaría una eventual coalición” del PRI con el PAN y el PRD, la pretendida alianza “Va por México”.
El éxito de una coalición electoral se basa en la unidad interna de cada partido coaligado, en los buenos acuerdos entre todos los partidos aliados, en candidaturas competitivas a los distintos cargos populares a disputarse en 2024 (empezando por Presidencia de la República), en estructura y estrategia electoral, y en financiamiento , entre otros factores.
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